De acuerdo con Wendy Acevedo, psicóloga educativa, la familia es la primera educadora en la niñez y los aprendizajes que se dan a través de ella son los más importantes porque constituyen los valores familiares, como el respeto, orden, responsabilidad, entre otros. Junto con la escuela son los pilares básicos en la formación de los niños y adolescentes.
El impacto que tiene la familia en el proceso educativo es decisivo porque los niños prestan atención a todo aquello que los padres dicen o hacen. “Los padres y madres de familia muchas veces son quienes apoyan a los niños con las tareas y les motivan en su aprendizaje. Además, la forma en que la familia se expresa de las escuelas o colegios, el apoyo que les brindan, todo influye en la educación del niño”, afirma la profesional.
Beneficios en la niñez
Para la pedagoga Marlene Grajeda, cuando la familia motiva en el proceso educativo de los niños, estos aprenden la importancia del aprendizaje, el cual no debería concentrarse solo en ganar grados, sino en realmente aprender los contenidos.
Además, no debe utilizarse métodos violentos para el cumplimiento de las tareas porque desestimulan el aprendizaje y desde pequeños los niños aprenden a hacer las tareas por obligación y no por gusto propio.
Cuando se tiene una acertada participación de la familia en la vida escolar del niño se generan múltiples beneficios, como:
- El fortalecimiento de la autoestima porque se reconoce y valora sus logros alcanzados y se refuerza su amor propio. También le permite identificar el orgullo y respeto como parte de sus valores fundamentales.
- Se tiene un mejor rendimiento escolar, ya que la motivación del conocimiento compartido conlleva la necesidad de querer aprender más.
- Cuando los padres de familia trabajan de la mano con la escuela, la relación del niño y el colegio también se vuelve más fuerte y eficiente.
¿Cómo lograrlo?
Para lograr un balance entre la familia y la escuela, Grajeda recomienda que los padres de familia consideren a sus hijos valiosos y les den afecto y motivación, porque como toda persona en desarrollo, necesitan a una familia que los ayude a crecer.
“Muchas veces los encargados o padres de familia no ayudan a sus hijos en su aprendizaje porque no conocen el desarrollo infantil. No sabemos cómo se desarrollan sus afectos o cómo aprenden. Entonces, educarse acerca de estos temas facilitará la comunicación con los pequeños y será más fácil ayudarlos”, comenta.
La educación durante el confinamiento
La situación actual, en la que los niños y niñas están recibiendo clases desde casa, ha permitido que los padres de familia se involucren de forma total en la educación de los pequeños. Sin embargo, esto ha resultado abrumador para algunos porque no saben cómo hacerlo y no cuentan con los recursos pedagógicos para apoyarlos.
“Muchos padres se ven saturados con sus trabajos, tareas del hogar, la crisis económica y el estrés de la pandemia y, además, deben ser el apoyo para sus hijos, esto puede causar estrés, frustración e incluso depresión. Por eso es importante que no se agobien, pues esto genera mayor estrés en los niños que ya de por sí deben lidiar con el encierro y la falta de espacio para jugar”, enfatiza Acevedo.
Las profesionales recomiendan, primero, mantener una comunicación fluida con los niños. Preguntarles constantemente cómo se sienten y explicarles la razón por la que están recibiendo clases en casa. Además, comunicarse constantemente con los maestros para resolver dudas o pedir ayuda con recursos pedagógicos.
Pedir ayuda a otros miembros de la familia, como tíos o hermanos. Incluso, mantener comunicación con otros padres de familia para poderse apoyar mutuamente.
Permitir que los niños y niñas realicen la mayor parte de las actividades educativas por sí mismos. De esta forma se genera autonomía en ellos. También se puede buscar recursos en línea que les permita aprender más fácilmente.
“En este momento, es más importante cuidar de la salud mental de todos, incluso más importante que lo que pueda aprender académicamente un niño”, concluye Acevedo.