El homicidio ocurrió en mayo del 2019 en la casa parroquial de la iglesia del cantón San José La Majada de Juayúa, Sonsonate, El Salvador.
El cuerpo del sacerdote lo encontraron tendido en la cama, con ropa de dormir y con tres disparos en el pecho que fueron provocados a una distancia menor de un metro.
Mestizo Pérez era el sacristán temporal de esa parroquia mientras el titular se encontraba de vacaciones y el crimen se cometió un día antes que terminara su trabajo.
El Tribunal de sentencia tardó dos días en escuchar todos los elementos de prueba que incriminan a Mestizo Pérez.
Según las investigaciones, el sacristán habría escrito el mensaje “No pagó la renta MS-13” para confundir a las autoridades y hacer creer que se trataba de una extorsión.
Sin embargo, forenses detectaron residuos de pólvora en la camisa de Mestizo Pérez. Además, todo indicaba que el homicidio había sido provocado por alguna persona cercana al sacerdote y que tuviera acceso a su cuarto de habitación.
La defensa quiso desvirtuar la prueba diciendo que los residuos pudieron haber sido de “cualquier” tipo de pólvora que había en el ambiente.
Durante el juicio no se determinó el móvil del asesinato y aunque los testigos no quisieron testificar, el tribunal basó su sentencia en la prueba científica.