“Lo llevé al puente que conecta México con Estados Unidos. Le di un beso y le dije que caminara hasta que encontrara a los oficiales de migración”.
BBC NEWS MUNDO
La desesperación de los migrantes “atrapados en México” que envían solos a sus hijos a EE.UU.
"Dejé ir a mi hijo de 7 años solo a Estados Unidos".
Quien habla es Fernanda, una migrante de 27 años de Honduras que desde octubre acampa en la calle en Matamoros, Tamaulipas, uno de los estados más peligrosos del país, bajo el programa Quédate en México.
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Esta iniciativa, implementada por las autoridades mexicanas tras un acuerdo con el gobierno de Donald Trump, también es conocida como Protocolo de Protección a Migrantes (M.P.P. por sus siglas en inglés) y por ella miles de migrantes están en México esperando respuesta a su proceso de asilo en EE.UU.
Los migrantes dicen que están “atrapados” en ese país ya que nunca quisieron estar ahí.
“Mandar a mi hijo solo a EE.UU. fue la decisión más difícil de mi vida. Fue una opción desesperada porque como madre ya no estaba dispuesta a que siguiera durmiendo en el suelo. Aquí pasaba hambre y frío“, cuenta Fernanda.
Dice que su hijo, Gustavo, le hizo prometerle dos cosas antes de irse. Que no iba a llorar y que iba a reunirse con él al otro lado del Río Grande lo antes posible.
Gustavo es uno de los al menos 135 niños que la Oficina de Reasentamiento de Migrantes de EE.UU. (ORR, por sus siglas en inglés) reconoce bajo su custodia. Estos menores cruzaron entre octubre y el 19 de noviembre, mientras sus familias esperan al otro lado de la frontera bajo el programa Quédate en México.
ORR es parte del Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos (HHS, por sus siglas en inglés) y “es una agencia de bienestar para los niños, no una agencia de seguridad”, le explica a la BBC uno de sus voceros.
Según la ley federal de EE.UU. los menores solo pueden estar detenidos por un máximo de 72 horas y después tienen que ser puestos en albergues a cargo de esta institución.
Los oficiales de la frontera de EE.UU. tienen que recibir a los niños que llegan solos por la Ley de Protección de Víctimas del Tráfico y la Violencia, que asegura protección para migrantes indocumentados víctimas de tráfico.
“Para comprobar que los niños que llegan sin acompañamiento no son víctimas de trata, tienen que dejarlos pasar. También, por el Acuerdo de Flores, las autoridades de EE.UU. tienen que operar con medidas de protección a los menores”, explica Charlene D’Cruz, abogada del Proyecto Corazón.
Los padres de estos niños apuestan a que sus familiares en Estados Unidos comprueben su parentesco ante las autoridades y se hagan cargo de ellos. Los padres desean entrar también legalmente a Estados Unidos, pero con el programa Quédate en México las posibilidades son muy bajas.
“Por proteger a sus hijos”
La abogada D’Cruz, que oye cada día “uno o varios casos” de padres que han mandado a sus hijos solos a EE.UU, dice que es una medida de gran desesperación.
“Se están sacrificando ellos mismos para proteger a sus hijos. Todo lo que han hecho, desde salir de su país, es para mejorar sus vidas. Y esto incluye desde intentar sacarlos de la pobreza hasta evitar que sean asesinados o reclutados por el narco” explica.
Así lo dice Daniel, un migrante que envió en noviembre a su hijo a EE.UU.
“Yo nunca esperé separarme de mi hijo. Pero aquí estamos en condiciones horribles, donde estamos sufriendo el rigor del invierno y no sabemos si vamos a ser secuestrados. Es terrible no tener a mi hijo conmigo, pero al menos espero que él esté mejor”, afirma.
Matamoros, en el estado de Tamaulipas, es el sitio donde se han registrado más casos de niños que han sido enviados solos, según coinciden los expertos.
Es uno de los lugares más peligrosos de México, donde los migrantes dicen sufrir extorsiones y secuestros.
Viven en casas de campaña y la gran mayoría se alimenta y viste gracias a las donaciones.
“Imposible conseguir asilo”
Doug Stephens renunció a su trabajo como funcionario de asilo de EE.UU. y ahora es uno de los más reconocidos críticos del programa Quédate en México, al que considera ilegal e inmoral.
Dice que EE.UU está regresando a los migrantes a pesar de que pueden ser perseguidos o torturados.
“Los estándares del programa para que los migrantes prueben que están en riesgo son mucho más altos ahora. El sistema está diseñado para evitar que la gente pase las entrevistas“, apunta.
Agrega que el nivel de argumentación que se pide que hagan los migrantes para obtener el asilo, es equivalente al de un juicio civil en EEUU pero que los migrantes no tienen los recursos ni los abogados para presentar las evidencias.
“Es casi imposible para alguien pasarlo. Los migrantes tienen que probar en cuestión de horas algo que les puede significar la vida o la muerte”, asegura.
De acuerdo con los datos oficiales examinados por la Universidad de Syracuse, solo una ínfima proporción de 0,1% de los casos del programa Quédate en México ha logrado asilo en EE.UU.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dicho públicamente que el programa de asilo de su país es un “estafa” por la que aún “tipos que se ven muy duros” dicen que corren riesgo en sus países y logran migrar a EE.UU.
Charlene D´Cruz explica que los procesos migratorios se vuelven más complicados para las familias que envían a los niños solos.
Así, cuenta la experiencia de una familia que recibió una orden de deportación antes de que el caso del niño fuera oído en EE.UU. También pone el ejemplo de una niña tiene más de un mes en custodia de los EE.UU. porque su tía, la hermana de su madre, no ha podido probar su parentesco.
“Pocas esperanzas”
D´Cruz explica que no está claro cuando los padres y los hijos podrán verse de nuevo y que ella tiene “pocas esperanzas” de que sea pronto.
Dice que los niños podrían recibir el estatus de Jóvenes Inmigrantes Especiales (SIJS, por sus siglas en inglés) por el cual los menores de 21 años que han sido abandonados, abusados o desatendidos por sus padres pueden legalizarse en EEUU.
Sin embargo, es “casi imposible” que los padres puedan conseguir asilo con el programa Quédate en México. Así que una opción sería esperar hasta que los niños tuvieran residencia legal en EE.UU. y pudieran salir de ese país a visitar a sus padres.
Otra opción, dice, es que los niños digan que quieren estar con sus padres y sean deportados.
El hijo de Fernanda, Gustavo, está ya con su tío en Arizona, EE.UU. Mientras tanto, Fernanda sigue en Matamoros esperando su audiencia, que será en marzo.
Cada día se sienta a las orillas del Río Grande, que es lo único que le separa de su hijo. “A veces pienso que si no tuviera a mi hijo, que es mi razón de vivir, ya hubiera dejado que la corriente me dejara”, dice.
En cuanto Gustavo se perdió de su vista en el puente, Fernanda no pudo cumplir la primera de sus promesas y se puso a llorar.
Es imposible saber cuándo le podrá cumplir la promesa de volver a estar juntos.