“Yo me maté por dentro durante 27 años”, cuenta Tifanny en la terraza de un hotel de Sao Paulo, en un hueco entre un acto electoral y un entrenamiento.
“Quería hacer mi transición cuando tenía 12 o 13 años porque desde niña ya sabía que era mujer. Pero hay mucha falta de información, de hospitales, de orientación… Por eso, muchas acaban por no soportar la presión de esta sociedad que oprime tanto y se suicidan”, añade bajando la voz.
Ella lo sabe bien. Aguantó hasta 2012, cuando la depresión estuvo a punto de asfixiarla y decidió liberarse, aunque eso le obligara a romper con todo. Por entonces era un fuerte atacante cuyo talento le había llevado a jugar en Brasil, Portugal, Francia, España u Holanda.
“Dejé un equipo donde era segundo mejor anotador de la liga [de segunda división en Bélgica] para empezar una transición”, dice.
“No podía vivir más en aquel cuerpo, no podía mostrar que era un hombre, cuando yo era una mujer. Ya no aguantaba sentir vergüenza de mí misma”, cuenta la ahora jugadora del Bauru, club del interior de Sao Paulo.
Se sometió a su primera operación tras meses con un tratamiento de hormonas. Luego vendrían más cirugías -la última en mayo en España para afinar sus facciones-, que ella vive como una victoria.
Bomba
Ese complejo camino, que tuvo que recorrer sola, la motivó a entrar en política. Hace unos meses ni siquiera sabía qué era el MDB, el poderoso partido de centro-derecha por el que se postula a diputada.
A punto de cumplir los 34, esta profunda creyente en Dios siente que su experiencia puede ayudar en el país donde más trans son asesinadas en el mundo, según la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales (Antra), que contabilizó 179 muertes en 2017.
“Cuando me propusieron volver, mucha gente me decía que no lo hiciera porque es un país que discrimina, que mata, pero gracias a Dios estamos cambiando para mejor”, afirma Tifanny, criada en una familia pobre de Goiás (centro-oeste).
Su regreso, sin embargo, fue una “bomba”.
Después de diez años en Europa, el Bauru la contrató amparado en la legislación del COI, que permite que atletas transexuales participen en ligas femeninas siempre que su testosterona esté por debajo de 10 ng/L. La de Tifanny, tras años de tratamiento, lo estaba. Y aceptó.
El deporte brasileño se llenó entonces de denuncias sobre las supuestas ventajas de esta imponente rematadora de 1,92 m. Aunque Tifanny -que cuenta con 23 mil 200 seguidores en Instagram- nunca dudó e incluso expresó su voluntad de ser convocada para la Seleçao.
“Si estoy protegida por la ley ¿por qué me va a importar lo que diga la gente?”, lanza, afirmando sentirse como Neymar, criticada por envidia.
Tras su estreno, no tardó en batir el récord de puntos en un partido de la Superliga (39, igualado después).
“Siempre fui muy buena puntuadora, pero ahora la fuerza es de una chica, no de hombre. Si tuviera la fuerza de antes, no haría 30 puntos, sino 6 mil”, justifica.
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