PLUMA INVITADA
Información tecnológica no es sabiduría
El principio del aprendizaje que nos lleva a ser libres de pensar, reflexionar, analizar, recrear conocimientos para conceptuar la vida, la cultura histórica y enfrentar los cambios constantes y vertiginosos de la naturaleza y de la humanidad marca la diferencia del aprendizaje para alcanzar la sabiduría, que será el instrumento básico para la sobrevivencia humana.
La señala bien N. Abbagnano y A Visalberghi en la introducción de sus escritos en la historia de la Pedagogía, cuando dice: “No obstante, ha sido y es competencia de la filosofía la tarea de enfrentarse al doble problema… por una parte conservar y defender los elementos culturales considerados como válidos; por la otra, combatir y eliminar los elementos culturales que se hayan convertido en un lastre y promover nuevos desarrollos de la cultura. Esto lo puede hacer no ocupando el lugar de esta aquella ciencia ya constituida, sino —en ocasiones— ayudando a que constituyan ciencias nuevas y, en general, esforzándose siempre por mantener un clima de libertad intelectual, de discusión sin prejuicios y de apertura hacia lo nuevo y lo imprevisto”.
Cuando nos preocupamos de la conservación y progreso del conocimiento como desarrollo intelectual del hombre para ser creador y enfrentar los cambios periódicos y desenfrenados del comportamiento humano y de la naturaleza es cuando las nuevas generaciones deben ponerse en contacto con el patrimonio pasado sin quedar alienadas por este, o sea, cuando preocupa en forma precisa y deliberada el fenómeno educativo, se asume la relación con la denominación de filosofía de la educación o pedagogía, en donde el diálogo de aprendizaje docente dicente se convierta en sabiduría, sin considerar que el aprendizaje adquirido sea considerado de una sola vía, siguiendo el patrón tradicional o imponiéndolo mediante la información virtual.
El sentido común y la comprensión crítica orientadas por el aprendizaje reflexivo y consciente inducen a que el conocimiento y el desarrollo intelectual se dé en el dicente para prepararse a la transformación de los conceptos o de los conocimientos que nacieron en el transcurso de los siglos, que en la actualidad dejan de ser útiles.
No basta poseer la información que se encuentra en los dispositivos inteligentes, dejando al margen la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea del contexto real del conocimiento, producto de la interlocución del docente y dicente en el afán de lograr hacer la tesis, antítesis y la síntesis que conduzca a recrear los conocimientos para mantener la dinámica de la sabiduría. La generación de la cibernética considera saberlo todo con la obtención de información digital, pero esto no implica considerarse ser sabio.
El sistema educativo debe enfocarse en los pilares de la educación, pero debe poner énfasis en el principio de aprender a aprender, reflexionando, mediante un aprendizaje crítico y constructivo; sobre todo garantizar la convivencia pacífica.
Se debe considerar que esta es la pedagogía de La Esperanza que plantea Paulo Freire en sus testimonios. Es una reflexión escrita con enfado, impetuosidad y coraje pedagógico, pero con la responsabilidad de formar ciudadanos de cara al futuro, haciendo planteamientos que den luces a la educación posmoderna, para la reconstrucción de una nueva nación, que baje del trono a los que desean mantener la hegemonía dominante sobre los marginados, silenciados y oprimidos del tercer mundo, llenándolos de información para vedarles la oportunidad de alcanzar sabiduría.
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