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Elecciones en EE. UU.: quiénes son los Demócratas Socialistas, el fenómeno político que impulsa a ese país más a la izquierda

Son uno de los fenómenos políticos del momento en Estados Unidos. Los Demócratas Socialistas (DSA, en inglés) multiplicaron por 10 su número de afiliados entre 2015 y 2018.

Alexandra Ocasio-Cortez, una demócrata socialista que podría convertirse en la mujer más joven en ocupar una curul en la Cámara de Representantes. GETTY IMAGES

Alexandra Ocasio-Cortez, una demócrata socialista que podría convertirse en la mujer más joven en ocupar una curul en la Cámara de Representantes. GETTY IMAGES

De unos cinco mil miembros aumentaron a más de 52 mil y siguen creciendo.

Lo han hecho cargando consigo una de las etiquetas con peor imagen en la historia política de la principal potencia mundial: socialismo.

Paradójicamente, gran parte de su crecimiento se lo deben al actual presidente republicano, Donald Trump.

“Hemos experimentado varios repuntes en la membrecía: cuando Trump ganó la elección, cuando tomó posesión de su cargo y, prácticamente, cada vez que el gobierno ha tomado alguna decisión muy opresiva o que ha molestado a mucha gente en los últimos dos años”, explica Kristian Hernández, copresidenta del capítulo del Norte de Texas del DSA, a BBC Mundo.

En las próximas elecciones de mitad de período del 6 de noviembre, los Demócratas Socialistas contarán con 64 candidatos, de los cuales cinco buscan curules en el Congreso Federal, uno optará a una gobernación y 25 competirán por escaños en los parlamentos estadales.

No han sido postulados, sin embargo, bajo las siglas del DSA sino como aspirantes del Partido Demócrata, en cuyas elecciones primarias participaron y triunfaron.

Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha aumentando sustancialmente la cifra de miembros del DSA. GETTY IMAGES

Algunas de estas victorias causaron enorme sorpresa.

Es el caso, por ejemplo, de Alexandria Ocasio-Cortez, una “millennial” latina que logró hacerse con la candidatura a la Cámara de Representantes por el circuito 14 de Nueva York.

La joven de 28 años se impuso a Joe Crowley, quien ocupa un escaño desde 1999 y era visto como posible sustituto de Nancy Pelosi como portavoz de los demócratas en el Congreso.

Ocasio hizo campaña sin aceptar aportaciones de grandes empresas, con mucho activismo social y gastando menos de una cuarta parte del presupuesto de su competidor.

Si ella gana las elecciones se convertirá en la mujer más joven en ocupar un escaño en la Cámara de Representantes.

El fenómeno Sanders

La estrategia aplicada por Ocasio fue similar a la del senador Bernie Sanders durante las primarias por la candidatura presidencial demócrata en 2016.

Con su participación en las primarias demócratas de 2016, Bernie Sanders abrió el camino a los demócratas socialistas. GETTY IMAGES

No es algo casual. Ella trabajó como voluntaria en la campaña de Sanders, quien siempre se ha presentado como un demócrata socialista aunque formalmente nunca ha pertenecido al DSA.

“Es imposible pensar que el DSA hubiera llegado hasta donde se encuentra hoy si no hubiera sido por la candidatura de Sanders por la nominación presidencial”, dice Daniel Schlozman, profesor asociado de Ciencias Políticas de la Universidad John Hopkins, en conversación con BBC Mundo.

Muchas de las propuestas del senador demócrata, como la idea de ofrecer un sistema de salud universal (Medicare for all) o la idea de instituir una educación universitaria gratuita, fueron fundamentales para atraer a su campaña -y en algunos casos al DSA- a las generaciones más jóvenes, en quienes Sanders parecía despertar mayor fervor que Hillary Clinton.

“El crecimiento del apoyo al DSA entre los millennials es la otra cara de la caída de la popularidad del capitalismo”, explica Schlozman.

“Esta generación tuvo que pasar por una recesión muy severa ocasionada por la especulación, los préstamos bancarios imprudentes y la falta de regulaciones; lo que causó un enorme crecimiento de las deudas universitarias y cuyos estándares de vida no van a ser automáticamente más altos que los de sus padres. Entonces, hay una apertura hacia algo que no es el capitalismo, que en muchos casos no les ha ayudado”.

Una encuesta de Gallup divulgada en agosto pasado indica que, en promedio, 37% de los estadounidenses tienen una imagen favorable del socialismo, frente a 56% que tienen una visión más positiva del capitalismo.

Sin embargo, hay grandes diferencias entre los grupos etarios.

Entre quienes tienen de 18 a 29 años de edad, 51% tiene una visión favorable del socialismo y 45% del capitalismo, que ha sufrido en este grupo una caída de 12 puntos desde 2010.

La valoración del socialismo es peor cuanta mayor edad tienen los encuestados, lo que puede guardar relación con el hecho de que las generaciones mayores crecieron y vivieron durante la Guerra Fría.

La peor nota la obtienen los mayores de 65 años: solo 28% tiene una imagen positiva del socialismo.

La crisis financiera desatada en 2008 afectó la visión de la sociedad estadounidense sobre el capitalismo. GETTY IMAGES

Schlozman considera que lo que ocurre en estos momentos es más la pérdida de atractivo del orden establecido que un apoyo claro a favor del socialismo.

