BIEN PÚBLICO
Preguntas para reconocer a un charlatán
Nos estamos acercando al siguiente proceso electoral sin mayor expectativa de transformación. Han comenzado a surgir los eslóganes y los partidos que invitan al cambio sin que sus dirigentes cambien nada. Al contrario, hemos visto a los políticos cínicos como siempre, obstaculizando la participación de partidos que podrían romper la tradición electorera marcada más por las canciones que por los planes de gobierno. También han aparecido políticos lanzando carteritas de fósforos a sus asambleístas, vistiéndose con el traje de aquellos a los que sus antepasados asesinaron ayer, arrojando diatribas frente a la lucha contra la corrupción y la impunidad, y ofreciendo rebajas de impuestos para los sectores económicos que les financiarán la compaña electoral.
Los viejos rostros de la política, que abren y cierran partidos en cada proceso electoral, vuelven a aparecer, junto a políticos que intentarán una vez más ganarse el favor de los votantes, ya que el de los financistas todavía lo conservan. Los nuevos rostros que surgen en las fórmulas presidenciales, son viejos mayordomos de intereses particulares y empresariales que han servido en la captura de la Corte de Constitucionalidad, el Congreso, el Registro Nacional de las Personas (Renap), el Colegio de Abogados y Notarios, algunas cámaras empresariales y ministerios de Estado, entre otros. El mismo veneno que ha matado la débil democracia, pero servido en frascos más obscuros.
Toca reconocer que el político promedio —fruto de este sistema electoral y de partidos políticos— no cambiará a menos que, en primer lugar, cambiemos los votantes. Para ello es necesario dejar la apatía y comenzar a cuestionar a los políticos hasta obligarlos a salirse de ese fastidioso guion, vacío de contenido, con el que se sienten cómodos. Le propongo diez preguntas que sería bueno utilizar para interpelar a cualquier candidato a elección pública.
Primero, ¿de dónde salen los recursos para financiar su campaña? Segundo, ¿podría mostrar públicamente su estado patrimonial y explicar cómo lo hizo, sea este poco o mucho? Tercero, ¿quiénes son las personas que lo rodean y por qué?
Cuarto, ¿renovará usted el mandato de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) o mantendrá lo dispuesto por el gobierno de Jimmy Morales? Quinto, ¿cuál es su plan (con objetivos, metas y mecanismos para evaluar su cumplimiento) para acabar con la corrupción y la impunidad en Guatemala? No se valen canciones ni frasecitas simplonas como “yo tampoco soy corrupto ni ladrón”.
Sexto, ¿podría explicar su plan de gobierno, con metas a alcanzar anualmente, costos y forma de financiarlo? Séptimo, ¿tiene pensado rebajar impuestos a algún sector económico y cuenta con estudios que evidencien la efectividad de esa “política”? Octavo, ¿cuál es su plan para que el Estado garantice los derechos de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes? Queremos escuelas e institutos, centros de salud, oportunidades de empleo, pero no queremos fantasías sino un plan real, con los pies sobre la tierra. Noveno, ¿qué hará para avanzar en la búsqueda de personas víctimas de desaparición forzada? Sin verdad y sin justicia, no habrá paz nunca. Finalmente, ¿podría detallar la agenda legislativa, económica, social y fiscal de su partido político? Si usted gana la elección, sobre estas agendas se le juzgará en el futuro, en las urnas y en las calles.
De las respuestas que los candidatos den a estas preguntas, el votante sabrá si está frente a un charlatán, un corrupto o una persona honesta y un partido comprometido con la nación.
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