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Pepo Toledo: “Mientras tengas oportunidad, nunca dejes de cometer un disparate”

Pepo Toledo expuso escultura por primera vez en julio del 2010 . Esta ha sido una década que ha marcado la historia del arte en esta rama, pero su talento y trayectoria no se limitan a ello. Conozca más de él en esta entrevista que le hizo su amigo Maurizio Colombo. Una conversación entre artistas.

El artista Pepo Toledo junto a la escultura El Ángel de Fuego de su autoría.  (Foto archivo Prensa Libre)

El artista Pepo Toledo junto a la escultura El Ángel de Fuego de su autoría. (Foto archivo Prensa Libre)

Describir Pepo Toledo es relativamente fácil y al mismo tiempo es complicado; fácil porque Pepo es un caballero muy cordial siempre disponible, generoso, garbado, muy atento y con la rara virtud de donar su tiempo para escuchar con interés y atención a su interlocutor.

Complicado porque es marcado por los estigmas de arte, pero al mismo tiempo un iluminado mecenas que apoya y ayuda a otros artistas o a nobles causas con necesidades sociales. Y las dos cosas y los motivos se confunden. Es diseñador proyectista y escultor, promotor cultural, editor de finas monografías artísticas, escritor y teórico de arte, suficiente para enredarse y perderse, pero Pepo tiene el don del equilibrio y sabe muy bien en cual planeta navegan sus proyectos y expectativas.

Sus obras se caracterizan por la precisión y la geometría y sobre todo, por la continua experimentación sea en las teorías de las formas, en los conceptos, como la experimentación de los materiales, en los módulos y los colores.

Todo lo que se descubre en sus obras es una persecución, un diálogo continuo entre opuestos que se complementan entre sí: vacío, completo, geométrico, formas y significado, estática y movimiento. Aquellos que observan las obras de Pepo descubren y obtienen un fruto directo e inmediato: son obras que se revelan y llenan instantáneamente, al mismo tiempo majestuosas y sorprendentes, pero tan ligeras, complejas pero simples. Como él.

La obra de Pepo tiene el gran privilegio que no necesita explicaciones de palabras “cultas”, o conceptos complicados.  Es la que vale y es.  No hay que esperar a un crítico o a que él la explique; el arte por sí mismo debe resonar internamente y agitar emociones y quizás añoranzas, y cuando es así cumple con su premisa y misión: emocionar.

Una de las exposiciones de Pepo Toledo fue El artista visual José, Pepo, Toledo Oceánica, Esculturas Peligrosas, una denuncia a la contaminación del mar. (Foto Archivo Prensa Libre)

Mi amistad con Pepo es de más de 30 años.  Nos cruzamos y coincidimos en varios y estimulantes proyectos, al final nuestras almas se juntaron para tocar la misma melodía: la del Arte.

La mejor manera de conocer a Pepo es conversar con él. También soy artista por lo tanto estoy confiado en hacerles unas preguntas de artista a artista.

Empezamos con la pregunta más obvia ¿puedes relatar sobre tus primeros pasos en el mundo de las arte y por qué la escultura?

Desde pequeño me gustaba dibujar.  Quizás una premonición de lo que sería mi destino. Me gustaba leer, escuchar música clásica y hacer poemas. Fue una época de estímulos, visiones, mucha curiosidad y sobre todo muchas ganas de experimentar.  Siempre estuve involucrado con el arte de una forma u otra. El arte refleja a quien lo hace. La otra pasión de mi vida fueron los automóviles.  Esto me llevó a participar en competencias. Modificaba la forma de los autos para hacerlos más competitivos. De allí viene mi afición por la lámina y el manejo de los metales para hacer esculturas. En algunas de ellas incorporo partes de automóvil dándole una función distinta de la original.  Lejos de convertirse en arte povera, las piezas de deshecho son dignificadas como estructuras. Cada metamorfosis es una estimulante aventura.

¿Puedes describir el proceso creativo de la escultura, desde las ideas, la intuición, el boceto si hay, hasta la realización?

