De acuerdo con Juan Pablo García, diseñador de interiores, es importante que al momento de decorar la habitación de los hijos se tome en cuenta que es para que ellos se sientan cómodos y no los adultos. El cuarto de los niños es un lugar para aprender, soñar, crecer y jugar. Los más pequeños mientras se adaptan a su entorno tienden a convertir su habitación en su pequeño refugio, un lugar donde divertirse, sin dejar de sentirse seguros y protegidos.
Por ello, lo primero a tomar en cuenta es la edad y las principales funciones que se le dará a la habitación. Si se trata de un recién nacido, es para descansar. Pero, cuando ya son mayores, las habitaciones las usan para dormir y jugar. Durante la adolescencia, además de relajarse, la utilizan para hacer tareas, por lo que el color de las paredes influirá en su estado de ánimo.
¿Qué color utilizar?
Andrés Paredes, experto en psicología del color, ofrece una explicación de lo que transmite cada color, para tomar en cuenta al momento de pintar y decorar la habitación.
- Azul: profundidad, profesionalidad y estabilidad. Hace alusión al cielo y al mar, por lo que tiene un efecto relajante y facilita la concentración.
- Amarillo: es el color del sol y de la luz. Cuando este color es intenso está contraindicado para los bebés porque les hace llorar más. El amarillo, en sus distintas tonalidades, está más indicado para decorar salones y espacios pequeños y con poca luz.
- Verde: es el color de la vida y la naturaleza. Transmite seguridad y aumenta el sentimiento de confianza. El verde, en tonalidades oscuras, es el color con el que más descansa el ojo humano, al tiempo que tranquiliza, reduce el estrés y favorece la relajación. Ayuda a la concentración y estudio, por ello, es utilizado para decorar zonas de estudio y escuelas.
- Blanco: representa inocencia, pureza, bondad y paz. Es ideal para espacios con luz y en los que se requiera tranquilidad. En su variedad de tonos crea una atmósfera de armonía y serenidad.
- Naranja: ideal para crear un ambiente cálido y lleno de energía. No se recomienda si la habitación es solo para descansar, ya que evoca actividad. Se puede aplicar en el salón de juegos o una esquina en el dormitorio destinada para entretención.
- Rojo: Aumenta el interés y el entusiasmo, así como el apetito. Si es un tono intenso estimula a los niños a la actividad; cuando es un tono oscuro, transmite elegancia.
- Rosado: Es el color de los sueños y la fantasía y por esto, en tonalidades suaves, es perfecto para crear ambientes relajantes en habitaciones infantiles.
Colores según la edad
Desde la psicología del color, el desarrollo de los niños se divide en tres etapas, en las que se toma en cuenta su crecimiento, personalidad y edad, para elegir el tipo de tonos y decoraciones que lo harán sentir cómodo en un espacio, explica la arquitecta Bianca de León, Tech Service de la línea arquitectónica de productos de Sherwin-Williams Centroamérica para Guatemala.
Primera etapa: de 0 a 24 meses
Los bebés no han desarrollado por completo sus capacidades y sentidos, por lo que todavía no aprecian los colores que los rodean. Los colores para decorar la habitación son en tonos pastel, porque le brindan más iluminación al ambiente y no resultan pesados para la vista del pequeño. Se recomienda aplicar contraste con colores más fuertes en los muebles o pequeñas decoraciones de las paredes, para que conforme crezcan presten más atención a los detalles y desarrollen sus sentidos.
El verde, cuando se presenta en tonalidad más oscura hace alusión a relajación y calma. Además, evoca la naturaleza. Debido a que es un color oscuro, se contrasta con tonalidades claras, como el blanco y un rosado pálido, para brindar iluminación a la habitación.
Los colores unisex están en tendencia actualmente. Lo recomendable es que si por medio de color se quiere identificar el género del bebé, se puede hacer con detalles en las paredes o amueblado. Incluso, se puede optar con estampados para crear contraste de colores, como en este caso, en la habitación reinan los colores claros, pero el diseño de la pared, con tonos oscuros, le da un descanso al ojo.
Segunda etapa: de 2 a 11 años
Durante esta etapa, los niños ya son conscientes de su alrededor y tienen criterio propio. Además, ya han tenido relación con programas de televisión, caricaturas y ciertas modalidades de juego que están en tendencia. Por ello, sus gustos estarán influenciados por lo que consumen. Les llama la atención los colores más alegres y fuertes.
Los niños escogen, para la decoración, colores que a ellos les llame la atención y les recuerde, por ejemplo, a su personaje favorito. La habitación suele tener más carga visual porque las tonalidades tienden a ser más fuertes. Sin embargo, se puede continuar con el contraste de colores por medio de los amueblados y accesorios. En este caso, el morado transmite elegancia, por lo que se juega con diferentes tonalidades.
Cuando los colores fuertes son parte de la decoración de la habitación, la recomendación es hacer un balance con tonos claros para brindar iluminación y descanso visual. “Esta es una habitación más alegre. Aunque se usan tonos muy fuertes, no genera molestia porque se optó por utilizarlos como decoración con estampados y mulares. Estos tres colores transmiten alegría, tranquilidad y energía”, comenta De León.
Tercera etapa: de 11 a 15 años
Durante la etapa de la adolescencia, los jóvenes cambian sus gustos por otros más influenciados por las tendencias actuales. Además, optan por tonos más elegantes o neutros. Sin embargo, también se utilizan colores de la segunda etapa que les hayan causado comodidad o les genere buenos recuerdos.
En la adolescencia cambian los gustos, sobre todo la decoración de las paredes, ya que desaparecen las caricaturas o juegos de la segunda etapa. Se verá más la presencia de artículos que hagan alusión a sus pasatiempos, estudios o lo que más les llame la atención, como la música. Lo aconsejable es que se continúe con el contraste de colores, para no invadir el espacio con tonos muy oscuros.