Gloria Noemí Cojolón, viuda de Castillo, despertó el martes 2 de junio con nostalgia, pues sería el cumpleaños número 36 de su esposo. Ella recuerda que el 3 de junio del 2018, su compañero de vida decidió sumarse a las tareas de rescate por la emergencia del volcán y no celebrar su natalicio como lo habían previsto; sin embargo, nunca regresó.
“Ya son dos años que han pasado, pero para mí es como que acabara de suceder, siempre hay dolor por su desaparición”, dijo Cojolón.
Ella y Castillo procrearon dos hijos, Dulce Abigail -quien al día de la tragedia no había nacido- y Javier Alexánder, de 6 años.
“Ellos son mi fuerza y mi vida, y cuándo lo recuerdo me pregunto por qué Antonio ya no está con nosotros, entonces los veo y me doy cuenta de que me dan fuerza para seguir adelante y seguir luchando”, refirió Cojolón.
“Mi hijo mayor recuerda a su papá y en su poco entendimiento lamenta que su hermanita no lo haya conocido”, agregó.
Si el clima lo permite, la familia del socorrista tiene previsto llegar al lugar de la tragedia para colocar una ofrenda floral en su memoria.
El recuerdo de un padre
Simón Bajxac, padre de Juan Bajxac, el otro socorrista desaparecido durante el desastre recuerda a su hijo con tristeza, porque el día de la tragedia almorzarían juntos, pero su deber como bombero los separó para siempre.
“Ese día estábamos juntos y vimos como caía la arena del volcán y luego de entrar a ver televisión ya no lo vi”, recuerda Bajxac.
Añadió que su hijo tenía 22 años de ser bombero voluntario en San Juan Alotenango y en los últimos tiempos era el piloto de la unidad con la que desapareció junto a su compañero.
Bajxac dejó a su esposa, con quien no procreó hijos, y con un altar con fotografías lo recuerdan en su casa.