AL GRANO

¿Qué parte del modelo hace falta?

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Si uno se pregunta sobre los elementos fundamentales de una economía capitalista y luego indaga si en Guatemala se dan esos elementos, ¿cuál sería el resultado? Y, si los elementos del modelo se encontraran en la economía guatemalteca, ¿por qué no ha funcionado el modelo?

Veamos: en primer lugar, aquí existen derechos de propiedad, tanto de los llamados “medios de producción” como también de los bienes personales y de consumo. Además, salvo raras excepciones, se trata de derechos libremente transmisibles por sus propietarios. Si bien hay impuestos que gravan esas transmisiones, también los hay en otros regímenes capitalistas.

En segundo término, hay libertad de empresa. Quitando tres o cuatro excepciones, en este país se pueden organizar industrias, explotaciones agropecuarias, actividades comerciales, de transporte, financieras, de generación eléctrica, de telecomunicaciones, de radiodifusión, de publicidad, de consultoría, de servicios médicos y una larga lista. Al igual que en otros países capitalistas, hay que cumplir con ciertos requisitos formales para organizar la empresa y pagar algunos impuestos, pero nada extraordinario.

En tercer lugar, al lado de la libertad de emprender está la de contratar, que aquí existe tanto en materia civil y comercial, como también en la laboral y con el Estado y sus entidades. Cabe comprar, permutar, dar en préstamo, celebrar suministros, abrir créditos, dar en arrendamiento, conceder licencias sobre software y otros derechos intangibles y mucho más. Si bien el régimen laboral está sujeto a rigideces exageradas, y las concesiones a formalidades exorbitantes, tampoco son imposibles.

Tal parece, pues, que el modelo capitalista, en Guatemala, está completo pues, del lado macroeconómico hay estabilidad monetaria; los déficits de los presupuestos estatales se acercan a la frontera de lo imprudente, pero están todavía del lado “sano”; hay total libertad cambiaria y el sistema bancario goza de buena salud y es una infraestructura sólida de medios pago.

¿Por qué, entonces, el desarrollo económico no llega? Algunos señalan factores como la pobreza, las enormes desigualdades sociales, la ignorancia, etcétera, como las causas del subdesarrollo. Pero ¿no son esas las consecuencias del subdesarrollo? Claro está que, al existir, suponen obstáculos mayores a vencer, como en su día lo lograron Corea del Sur, Taiwán o Chile.

Opino que la razón principal está en el hecho de que la “infraestructura jurisdiccional” no funciona. Así, los derechos de propiedad de cualquier persona son tan “buenos” como los jueces los hagan valer. Si, por ejemplo, para reivindicar un derecho de propiedad hace falta un juicio de ocho años, ese derecho no vale mucho. Si para hacer cumplir un contrato hay que pasar, en promedio, cuatro años peleando en un juzgado, los derechos personales se vuelven una apuesta. Si una inversión puede verse truncada por la invasión de una finca, por la ocupación de una planta industrial, por el sabotaje de sistemas de distribución de energía, sin amparo ni protección judicial, ¿cuáles son los incentivos para invertir?

En otras palabras, un sistema capitalista, de libre empresa, de mercados abiertos, está basado en que cada agente económico tenga certeza sobre un “manojo de derechos” y la seguridad de que, si jamás alguien empleara violencia, engaños o falsedades para usurpar o impedir el ejercicio de esos derechos, unos jueces independientes los harán valer bajo leyes generales y de igual aplicación a todos. Este es el elemento del modelo que aquí hace falta.

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