Ver y escuchar. Reflexión. Conexión con el alma. Acción. Transformar la idea que se gesta en el cerebro en formas que dialogan con el espacio.  Proveerles de expresión, de emoción. Generar significantes. En esto consiste la escultura.  Después de tantos años en contacto con el arte los impulsos creativos nunca se detienen. Bocetos, dibujos, notas. Lo que falta es tiempo y medios para hacerlas realidad.  Mis esculturas son aéreas, bocetos en el aire.  Si eres auténtico, si has sido sincero contigo mismo, solo entonces serás recompensado.  Vendrán nuevas génesis, nuevas intuiciones, nuevas ideas para futuros proyectos.

(Vea una entrevista que Guatevisión hizo a Pepo Toledo en 2017)

¿Qué técnicas usas?

Cada elección va subordinada al proyecto. Utilizo principalmente lámina y me apoyo en procesos industriales. Experimento con todo tipo de medios de soporte y de acabados. Los que en ese momento responden al estímulo intuitivo y satisfacen las exigencias de la realización. Uso pintura automotriz, acero inoxidable pulido como espejo, óxido. Este último me gusta mucho porque es una textura viva. Representa el paso del tiempo.  El aprendizaje es continuo.  La interacción que permite la escultura permite alcanzar en ocasiones una revelación nueva, a veces inesperada.

¿Qué significa el arte para ti?

El arte es antes que todo expresión y no forzada representación. La expresión y no la técnica es el significado de la obra. Podemos reconocer el estilo en el sentido de una técnica característica, pero al artista lo entendemos por el carácter de sus ideas o la fuerza de sus sentimientos. De ahí la importancia del concepto, pero no al punto de negar la representación real de la obra y pretender que la belleza está superada. Hoy se busca la esencia del arte en cualquier lado menos donde ha estado siempre: en la belleza.

¿Hay algún artista que te inspire?

Hay muchas obras de arte que me impresionan, y tengo una profunda estima por muchos artistas. No es casualidad que cada vez que visito nuevas ciudades, ferias de arte y museos, recibo nuevos estímulos que me apremian a regresar y hacer algo nuevo. Sin embargo, no estoy seguro de inspirarme en ninguno de ellos en forma directa. Más bien, las ideas provienen del contexto en el que vivimos. Todos mis trabajos tienen un tema común: interpretar y cuestionar a la sociedad contemporánea en todos sus aspectos. Mi mensaje va en contra de la destrucción de la naturaleza, la degradación de las relaciones humanas y la destrucción del arte mismo asociado a la verdad y a los valores humanos.

Hay obras que tienen más de quinientos años y son de una modernidad impresionante, lo que confirma el hecho de que el tiempo no existe y que el arte, es real, es trascendente. Con Efraín Recinos tuvimos una entrañable amistad.  Su genialidad, su calidad humana y ese insustituible toque de locura fueron una gran influencia para mí.

¿Qué intentas comunicar a través de tus obras?

La pasión, el amor, la vida. La conciencia y la responsabilidad de saber que puedo ser factor de nuevos cambios en esa batalla de formas que es el Universo visto a través del tiempo. Por ejemplo, mis Pepoglifos son una clara expresión de ósmosis de una larga serie de elementos opuestos: masculino y femenino, lleno y vacío, positivo y negativo, adentro y afuera, arte y ciencia, visible y oculto. Cada escultura es una reflexión sobre los conceptos del orden y del caos. Metamorfosis. Este es el concepto clave para entender mis obras, porque tengo la dicha, como lo demás artistas, de poder transformar las cosas, los objetos, la materia, pero también los valores, los falsos parámetros académicos, los conceptos.  En fin, ser protagonista y autor de nuevas ideas y valores.

Pepo Toledo en una fotografía del recuerdo junto a su esposa Regina Mejía, Efraín Recinos, Ana Regina Toledo, y Manolo Gallardo. (Foto Prensa Libre: cortesía Pepo Toledo).

¿Qué mensaje te gustaría dar a los estudiantes de Arte que sueñan con convertirse en artistas?

