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Esta infraestructura educacional es muy fuerte en los países del primer mundo pero es muy incipiente o inoperante en los países en vías de desarrollo. Para una persona interesada en desarrollar una carrera en ciencia y tecnología el postgrado es absolutamente necesario. Esta es la razón por la cual muchos jóvenes emigran a destinos como Europa, Estado Unidos, Brasil, etc. ya que estos países ofrecen programas de postgrados que no existen en naciones del tercer mundo.
Muchos países ofrecen muy buenas becas y estipendios no solo a sus estudiantes sino a estudiantes extranjeros. Es decir que hay naciones que invierten en personas que no son sus ciudadanos a fin de que estudien postgrados en sus universidades. La razón es que hay una ganancia muy grande: se está importando hacia ese país personas muy inteligentes, con una gran capacidad de aprendizaje para que se involucren con proyectos tecnológios propios de ese país. Para ámbitos como el nuestro, esto es lo que llamamos fuga de cerebros. Para los países desarrollados es lo contrario: una ganancia de cerebros y de capacidades creativas para sus sociedades.
En Guatemala nos hemos quedado muy atrás en el rubro de atraer cerebros a nuestra tierra. No solo el gobierno no tiene programas de becas de postgrado para los propios guatemaltecos, sino que tampoco hay postgrados de calidad. Todo el valor productivo que la actividad de nuestros jóvenes estudiantes podría generar se pierde en nuestra sociedad, porque se translada a los países que reciben a estas mentes brillantes.
Hace unos días EEUU anunciaba que los estudiantes internacionales que fueran a tomar clases en línea tenían que regresar a sus países de origen. De inmediato la comunidad universitaria se movilizó para tomar medidas en contra de tal disposición. Más allá del impacto económico inmediato, el deportar a miles de estudiantes internacionales representaría una fuga de cerebros masiva para tal país. A largo plazo sería la pérdida del estatus de potencia mundial.
El talento humano es nuestro principal activo. Debemos empezar a evitar la fuga de cerebros y así enfocar todo ese talento en el crecimiento de nuestra propia sociedad.