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Los jóvenes desarrollaron la marca Tikal para el vino artesanal de sabores que fabrican. Ofrecen de mora, tamarindo, chocolate y jamaica.
“El producto surge para innovar y crear nuevas alternativas, así como promover la pequeña y mediana empresa. Uno tiene aspiraciones de causar un impacto en la sociedad. En las adversidades uno puede revertir y buscar el lado positivo, la pandemia nos dio el espacio para dedicarle más tiempo al emprendimiento”, indicó Cabrera.
Agregó que la marca fue seleccionada porque quieren fortalecer la cultura de Guatemala. El producto se vende en botellas que tradicionalmente son utilizadas para la cerveza, algo que de acuerdo con sus clientes “llama a atención”.
El emprendimiento nació con un capital de Q600 y las ganancias que hasta ahora han obtenido las utilizan para mejorar su producción y formalizar la empresa, ya que desean tributar y cumplir con todas las licencias.
El sueño de los emprendedores es crear fuentes de empleo para mujeres mayas que tienen obstáculos para obtener un trabajo digno, y a quienes desean transmitirles sus conocimientos sobre la fabricación de las bebidas.
La pandemia del coronavirus complicó el desarrollo de la empresa, pero los jóvenes no se dieron por vencidos y perseveran.
“Ha sido difícil, primero buscar quien nos compre el producto, la publicidad necesita dinero, pero tuvimos la oportunidad de darnos a conocer en la Feria Regional Mypimes Occidente del ministerio de Economía y nuestro producto captó la atención, se preguntaron a qué sabe el vino de chocolate“, dijo Batz.
Un cuarto de la casa de Batz fue transformado en la pequeña fábrica. Cabrera, originario de Mazatenango, Suchitepéquez, viaja en motocicleta para cumplir con las tareas en Quetzaltenango.
“Es como un bebé”, expresan los jóvenes al hablar de su empresa.
Los emprendedores aprendieron en la universidad lo básico sobre la fabricación de las bebidas artesanales y luego perfeccionaron la elaboración con esfuerzo, trabajo, y varias horas dedicadas a su sueño.
Las bebidas pueden ser adquiridas en la tienda Catas, así como a través del WhatsApp 5455-3280.
Los jóvenes emprendieron con una capacidad para producir 300 botellas a la semana, pero esperan ampliar su producción y la demanda.
“Como muchos emprendedores cometimos el error de pensar que nos iba a costar, empezamos con un garrafón y ahora tenemos 100 litros de capacidad instalada. No esperábamos que nos llamarán y nos pidieran 3 o 5, entonces estamos en planes de invertir más”, expuso Batz.
Los emprendedores adquieren la materia prima por medio de vendedores locales, la jamaica es abastecida por una vendedora de Huehuetenango.