En principio, es normal e importante que la motivación disminuya después de un éxito. Se trata de un mecanismo de recuperación del cuerpo, explica el profesor universitario Jens Kleinert, jefe del departamento de salud y psicología social del Instituto Psicológico de la Escuela Superior de Deportes de Alemania, ubicado en la ciudad de Colonia.
“Seguir algo con mucha motivación y empeño proporciona mucha energía y se necesita la correspondiente regeneración”, agrega Kleinert. Eso se traduce en que primero conviene cargar de nuevo energía física y mentalmente.
“El agujero en el que se cae tras alcanzar las metas propuestas es un mecanismo importante”, enfatiza el experto. Cualquiera que sepa esto podría evaluar la falta de ganas de una manera completamente diferente.
El psicólogo y científico especializado en deportes Thomas Ritthaler tiene un punto de vista similar. Aconseja tomar la fase después de alcanzar una meta como una oportunidad y revisar los objetivos.
Fije usted mismo sus objetivos
Ritthaler considera importante plantearse si los objetivos fijados son realmente los que uno se ha marcado o si hay detrás un “debería…” o “tendría que…”. Solo si los próximos objetivos a conseguir son los que uno mismo se ha fijado, se podrá conseguir el éxito sin perder el entusiasmo en ello, así como la motivación.
Tiene sentido reflexionar en la fase posterior al logro de los objetivos, afirma el profesor Jens Kleinert. Por ejemplo, se puede dirigir la atención a otras cosas que previamente se han perdido de vista. La recuperación no significa necesariamente no hacer nada, pero a veces también conviene hacer algo diferente, explica el experto.
Entrenar más puede generar problemas
Kleinert recomienda pensar en las propias metas. Por ejemplo, si se quiere correr una carrera de 20 kilómetros después de haber completado una de 10 kilómetros, es que se tiene un objetivo orientado a los resultados.
“Es comprensible que siempre queramos seguir evolucionando”, enfatiza Kleinert. Pero esa postura también tiene otra vertiente: “Adentrarse en un mayor rendimiento suele comportar también más tiempo de entrenamiento, lo que aumenta la probabilidad de conflicto con otras áreas de la vida”.
Precisamente para los deportistas aficionados es importante que no se produzca ninguno de los denominados conflictos de objetivos. En otras palabras: que sus metas deportivas no ocupen tanto espacio en el mejor de los casos como para descuidar otras áreas, como la familia, por ejemplo.
Además, el objetivo orientado a los resultados no debería acapararlo todo, pues entonces uno va automáticamente intentando conseguir ser más rápido o llegar más lejos. Sencillamente no es posible, además de los posibles conflictos de objetivos ya mencionados, también los nuevos objetivos se deben compaginar con el trabajo, la familia, los amigos y demás actividades de ocio.
Lo que cuenta es el proceso
La alternativa es establecer objetivos orientados al proceso, según aclara Kleinert: “Uno se concentra en la propia carrera y se plantea cómo puede asegurarse de que lo está haciendo todo bien en la carrera de diez kilómetros”. Uno puede, por ejemplo, pulir la técnica o unir fuerzas con otros atletas aficionados.
“¿Por qué los objetivos siempre deben fijarse en términos cuantitativos?”, cuestiona el médico deportivo Ritthaler, de Múnich. En su opinión, quien haya completado los diez kilómetros de una maratón puede intentar una carrera de diez kilómetros por la montaña. O 50 kilómetros de patinaje en línea. De esa manera no se va a aburrir. “Conviene escuchar más al propio instinto y hacer lo que realmente le apetezca a uno hacer. No se puede tener fuerza de voluntad infinita”, explica Ritthaler.
Mantener lo conseguido
Puede ser que algunas personas lleguen a pensar que mantener las cosas como están no tiene sentido desde un punto de vista deportivo, pero no es cierto. “En principio, también es un objetivo de mejora mantener lo conseguido, porque después de cierta edad el cuerpo comienza a perder fuerza”, apunta Ritthaler. Contrarrestar esto ya significa un aumento constante.
“No siempre hay que perseguir un objetivo que supere el anterior”, afirma Thomas Ritthaler, médico especializado en deportes.
De todos modos para Ritthaler existe otro aspecto que es el más importante: en lugar de juzgar un objetivo calificándolo de bueno o malo, se debería considerar si es un objetivo coherente y adecuado para uno mismo. Porque sólo entonces la motivación para llevar una vida más atlética sale de uno mismo. También se dice que está intrínsecamente motivado y no se tiene que luchar constantemente con esa voz interior que mina la voluntad.
Necesita un plan
El psicólogo deportivo Kleinert reconoce que muchas personas no se plantean todas estas cuestiones, por ello insiste en la recomendación de que los atletas aficionados que estén especialmente orientados al rendimiento definan el siguiente nivel al que quieren llegar después de haber logrado su objetivo y elaboren un plan en consecuencia: ¿Cómo serán las próximas semanas y meses? ¿Qué objetivos y etapas intermedias deben alcanzarse y cuándo? “Un plan de acción concreto ayuda a salir racionalmente de un agujero de motivación”, indica.
Kleinert también aconseja buscar aliados, ya que eso ayuda emocionalmente. “Si uno no puede darse el empujón a sí mismo, siempre es bueno compartir con otros”, aunque en este momento solo sea de forma virtual.