Los lineamientos para el manejo de cadáveres del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) establecen que los familiares no pueden apoyar en el embalaje del cuerpo y solo lo hace el personal sanitario. Además, el funeral debe ser inmediato después del fallecimiento, como máximo seis horas y no está permitido velarlos ni tampoco darles un servicio religioso.
Eduardo Martinez, coordinar del ERI de Totonicapán, explicó que, a solicitud de la comuna asumieron las inhumaciones de las personas fallecidas por covid-19, porque nadie más aceptó hacerlo por el temor a contagiarse mientras realizan las labores. El ERI está conformado por 10 bomberos, quienes recibieron el curso de manejo de materiales peligrosos y riesgos biológicos y que ahora de bomberos son sepultureros.
Martinez explicó que la pandemia reconfiguró sus actividades, porque de salvar vidas pasaron a enterrar los cuerpos de las personas. “Cuando se activa el protocolo, la municipalidad es la encargada de dotarnos de los trajes y los usamos una vez. Posteriormente los incineramos para mayor seguridad y procuramos tener nuestra zona segura. Nos desinfectamos con alcohol para que estemos 100 por ciento seguros después del trabajo de la sepultura”, indicó.
¿Cómo es su rol de trabajo? Martinez explicó que las labores inician desde trasladar el cadáver del hospital hacia el cementerio, o si fallece en algún otro lugar como alguna casa, es el MSPAS la entidad encargada de hacer el traslado hacia el camposanto para darle sepultura, no sin antes desinfectar con algunos químicos el nicho donde será enterrado
Durante estas labores, Martinez afirmó que han aprendido a hacer trabajos de albañilería para que las fosas queden bien selladas y así evitar que cuando sus familiares lleguen después a visitarlos no haya riesgo de contagio. Además, agregó que con su equipo de trabajo siguen un lineamiento estricto para realizar los entierros, todos se cuidan entre todos. Se consideran una familia.
Hasta ahora 42 personas fallecieron por covid-19 en Totonicapán, pero el equipo sepultó a 38, indicó Martinez. “Nos ha tocado enterrar a amigos. Era un doctor que colaboraba en nuestra estación. Los más difícil es que somos el último canal entre la familia y sus seres queridos. Nos solicitan que hagamos videollamadas o vídeos de las sepulturas. Lo más duro es sostener el teléfono cuando los enterramos, mientras escuchamos el dolor y llanto de su familia”, dijo.
Además, contó que muchos de los entierros los han realizado por la noche y la madrugadas y pasan hasta cinco horas trabajando en el lugar con todas las medidas de seguridad. Martinez resaltó que aunque saben los bomberos que es una tarea riesgosa y que también han sido discriminados en las calles porque las desconfían de que puedan estar contagiados, lo hacen con gusto porque su municipio lo necesita.
Temor
El pasado 25 de abril, un grupo de vecinos de Totonicapán se opuso a que una mujer de 61 años, originaria de aldea Chipuac, que murió de covid-19 fuera enterrada en el cementerio de la localidad por temor a contagios. Debido a este rechazo fue sepultada en el cementerio de Chipuac por los bomberos.
La adulta mayor fue la primera persona que enterraron, luego que se hicieron cargo también de hacer el embalaje de su cuerpo. Hasta la fecha, Totonicapán es uno de los departamentos del país en donde aumentaron las muertes por covid-19.
“Nos preocupa también Totonicapán y Sololá donde el número de pruebas que se está haciendo es muy bajo, pero la tendencia de positividad de pruebas nos dice que el nivel de contagio está aumentando”, señaló Edwin Asturias, jefe de la Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia del Covid-19 (Coprecovid) durante una conferencia de prensa.
Hasta la fecha Totonicapán acumula 545 casos y 27 fallecidos por covid-19, mientras que los contagios ya rebasan los 65 mil y más de 2 mil 500 muertes en todo el país, según indican los registros del MSPAS.
Para evitar que los contagios sigan aumentando, la municipalidad de Totonicapán informó que restringirán desde el lunes 24 de agosto el ingreso de personas de otros municipios y departamentos que buscan vender productos en dicho lugar, pero con excepción de los vendedores que están instalados fuera del casco urbano. La medida durará hasta que el municipio esté en naranja.
Además, prohibió las ventas en carretas para evitar aglomeraciones, seguirán funcionando los mercados comunales para evitar un embudo en el caso urbano del municipio y se les prohíbe también a los vecinos realizar compras o ventas en la Plaza Municipal porque está cerrada.
Asimismo, los vecinos no pueden celebrar reuniones familiares, fiestas, entre otros que sobrepasen más de diez personas.