Es obligatoria la pregunta: Cualquier persona puede hacer lo que yo hago. Todos tenemos los dones que Dios nos ha dado, pero en diferentes medidas.  Es cosa de aplicarse y desarrollar ese don. Difícil no es, pero sí laborioso.

Aprende a escuchar: a todos aquellos que quieran darte consejos o a aquellos a quienes les hayas pedido. Toma lo bueno y deshecha lo malo. Recuerda que siempre habrá alguien que te diga: “Qué estás haciendo, pon los pies en la tierra, no puedes comer con arte”. Para ser artista tienes que ser auténtico, tienes que ser honesto contigo mismo, aprender a escuchar el silencio.  Un gran pintor del siglo pasado, Jackson Pollock, escribió: “cuando estoy en mi pintura, no soy consciente de lo que estoy haciendo”.

En ese momento él era él mismo y estaba sólo consigo mismo.  Después de un tiempo, se convirtió en uno con el lienzo, los colores, el material, con el trabajo. No digo que sea fácil o rápido, pero repito algo que he aprendido de los grandes artistas (entre ellos Efraín Recinos), y te aseguro, no mentían cuando se trataba de arte: “Pepo, concéntrate, debes trabajar duro y siempre con gran calidad. Los resultados llegarán, tal vez no de inmediato, pero si continúas así, tarde o temprano vendrán. Trabaja duro, recuerda: la vela para arrojar luz debe consumirse.”

¿Con qué sentimiento se mueve tu arte? ¿Es un gesto o una reflexión que toma forma de un sentimiento más profundo?

No siempre eres amable con lo que amas. La cultura y el bagaje artístico del pasado siempre están allí queriendo influir en nosotros. Me preocupa la influencia del futuro, los excesos del arte contemporáneo donde la idea prevalece sobre la realización material de la obra, hasta llegar al punto de considerarla superflua.

La belleza se considera superada. El arte deja de dar gozo al ser humano y a cambio de eso lo perturba. Hoy en día dominan la mediocridad, la impericia y la negatividad. El arte conceptual llevado a extremos se ha vuelto refugio de pseudoartistas que no saben pintar, dibujar ni esculpir.

Es la entrada del vandalismo en el cuerpo de las formas. Es una lucha donde no hay sangre, pero sí cicatrices que quedan como un recurso reflexivo que insinúa una reinterpretación que rompe el hilo de la narrativa. Mi pasión es la escultura urbana.

Cada maqueta que hago quiere crecer y convertirse en una de ellas. Intento capturar el cansancio de las imágenes encerradas en los museos y quizás en nuestra memoria. A veces necesitan de una catástrofe para encontrar libertad.  Las esculturas del pasado eran monumentos celebrativos que invadían espacios para a veces caer en los museos. Mis obras no ocupan el espacio, lo alimentan, lo interpretan, viven en él. Yo aspiro a que mis obras sean en continuo diálogo con quienes las miran o las tocan.

¿Tus obras generalmente tienen una tensión dinámica, que evoca la cinética del barroco. Hasta qué punto está relacionado tu arte con el barroco?

El barroco es solo uno de los segmentos de la historia del arte donde más me nutro para alimentar la idea del dinamismo.  Curvas, contra curvas y espirales creando ritmos y fuerzas contrapuestas. Efectos de inestabilidad y fugacidad. La energía de la diagonal proyectándose en el espacio. Figuras o superficies en continuos movimientos y tensiones.  La convulsión barroca en realidad ni siquiera es agradable para mí, porque implica una dispersión en el espacio, en conflicto con mi sentido hierático del centro y del equilibrio; pero si la idea es el dinamismo.

Montaje, Ángel de la paz, Erlangen, Alemania. Una de las obras más famosas del escultor y promotor cultural Pepo Toledo. (Foto Prensa Libre: cortesía Pepo Toledo).

¿Cuánto crees que el arte contemporáneo, del cual ya eres exponente establecido, está o debería estar relacionado con el arte del pasado? Con respecto a los temas que prefieres, ¿cuál de estos resume más el concepto del arte antiguo y es inspirador para el presente?

