SIN FRONTERAS
Retírenle el ventilador a Conamigua
Uno de los crímenes del Consejo Nacional de Atención al Migrante (Conamigua) es que se posicionó en ese “top of mind” que llaman los mercadólogos a las marcas que vienen primero a mente cuando se piensa en un producto determinado. Digamos, con las bebidas cola, todos pensamos primero en la marca más famosa. Igual, por ejemplo, con las hamburguesas rápidas. Y creo que a nivel nacional es el caso de la atención pública a los migrantes y sus enormes necesidades. Lo he venido pensando desde hace mucho. Conamigua ha hurtado el nombre de los migrantes. Cuando la crisis de los menores en la frontera en 2014, cámaras y micrófonos puestos sobre lo que no hizo el Conamigua. Igual cuando el pánico llegó con las amenazas de Trump. Lo mismo todas las veces. Cuando la separación de niños en 2018; y ahora, nuevamente, con los inminentes peligros de los deportados de cara a la pandemia.
' Distinto a otras entidades del Estado, Conamigua no fue tomado, sino hecho para la corrupción.
Pedro Pablo Solares
En cada uno de esos episodios, Conamigua se ha llevado una pésima percepción generalizada. No es de ahora, es de siempre. Aun así, los dedos señalan más al secretario ejecutivo de turno, que a la estructura sobre el cual se apoya. Un andamiaje que sostiene una danza de millones destinados a saber a qué, o más bien, a saber a quién. La estructura se ha mantenido, a pesar de los cambios de secretaría. Recordamos a una de ellas, que sobrepasó por años su mandato, mientras justificaba sus millonarias partidas con nimiedades que ni vale la pena recordar. ¿Quién la mantuvo ahí, y por qué? Luego otra que no cumplía los escasos requisitos de ley para el cargo. El escándalo resonó a tal punto, que hasta los mismos diputados sintieron pena, y la removieron rápidamente. Nuevamente ¿quién la había puesto en ese lugar, y por qué? Y ahora, el actual, más palurdo en su actuar, devela aún más penosamente lo que se propone en este artículo: que independientemente de quién sea nombrado, hay hilos conductores que aglutinan esos nombramientos aislados y que tienen un trasfondo de beneficios ocultos.
He defendido y sigo manteniendo que la solución es cerrar el Consejo. No solo cambiar de secretario, no solo modificar su ley constitutiva. Conamigua es distinto a otras entidades del Estado que fueron tomadas por la corrupción. Conamigua fue creado para la corrupción. Esto en tiempos cuando reinaba la UNE. Su naturaleza jurídica no cabe en nuestra estructura jurídica, no tiene representatividad ni formas de fiscalización. Tampoco tiene justificación su existencia, pues sus atribuciones fueron asignadas a otros entes legítimos, por el nuevo Código de Migración. Sus únicos defensores son algunos diputados, y, penosamente, algunos paisanos que viven en EE.UU. que se auto atribuyen la representación de esas poblaciones, pero en formas que no son democráticas ni constitucionales. Y que, de hecho, propician compadrazgos y favores personales. Estos paisanos, apoyaron a los secretarios anteriores, y algunos de ellos han venido a hacer papeles lamentables en puestos de Gobierno.
Esta semana será la última en la que el Congreso podrá decidir el destino del cuestionado secretario actual, antes del receso. Hay clamor justificado para su destitución. Pero más allá, es oportunidad de quitarle el ventilador a este ente que solo lo desperdicia. El canciller Pedro Brolo, recientemente insistió en este sentido. Creo que es lo sensato. Trasladar los fondos al área consular que tiene buena ejecución y cuyo trabajo (aunque insuficiente) sí llega a la población. Ojalá la razón prive sobre intereses particulares, y que el escrutinio regrese a donde corresponde. Digamos, que al hablar de los paisanos infectados en centros de ICE, en lugar de pensar en Conamigua, se ponga atención a nuestra embajada en Washington y al nuevo embajador. ¿Quién le ha puesto atención a eso? Aparentemente nadie. Conamigua usurpa el “top of mind”.<