VENTANA

Sak Nikte’, una historia que cautiva II

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El viernes 16 de noviembre relaté  cómo fue revelándose  la identidad del sitio  “La Corona,” ubicado en el noroccidente de el Petén. Sus antiguos habitantes la llamaron  Sak Nikté —Flor blanca—.  Hoy continúo con el segundo capítulo de su sorprendente  historia. En el   2005,  el  Dr. Marcello Canuto  intrigado por esta misteriosa ciudad   viajó para  conocerla.   Para resguardarse del abrasante  sol  se introdujo en una zanja  que habían abierto  los saqueadores.  En la penumbra  observó  que la pared tenía una extraña textura.  ¡Eran glifos! Eran dos paneles  de piedra semejantes a los paneles exhibidos en los museos de arte en el  mundo. Fue así como Canuto ¡confirmó que el Sitio Q,  ¡era  el reino perdido de Sak Nikte’!

¿Qué narran las inscripciones en estos refinados paneles de piedra? “Historias alucinantes”, cantó el Clarinero. Por ejemplo, describen cómo los poderosos gobernantes de la dinastía Kaanul, o Cabeza de Serpiente, enviaron desde sus capitales imperiales, primero desde Dzibanché y luego desde Calakmul —hoy Campeche, México—, a tres de sus hijas para unirlas en matrimonio con los modestos gobernantes de Sak Nikte’. La intención era generar alianzas mediante matrimonios para expandir su reino hasta las tierras bajas de Petén. Tikal dominaba ese territorio en el siglo V d. C. Controlaba una poderosa ruta comercial de este a oeste. La Corona no estaba integrada a esa ruta comercial. En el año 520 d. C. ocurrió la primera expansión del reino kaanul hasta Sak Nikte’ con la llegada de la primera princesa, la Sra. Naah Ek, originaria de Dzibanché. Se unió en matrimonio con “Buitre winik,” de Sak Nikte’. Esa alianza matrimonial consolidó a la pequeña ciudad como un bastión político clave para la expansión del reino Kaanul. Para el año 562 d. C, los kaanules habían logrado el vasallaje de las ciudades que rodeaban a Tikal con el objetivo de someterla. ¡Y lo lograron! Destruyeron su ruta comercial e instauraron una nueva vía, de norte a sur, que se originaba desde lo que hoy es Cancún hasta las Verapaces, en Guatemala. Sak Nikte’ se convirtió en un punto estratégico de esa ruta y fue así como la prosperidad fluyó a esta pequeña ciudad. El silencio —hiato— de Tikal duró más de un siglo. Fue la era dorada del reino Serpiente y sus aliados. Pero en el año 695 d. C. sus intenciones de forjar un imperio en Petén se derrumbó. Jasaw Chan K’awill, el joven y aguerrido gobernante de Tikal, se sublevó y los derrotó. Jasaw lideró el resurgimiento de Tikal. Construyó el magnífico Templo I o Gran Jaguar donde fue enterrado al morir en 734 d. C. Este imponente templo es hoy la imagen que nos identifica entre los países del mundo. “Interesante coincidencia”, pensé.

¿Qué papel juega el hallazgo del Altar 5, de la Corona, en esta segunda historia? De acuerdo a los arqueólogos, Tomás Barrientos y Marcello Canuto, codirectores de las investigaciones en el sitio, el Altar 5 confirma la hipótesis del inicio de la supremacía del reino Kaanul en las tierras bajas de Petén en la primera mitad del siglo VI. El altar describe la imagen de un gobernante llamado Chak Took Ich’aak, sentado sobre un trono. El tocado en la cabeza representa su nombre. En la mano sostiene una serpiente con dos cabezas, posible deidades patronales. Chak Took Ich’aak era el hijo de la Sra Naah Ek y Buitre Winik, quienes instituyeron la dinastía Kaanul en Sak Nikte’. El altar fue dedicado en el año 544 d. C. Tomás Barrientos me comentó que es muy posible que este altar fuera tallado cuando Chak Took Ich’aak aún estaba vivo, pero después que murió le construyeron un templo pequeño y le rindieron honores hasta el siglo VIII.

Nuestra riqueza cultural es incomparable pero… ¿la apreciamos?

clarinerormr@hotmail.com

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