El Renacimiento rescata el arte del oscurantismo medieval en base a la vuelta al clasicismo.  Los artistas, que trabajaban en el anonimato en talleres gremiales, nacen a ser figuras individuales y valoradas.

Al final del movimiento emerge una reacción anticlásica llamada manierismo.  Las figuras comienzan a deformarse “a la manera del artista”, buscando la extravagancia.  Los artistas empiezan a expresarse interpretando las formas e imprimiendo su estilo.  Algunos autores dicen que es aquí donde comienza la historia del arte.

Lo mismo sucede con el Neoclasicismo, primer movimiento de la época moderna.   Las estructuras formales bien orientadas se convierten en estimuladores del proceso creativo dando rienda suelta a la expresión.  La extrema libertad del arte moderno vuela sobre la base sólida del clasicismo.

Hay un sentido de respeto y disciplina en el arte antiguo, incluso en lo que en aquel entonces era más transgresor, revolucionario, pero innovador, que nos enseñó el camino de la rebeldía hacia lo académicamente establecido.

Es lo que hace que las obras, a mis ojos, sean más emocionantes y nos enseña a complicar nuestras vidas para dominar la forma obteniendo satisfacciones sólidas. Con respecto a las razones del pasado que prefiero, aparte de la grande maravilla del Renacimiento, la extrema libertad de Kandinsky y las vanguardias rusas, y los artistas que pintaron como niños, como Klee y Miró.

En el caso de las obras escultóricas, ¿aplicas las mismas influencias y significados que las obras pictóricas?

Es más fácil hacer proliferar las obras pictóricas que las escultóricas; esta es la razón principal del desequilibrio. Pero el cambio de una práctica a otra es necesario para mí porque la pintura es plana, necesito desintoxicarme con los volúmenes. La pintura siempre es la misma bajo cualquier tipo de iluminación, no cambia su esencia, la escultura sí.

Según la luz que puede ser cenital, o dramática, directa o suave, la escultura da lo mejor de sí misma.  Por el hecho que es volumétrica obliga a dar vuelta para poderla apreciar y descubrir sus distintas facetas. Es tridimensional e invita a que se le toque. Interactuar con la escultura monumental es una experiencia única por la cantidad de energía que contienen y la espiritualidad que emana de ellas. Mis manos están más cómodas con la escultura porque satisface más el sentido del tacto; sin embargo, la pintura ha generado automatismos que también condicionan todas mis instancias de necesidades estéticas.

¿Qué proyectos tienes en el cajón para tus próximas obras o exposiciones?

Con la Universidad de San Carlos estamos trabajando varias esculturas para la plaza del Edificio Administrativo, donde ya hay una mía. En lo privado, estamos proyectando un mural y una escultura urbana en el edificio Museo San Mateo.

En el plano internacional, continúo con el proyecto del Ángel de la paz, portador de un mensaje de concordia de Guatemala a diferentes capitales del mundo. Espero instalar el próximo en Israel. Por el otro lado, cuando comencé a hacer escultura dejé por un lado la pintura. En 2017 cuando lancé mi serie Pepoglifos volví a pintar. Pienso dedicarle un poco más de tiempo a esta actividad. Sueño con tener a disposición muchas paredes, definiendo espacios de todas las dimensiones y materiales y que cada quien sea libre de poner a dentro del muro lo que más le representa, lo que quiera expresar.  Puede ser un dibujo, una frase, un signo.  Que la gente se exprese y yo le pongo el marco. Un primer experimento lo hicimos en 2015 en el barrio La Morera en el Centro Histórico de la ciudad de Guatemala.

Tú a veces hablas de diálogo silencioso. Dices que hay un diálogo silencioso entre tú y aquellos que miran tu trabajo.

El arte es necesariamente diálogo. Los diálogos en las artes visuales se han dado como puentes en el tiempo y la distancia entre artistas, muchas veces procedentes de diferentes culturas. Diálogos como el de Las Tres Gracias -un tema de la mitología griega- han sido representado por muchos artistas en la historia.  Otros han hecho su propia versión de El beso y El grito.

