Antes ciertos detalles eran considerados íntimos y no se compartían más que con el círculo cercano. Hoy el hecho de tener la opción de etiquetar el lugar exacto donde nos encontramos, así como qué hacemos o compartir los logros y otros detalles hacen que se abra una puerta vulnerable que pone en riesgo a los mismos adultos y en especial a los niños y adolescentes.
El fenómeno digital de compartir de forma inmediata lo que se experimenta no representa riesgo en sí mismo. La incidencia está más relacionada con qué tipo de información es la que se comparte y a quién se le da acceso a ella, dicen los expertos de ESET.
Una publicación de la Universidad de Harvard comparte algunos puntos de vista de la abogada Leah Plunkett, autora de Sharenthood: Why We Should Think Before We Talk About Our Kids Online, (Sharenthood: Por qué deberíamos pensar antes de hablar sobre nuestros hijos en línea), “cuando hablo del espacio que estamos creando para nuestros niños y adolescentes, me refiero a una realidad que es única en este momento del siglo XXI donde lo que solía ser el espacio esencialmente privado de la casa o un cuasi privado, el espacio que pertenecía a la comunidad, como una escuela o un patio de recreo, ya no tiene límites de ladrillo y cemento defendibles reconocibles”, dice.
La experta comenta que en generaciones anteriores se hacían travesuras, se cometían ciertos errores, se pasaba también por experiencias vergonzosas, pero no se plasmaba en fotos y videos, entonces esas cosas podían olvidarse o ser recordadas únicamente por un puñado de personas que estaban en el momento que ocurrió, sin preocuparse porque ese tema regresara.
“También significa que para nosotros, a diferencia de nuestros hijos, no existe un registro que lleve desde detalles como decir con exactitud la edad a la que hablamos, cuál era nuestro ritmo de matemáticas o lectura cuando estábamos en el jardín de infantes, cuándo ¿estábamos entrenados para ir al baño?…Todas estas cosas que ahora son rastreadas digitalmente y registradas a menudo por diferentes cuidadores, y ¿tenemos la garantía de que todos y cada uno de esos datos digitales terminarán agregados, compartidos, transmitidos, analizados y tomados en cuenta? No, pero tampoco contamos con leyes de privacidad integrales que brinden una protección fundamental para que eso no suceda”, agrega la experta.
César Peláez, country manager de ESET en Guatemala, hace énfasis en que el Internet es una gran herramienta, pero puede utilizarse de buena o mala manera y tiene a veces consecuencias. “Desde el momento que subimos algo a la red perdemos el control de ello y esto trae consecuencias en el presente o en el futuro”, dice el especialista.
Peláez recomienda detenerse y evaluar antes de subir información, en especial si es de menores para evaluar cómo alguien podría hacer uso de esa información. Antes de subir deberíamos preguntarnos “si alguien quisiera hacerme daño con esta información cómo lo haría” y después pensar si es conveniente o no subirla.
“En ocasiones algunos padres suben imágenes niños en el baño o las caídas que ellos tienen, sin preguntarse cómo puede afectar esto más adelante. En la adolescencia estas imágenes podrían ser utilizadas para ciberbullying o acoso escolar”, agrega el experto de ESET. Además, cuando los niños ya tienen cierto criterio es conveniente preguntarles si están de acuerdo o no en que se suban sus fotos, por respeto a su privacidad.
Pero, los peligros van más allá y se podría llegar a extremos como que las fotos lleguen a redes de pedófilos, a redes de tratas de personas, así como sufrir de suplantación de identidad, o exponerse a delincuentes que vigilan para encontrar puntos vulnerables en las familias. Imagine si escribe que se siente orgulloso que su hijo se quede en casa y haga sus tareas, aunque pareciera un cumplido, se da a conocer que el menor está a solas en el hogar y podría ser secuestrado o violentado de alguna manera. La información también puede ser utilizada para extorsiones y otras acciones.
Sugerencias de seguridad
El ideal es que tenga activa las configuraciones de las aplicaciones para filtrar quién puede ver o no sus publicaciones. Teniendo en cuenta que la mayoría de los usuarios suele utilizar más de una red social, es probable que un criminal pueda construir un perfil bastante detallado de un blanco de ataque con tan solo recopilar información de sus perfiles y actividades en cada una de sus redes sociales.
Si tiene demasiada información personal esto podría ser utilizado en su contra o de los miembros de su familia. Plunkett también agrega que no se trata de alejarse o tirar los teléfonos celulares ni de regresar a las fotografías Polaroid sino de comprender que es realmente imposible para nosotros, incluso para una madre y un experto de la privacidad revisar todas las políticas de privacidad y los términos de uso y los términos de servicio para cada aparato y dispositivo, así que, en cambio, se piense con sentido común y en base a valores.
Otros detalles a tomar en cuenta:
- Limite al máximo el acceso de personas que pueden ver lo que se está haciendo.
- Analice la información que se decide publicar, ya que apenas se publica algo se pierde el control sobre lo que otros hacen con ese material. Lo más seguro siempre es evitar publicar aquello que no nos gustaría que el público vea.
- Piense como un atacante: ¿la información que se comparte puede ser utilizada en nuestra contra? Si es así, mejor no compartirla.
- Tenga cuidado de los mensajes sospechosos, ya sea que contengan enlaces o que suenen demasiado buenos para ser verdaderos. Esta recomendación aplica incluso para mensajes enviados por conocidos, ya que un atacante podría haber vulnerado la cuenta.
- Revise las solicitudes de amistad, lo ideal es aceptar únicamente a conocidos o personas con las que se tenga amigos en común en la vida real.
- No suba fotos de sus hijos en ropa interior o desnudos. Tampoco lo haga con imágenes comprometedoras.