Ya sea que esto signifique detener el financiamiento de la Organización Mundial de la Salud, no participar en una conferencia de donadores de vacunas en Europa o impedir que trabajadores de la salud extranjeros en las naciones pobres compren cubrebocas y guantes con ayuda de Estados Unidos, el recorte del gobierno del presidente Donald Trump ha alarmado a los aliados y ha permitido que China asuma un rol público más grande, aunque polémico, en los esfuerzos mundiales.
La retirada diplomática también puede incluir romper lazos con la OMS luego de que el gobierno concluya un análisis de varios meses de duración a mediados de este año que ha tratado de identificar organizaciones alternas con las cuales trabajar.
“Nuestra experiencia en el pasado es que, sin importar las tensiones geopolíticas, era posible reunir a los países en torno a la salud; en especial, cuando había un brote y una crisis real”, explicó Ilona Kickbusch, directora fundadora y presidenta del programa de salud global del Instituto de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo de Ginebra.
“En la actualidad, vemos que la salud se utiliza como un sustituto de todo tipo de conflictos que existen a nivel geopolítico. Y eso es destructivo”, comentó Kickbusch.
El Departamento de Estado insiste en que Estados Unidos encabeza la respuesta mundial al virus, debido a que hasta ahora ha destinado 900 millones de dólares en asistencia para algunas de las naciones más necesitadas del mundo y grupos de ayuda internacional. “El Departamento de Estado está muy centrado en salvar vidas”, declaró el miércoles a los periodistas el secretario de Estado, Mike Pompeo.
El funcionario agregó que varios países, como Australia, Kazajistán, Nigeria y Francia, han comenzado a rechazar la ayuda de China. Eso incluye lo que Pompeo describió como cubrebocas y otros equipos defectuosos enviados a España y a la República Checa. “Las naciones libres del mundo están empezando a entender que China no comparte ni sus valores democráticos tan queridos ni sus intereses económicos y que esto le importa al mundo entero”, manifestó Pompeo.
Sin embargo, los trabajadores humanitarios han informado de que solo una fracción de la ayuda estadounidense ha llegado a los equipos de primera respuesta en el extranjero que están tratando de detener el virus. Además, el financiamiento por sí solo no ha logrado calmar la creciente inquietud de los aliados extranjeros de que Estados Unidos se desmarque de una estrategia unida para tratar y curar la pandemia.
La preocupación es que Washington se retire de una respuesta global y trate de dar forma a la política exterior por decreto, de manera parecida a como los críticos describen la postura del gobierno de Trump hacia las Naciones Unidas, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, el acuerdo nuclear de Irán y el acuerdo climático de París.
Esta semana, el senador republicano de Misuri Josh Hawley se manifestó a favor de la presión del gobierno estadounidense para abolir la Organización Mundial del Comercio, que muchos conservadores ven como una reliquia en un sistema económico global anticuado que no sirve a los intereses de Estados Unidos.
El senador de Nueva Jersey Robert Menéndez, demócrata destacado de la Comisión de Relaciones Exteriores, argumentó que era necesario ser parte de las decisiones mundiales para frenar el coronavirus a fin de tener alguna esperanza de detener su propagación en Estados Unidos. El senador afirmó que así es como el país ha enfrentado otras amenazas mundiales en los últimos cien años.
“Hay un imperativo moral para el liderazgo estadounidense en la arena mundial en este momento”, manifestó Menéndez en una declaración.
Hay pocas probabilidades de que el plan que Menéndez y otros cinco senadores demócratas presentaron el jueves se apruebe tal como está, dado que los republicanos, que tienen la mayoría en el Senado, no lo respaldan públicamente. En cambio, los demócratas pueden esperar que sirva como un plan de acción para el debate público sobre cómo Estados Unidos podría participar más activamente junto con otras naciones y organismos internacionales, incluyendo a la Organización Mundial de la Salud y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La legislación pide la creación de un fondo fiduciario en el Banco Mundial para ayudar a las naciones a desarrollar planes de respuesta para futuras epidemias y pandemias; trabajar con la Unión Europea para desarrollar una vacuna para la COVID-19 y desalentar la desinformación china y rusa sobre el virus, así como promover la estabilidad de las monedas extranjeras y el dólar estadounidense.
El plan también requeriría que el Departamento de Estado y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional adopten varias políticas nuevas durante la crisis actual, entre ellas la de proteger del virus a los estadounidenses en el extranjero y ayudarlos a regresar a sus hogares, así como la de reiniciar el proceso de reasentamiento de refugiados en Estados Unidos.
Tal vez la decisión que más ha puesto en duda el compromiso del gobierno de Trump con la respuesta mundial al coronavirus sea el congelamiento del financiamiento a la Organización Mundial de la Salud.
A mediados de abril, el presidente Trump anunció que no entregaría cientos de millones de dólares a la OMS, que según él había permitido que el virus se propagara debido a su mala gestión y al hecho de que no se responsabilizara a China por sus orígenes.
Gayle Smith, quien dirigió la agencia de asistencia estadounidense durante el gobierno de Barack Obama, dijo que enviar fondos de Estados Unidos al extranjero y apoyar a los programas de ayuda era solo un elemento para liderar la respuesta mundial al virus. Otro elemento importante es la participación activa en las organizaciones internacionales como la OMS para asegurarse de que Estados Unidos siga siendo una fuerza orientadora.
“Tiene que haber un lugar donde todo esto se congregue en alguna institución internacional”, comentó Smith, ahora presidente y director ejecutivo de One Campaign, que la estrella de rock Bono ayudó a fundar para combatir la pobreza y las enfermedades. “Si hay un problema o una preocupación, entonces, debemos trabajar con la organización para resolverlo”.