Se han dado intercambios más complejos, como Los fusilamientos de la Moncloa, de Francisco de Goya, 1814; El fusilamiento de Maximiliano, de Édouard Manet, 1867-1869, y Masacre en Corea, de Picasso, 1951.  También ocurren diálogos entre un maestro y otro, como es el caso de Picasso, quien hizo varias reinterpretaciones de Las Meninas de Diego Velásquez, 1656,  en el año 1957.

Mis esculturas de la serie Bosque Urbano son un diálogo con Chillida en el tiempo y la distancia, específicamente con su obra El Peine del Viento. Palabras claves: espacio y energía, estética de líneas y planos, energía prisionera y energía liberada.

Escultura Síntesis neurológica de la abstracción en el eterno conflicto conceptual entre percepción y representación. Lugar: Santo Domingo del Cerro. (Foto Prensa Libre: cortesía Pepo Toledo)

¿Quiere decir que un trabajo siempre debe ser original?

Un artista no puede darse el lujo de ser un replicante. Como dijo Borges: “Cada uno de nosotros es, de algún modo, todos los hombres que han muerto antes… Esa inmortalidad se logra en las obras, en la memoria que uno deja en los otros”. Entonces, ¿dónde está su originalidad? ¿En qué consiste la creatividad?  En el comportamiento ante la actividad creadora y los procesos de pensamiento.

Nuestro cerebro tiene la capacidad de almacenar las experiencias vividas. Puede reelaborar situaciones utilizando elementos adquiridos en experiencias pasadas. Ante el reto creativo puede responder con dos comportamientos diferentes.

  1.  El impulso reproductor, ligado a nuestra memoria, donde no se está creando algo nuevo sino se copia; mediocridad.
  2.  El impulso creativo o combinatorio, que consiste en reelaborar situaciones utilizando elementos adquiridos en experiencias pasadas, en diferentes dimensiones, cambiando el uso a las cosas, moviéndolas de una cultura a otra, recombinándolas de forma diferente.  ¿Es en ese delicado conjunto de medidas correctas que un poeta, un pintor, un escultor descubren en un discurso, un diálogo que evoluciona hacia nuevas visiones?

Como ya dijimos, el arte puede considerarse “diálogo” y como tal tiende a una evolución cultural, a un movimiento continuo.  Ciertas obras experimentales son incomprendidas porque son vanguardistas. Pero esto es bueno porque se rompen barreras ya establecidas y viejas que eran cómodas y entendibles para todos.  Se violan los limites culturales para abrir a nuevas fronteras.  Esta es la función de arte.

Ángel de la paz en Palais de Nations, UN, Ginebra. (Foto Prensa Libre: cortesía Pepo Toledo).

¿Tú puedes ser un artista en tus tareas diarias, incluso fuera de los límites tradicionales del arte?

Dios me cambia de oficio de cuando en cuando. De mecánico a empresario, artista, economista, periodista, autoridad reguladora de servicios públicos, activista ambiental y promotor cultural.

Todas estas actividades las he realizado artísticamente. Es realmente una forma de ser.  La creatividad es la forma en que nos relacionamos con la realidad que nos rodea.  Nuestra curiosidad es la articulación en la que gira todo. De la duda surge el conocimiento. Este mecanismo, si lo aplicamos en cualquier sector de la actividad humana, funciona.

Uno es un artista cuando interpreta el arte como trabajo, y el trabajo como arte.  Debe ser algo que te apasione, que te guste, que no te aburra.  Algo de lo cual estar orgulloso y por la misma razón cada trabajo puede interpretarse de una manera artística.

