TIEMPO Y DESTINO
¿Cómo recibe Europa a los “ilegales” africanos?
No los insulta, no los humilla, no los procesa, no los devuelve a los países de donde proceden. Los recibe bien, los somete a exámenes médicos, les da comida, albergue y otras atenciones.
En un año, 40,000 inmigrantes han sido atendidos en la forma antes mencionada y en septiembre pasado los Gobiernos de España, Alemania, Francia y Portugal acordaron, de común acuerdo, repartirse en cantidades iguales a 58 recién llegados de África, para atenderlos como seres humanos que son.
Es oportuno tomar nota de esa generosa conducta europea, a propósito de unos 10,000 hondureños que estos días, a pie, están pasando por Guatemala, rumbo a México y los Estados Unidos. Sin olvidar que, durante el conflicto armado interno, 30,000 o más guatemaltecos cruzaron la frontera norte, se internaron en México, sin llevar documentos, y las autoridades y el pueblo mexicanos les dieron albergue durante mucho tiempo.
Los migrantes hondureños, en cambio, no disfrutan en Guatemala de atenciones como la europea o la mexicana. Les prohíben en algunos departamentos abordar camiones, autobuses y otros medios de transporte, para hacerlos sufrir, obligarlos a detenerse o a dar marcha atrás.
Pero, estos hondureños tienen derecho a entrar y salir de Guatemala sin necesidad de visa ni de pasaporte, porque Guatemala en enero de 2017 firmó junto con El Salvador, Honduras y República Dominicana un convenio por el cual eliminan el visado migratorio.
El más cercano antecedente, en el camino a la total libertad de tránsito de personas entre estos cuatro países era un pacto suscrito en Managua, en abril de 1993, por el que acordaron abrir sus fronteras al comercio con mostrar por parte de transportistas solo la cédula de identidad. Por su parte, el Parlamento Centroamericano impulsa hace tiempo el libre tránsito de personas en “toda la Centroamérica ístmica e insular” y en 2015, en Santo Domingo, exhortó a avanzar hacia “la realidad del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) integrado por ocho Estados en el cual el libre tránsito de personas sea efectivo en la totalidad de la Centroamérica ístmica e insular”. La marcha hondureña generada por el dolor, la pobreza, la inseguridad y la falta de oportunidades en Honduras tiene el mismo origen de las situaciones que padecen los habitantes de El Salvador y Guatemala. Y esos hondureños, de todas las edades, dispuestos a caminar miles de kilómetros, exponiéndose a muchos riesgos, incluidos la muerte por cansancio extremo, por falta de alimentos, por accidentes o por manos criminales, deben generar comprensión en el pueblo y el Gobierno de Guatemala.
Y, como en México, debería ser estimulada una actitud de tolerancia hacia los caminantes, lo cual implica la decencia de no injuriarlos, porque son, sin duda alguna, protagonistas de un acontecimiento generado por la amargura y dolor.
Yo no aconsejo a nadie entrar ilegalmente al territorio de los Estados Unidos de América, ni intentar hacerlo. Tampoco discuto la autoridad de ese país para otorgar o no otorgar visas. Pero, es conocido el fenomenal atractivo que despierta en toda persona, de cualquier parte del mundo, para pasar una temporada allí o fincar en ese país su residencia, en particular los nacidos en lugares donde impera la miseria y hay limitaciones al desarrollo integral de la persona. En años anteriores un millón de guatemaltecos hizo lo mismo que lo que hacen los hondureños hoy, no en marchas multitudinarias, sino que aislados, a salto de mata. Muchos jamás volvieron; pero, gran número de ellos hizo realidad sus sueños vitales.