Internacional

El fantasma de la gripe española deambula por antiguo pueblo minero de Arizona

La gripe española cobró la vida de unos 50 millones de personas en todo el mundo.

El uso de mascarillas fue necesario durante el brote de la gripe española, entre 1914 y 1918. (Foto Prensa Libre: Keystone)

El uso de mascarillas fue necesario durante el brote de la gripe española, entre 1914 y 1918. (Foto Prensa Libre: Keystone)

“Se ha ido pero no será olvidado”, reza la lápida de Carl Axel Carlson, fallecido de gripe española en 1918 .

Su cuerpo llevó el virus a Bisbee, en aquel entonces un próspero pueblo minero de Arizona y hoy una ciudad turística que lucha por sobrevivir a la pandemia del nuevo coronavirus más de un siglo después.

La gripe española “llegó en tren”, explica a la AFP el historiador local Mike Anderson. Carlson murió en septiembre de 1918 en una base militar en Nueva Jersey y su cuerpo fue enviado al pueblo para ser enterrado con honores militares.

“Llegó a Bisbee en la primera semana de octubre, y dos o tres días después ya estaba matando gente”, indica Anderson mientras camina entre la maleza señalando la tumba de J. E. Henderson (1893-1918) y Clara L. Coffman (1884-1918), otras de las 180 víctimas que se calcula dejó ese virus en la ciudad.

La llegada de la covid-19 sacudió el polvo del recuerdo colectivo casi olvidado de aquella crisis de hace 102 años.

Desde entonces mucho ha cambiado en esta ciudad de unos cinco mil 200 habitantes, muy cerca de la frontera con México y enclavada en las montañas de Mule, con un clima fresco que los turistas adoran y un ambiente bohemio, hipster.

Donde hace más de un siglo había cantinas y prostíbulos, hoy hay galerías de arte, boutiques y restaurantes en viejos edificios victorianos de ladrillos y madera muy bien conservados. Su hermosa biblioteca permanece intacta.

Pero la economía está prácticamente paralizada, con 57 casos de covid-19, incluido un muerto, una cifra ínfima entre los más de 163 mil casos que suma Arizona, uno de los estados más afectados de Estados Unidos y con sus hospitales casi al máximo de su capacidad.

La ciudad está dividida entre la necesidad de cerrarse y mitigar el virus –sobre todo porque buena parte de la población es anciana y vulnerable– o recibir turistas y no quebrar aunque signifique exponerse más.

El alcalde, David Smith, explica que los primeros contagios se registraron cuando una avalancha de visitantes invadió la ciudad en el feriado del Día de los Caídos, el 25 de mayo.

“Los bares estaban llenos”, dice ofuscado. “Hay gente que simplemente no le importa”.

 

Enterró a su hijo”

Anderson examina el pasado a través de artículos de la prensa local que reportaban órdenes de confinamiento y hasta una prohibición de besarse para mitigar los contagios de la gripe española, que se cobró la vida de unos 50 millones de personas en todo el mundo.

Hay quien cree hoy que las medidas del pasado fueron más estrictas, pero Anderson aseguró que la actividad minera, que hizo que fuera de las ciudades más prósperas del oeste de Estados Unidos, nunca paró, sobre todo porque la I Guerra Mundial impulsó la demanda y triplicó el precio del cobre.

Entonces la ciudad tenía más de 25 mil habitantes, muchos mineros que vivían y trabajaban hacinados.

“La gripe no discriminó entre ningún grupo de personas. Mató a profesores, a médicos, a mineros”, recuerda Anderson.

Es difícil encontrar en Bisbee descendientes de una familia afectada por el virus de hace más de un siglo.

Pero la llegada de la pandemia de covid-19 hizo recordar a Peter Bach, minero de profesión, cuando su abuela le contaba cómo la gripe española mató a su hijo de un año y casi se lleva a su esposo, que cayó gravemente enfermo.

“Cuando mi abuelo se recuperó, construyó una pequeña urna de madera y enterró a su hijo en el patio trasero”, rememora.

En ese entonces vivían en Kansas, donde se reportó aquel virus por primera vez en Estados Unidos, y se instalaron en Arizona años después.

Se llamó gripe española porque España, neutral durante la I Guerra Mundial, fue la primera en reportar sobre la pandemia.

“Está cargada”

Ya retirado, Bach trabaja en la vieja mina Copper Queen, inaugurada en 1915, que funcionó unos 100 años antes de ser convertida en una atracción turística. Desde la llegada de la covid-19 opera con grupos pequeños.

Los turistas abordan un pequeño tren para adentrarse por los angostos y profundos túneles rocosos salpicados de cobre.

Con la llegada del fin de semana, comienza a verse visitantes, la mayoría de ciudades cercanas como Tucson o Phoenix, muy golpeada por el coronavirus.

Además de sombreros y botas vaqueras, muy a la moda en esta región del país, la mayoría de ellos llevaba la mascarilla exigida por las autoridades.

Los bares, muy famosos en Bisbee, permanecen cerrados, mientras que algunos comercios atienden por cita.

La vendedora de una tienda de sombreros asegura que las ventas iban bien, aunque un galerista de arte Sloan Bouchever afirma que la pandemia “mató” su negocio, mientras que Sonia Allen asegura que su gimnasio puede sobrevivir cerrado solo “un mes más”.

En un hotel, un huésped lleva un revolver en una funda a la vista. El mesero pide que le entregara para colocar en la caja fuerte por seguridad.

“Cuidado, está cargada”, advierte a la recepcionista al dejar el arma.

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