Tu pregunta me hizo pensar en una cita de Martin Luther King: “Si un hombre es llamado a ser barrendero, deberá barrer las calles incluso como Miguel Ángel pintaba, o como Beethoven componía música o como Shakespeare escribía poesía. Debería barrer las calles tan bien que todos los ejércitos del cielo y la tierra puedan detenerse y decir: aquí vivió un gran barrendero que hizo bien su trabajo”. Esto significa enfrentar cada actividad con un espíritu diferente: uno debe hacer las cosas no tanto por hacerlas sino porque en el proceso aprende y toma conciencia de sí mismo. De la misma forma, aquellos que estudian para ganar el examen y no por su conocimiento corren el riesgo de pasar la vida aprendiendo cosas que olvidan al día siguiente.

¿Cuál es la relación entre arte y trabajo?

El arte es trabajo y el trabajo hecho bien es arte. Yo trabajo de la mañana a la noche. Me complace poder dedicarme a lo que amo.

Pero es trabajo y, como tal, lo considero. Hablo de trabajo en el sentido poético de la palabra, en sentido elevado, sin referirme a algo alienante, a una actividad que se realiza todos los días con la mente proyectada en el fin de semana.

Mi trabajo es la oportunidad que tengo de levantarme cada mañana y estar feliz porque sé que tengo el don de crear algo nuevo. Es la ocasión que tengo de experimentar el mundo y en mí mismo. El arte y el trabajo son lo mismo, y un artista lo es cuando trabaja como tal. Es por eso que es muy importante no limitarse al proceso creativo o de producción, sino ir más allá y conocer el sistema en el que encajan su trabajo y su arte. Promover, comunicar, vender en el mejor de los casos lo que haces.  Trae el arte al trabajo.

¿Es por esta visión que te puedes considerar como un artista social?

El artista siempre es social: si no estás encerrado dentro de tu casa, preso entre tus cosas, te conviertes en fuerza social. Cualquier gesto que hagamos lo es social porque implica una modificación del entorno que nos rodea. Especialmente cuando tratas con arte, sabes que solo una parte de lo que haces está relacionado con tu satisfacción personal, tu crecimiento.  El resto concierne al público, a las personas que te rodean, al usuario de tu trabajo.

Creo que cada trabajo nunca es una sola cosa, igual a sí mismo, sino que también lo hacen las personas que participan en él, que son parte del proceso, sean  colaboradores o espectadores receptores. Por otro lado, una película sin espectador ¿qué película es?

Efraín Recinos, Jorge Montes, Luis Díaz y Pepo Toledo. (Foto Prensa Libre: cortesía Pepo Toledo).

Por  último, ¿qué hay con la idea de la locura y el arte?

A los niños les es permitido vivir en su mundo imaginario. El adulto que lo hace es genio o loco.  El adulto loco considera reales sus creaciones imaginarias. El niño distingue perfectamente una cosa de la otra.  El loco tiene un inmenso mundo interior pero no lo controla.  Por el contrario, su mundo interior lo domina y lo aparta de la realidad.  Pero, ¿qué es lo real y qué lo irreal? ¿Es nuestra propia percepción de la realidad la que está perturbada?

Para Erasmo de Rotterdam, creador de la famosa obra Elogio de la locura (1511), la locura es castigo del saber para quienes creen saber y “La sabiduría inoportuna es una locura…”.  Esto me hace pensar que ejercer la locura puede llevar a la sabiduría. Rotterdam también dijo que “La razón, para ser razonable, debe verse a sí misma con los ojos de una locura irónica”.  A partir de esta frase se analiza la razón a partir de la locura.  Pasa a ser parte de ella, inseparable. La locura es la parte más prodigiosa de esta dualidad.

Vicente Huidobro dijo: “Si no hiciera al menos una locura al día me volvería loco”. Mario Monteforte Toledo acotó: “Afortunadamente aún quedan locos en este mundo.  Milagro fructífero es que se junten”.

A todos ello, incluyéndome a mí, dediqué una de mis esculturas favoritas: Wacko City (La ciudad de los chiflados).  La acompañé de las siguientes reflexiones: “Los peores momentos de un lunático son los de lucidez”.  “Terrible cosa debe ser padecer de cordura”.  “La razón es la cárcel de los que no han perpetrado ninguna locura en su vida”.  “Mientras tengas oportunidad, nunca dejes de cometer un disparate”.