“Hay que advertir también que hay mucha gente que votó por Sanders pero que no pertenece al DSA. Son dos fenómenos distintos aunque relacionados”, apunta.

Un movimiento híbrido

Aunque ahora se ha convertido en un fenómeno político, el DSA tiene una extensa trayectoria.

“Forma parte de una larga tradición socialista en la vida estadounidense, son descendientes del Partido Socialista de Estados Unidos, creado a inicios del siglo XX”, apunta Schlozman.

El DSA se creó en la década de 1980 como fruto de la fusión de dos grupos de izquierda: el Comité Organizador del Socialismo Democrático (que era heredero del extinto Partido Socialista de Estados Unidos) y el Nuevo Movimiento Americano (una alianza de intelectuales progresistas con vínculos con los partidos izquierdistas clásicos).

Como organización política no suele postular candidatos bajo sus propias siglas.

Tras el fin de la Guerra Fría, la etiqueta "socialismo" empieza a ganar tracción entre los más jóvenes. GETTY IMAGES

“Hay algunas excepciones que se postulan por el Partido Verde o directamente como demócratas socialistas pero, en general, reconocemos que el sistema bipartidista están tan arraigado que es mucho más fácil ganar postulándose por el Partido Demócrata”, señala Hernández.

“Creo que es una idea muy sabia para el DSA postularse con la tarjeta del Partido Demócrata, el cual -a su vez- obtiene energía, ideas y talento”, afirma.

El experto señala las dificultades para clasificar al DSA. “No son un grupo de presión tradicional ni tampoco un partido político, sino una especie de movimiento social de base. Son un poco de todo”, agrega.

Del “Medicare for all” al fin del capitalismo

Schlozman destaca que, desde el punto de vista ideológico, el DSA es muy diverso.

La idea de contar con un sistema de salud de acceso universal ha ido ganando apoyos en Estados Unidos. GETTY IMAGES

“Por una parte, hay gente partidaria de un estado de bienestar liberal que ofrezca programas universales públicos y, en el otro extremo, tienes gente que quisiera cambios mayores en el orden social que no plantean reformar sino acabar con el capitalismo”, afirma.

Los primeros se encontrarían más cómodos en las filas del Partido Demócrata mientras que los últimos no tanto.

Un elemento fundamental para el crecimiento acelerado del DSA ha sido la propuesta de un sistema de salud universal (Medicare for all), que se popularizó durante la campaña de Bernie Sanders.

Hernández señala que, en estos momentos, ese es el tema principal de la agenda nacional del DSA.

“Ha sido muy efectivo para cambiar la forma como las personas hablan sobre el sistema de salud, cómo perciben que debería ser un derecho humano y que no deberíamos tener que escoger entre pagar la renta y comprar los medicamentos que necesitamos. La gente se da cuenta de que el sistema de salud está hecho para generar ganancias económicas”.

“Usamos eso como plataforma para hablar de otros asuntos que la gente normalmente no vería”.

“Creo que el tema de la salud ha servido para atraer a mucha gente al DSA, para que se hagan una idea de lo que defendemos. Antes de la postulación de Bernie yo nunca me había considerado socialista”, apunta la joven de 19 años de edad, nacida en Estados Unidos e hija de inmigrantes mexicanos.

Pero más allá de la propuesta de programas públicos universales, que pueden tener una acogida amplia entre gran parte del electorado estadounidense, el DSA cuestiona el funcionamiento mismo del sistema capitalista y habla de temas como la lucha de clases o la construcción del “poder de la clase trabajadora”.

“Para mí no hay un gran salto entre ambos asuntos. Si piensas, por ejemplo, en el cambio climático te das cuenta de que la principal causa son las corporaciones. Cuando haces esa conexión, no pasa mucho tiempo antes de que veas que el problema es el capitalismo. Se trata de este enorme sistema que hace casi imposible que consigas las cosas que necesitas, una vivienda, agua, salud”, señala Hernández.

“Muchos somos partidarios de que los trabajadores sean dueños de los medios de producción. Defendemos la democracia en cada aspecto de la vida. No somos partidarios de dar más poder al Estado o de crear un estado de bienestar que depende del Estado porque eso no sería una verdadera democracia. Los trabajadores deberían tener injerencia directa en su trabajo y en la forma como se manejan las cosas. Creo que eso se parece más a lo que sería vivir en el socialismo”, agrega.

Schlozman, sin embargo, considera poco útil esa etiqueta.

“Hay una gran brecha entre Dinamarca y la China de Mao. Llamar socialismo a ambas cosas no es muy útil. Obviamente hay una gran disparidad dentro del DSA entre lo que son fundamentalmente políticas reformistas y las políticas revolucionarias”.

“Lo que no queda claro cuando miras las encuestas es cuánto apoyo hay para el reformismo y cuánto a la revolución. No creo que mucha gente haya pensado en lo que significa, en las diferencias y adónde quieren ir. No he visto ninguna evidencia de que haya un amplio apoyo popular a la propiedad social de los medios de producción”, apunta el experto.

“Yo creo que esto se trata más de Medicare for all”, concluye.

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