Las cadenas globales de valor es un modelo teórico que describe el desarrollo de actividades que generan valor al producto final. Este concepto fue desarrollado y popularizado por Michael Porter en 1985, en el libro Ventaja Competitiva.

Este concepto puso al frente el pensamiento de gestión de empresa como una poderosa herramienta de análisis para la planificación estratégica. Su objetivo fue maximizar la creación de valor, mientras se minimizan los costos.

Algunos expertos han llamado a repensar los enfoques acerca de su aprovisionamiento externo, para evitar cuellos de botella en el futuro. Una cadena de valor global consiste básicamente en la forma de producir en que los diferentes eslabones en la elaboración de un producto, desde el diseño, pasando por el ensamblaje y hasta la comercialización, van sumando valor agregado y no se realizan en un solo territorio o país. Por ejemplo, un panel solar puede diseñarse en Europa y fabricarse en América Latina con materia prima de Asia.

En su Informe sobre el Desarrollo Mundial 2020, el Banco Mundial afirma que el comercio en la era de las cadenas globales de valor ha impulsado una transformación económica que permitió a los países más pobres avanzar rápidamente por la vía del desarrollo. A través de dichas cadenas, los países en desarrollo pueden especializarse y enriquecerse sin tener que crear industrias enteras desde cero. Las cadenas globales de valor representan casi el 50% del comercio internacional, pero, según el informe, su crecimiento se ha estancado desde la crisis financiera de 2008.

En el pasado, gran parte de la producción global se organizó a través de Cadenas Globales de Valor. La globalización se da por sentado desde hace mucho tiempo, y hasta hace poco los aranceles bajos y las reglas comerciales estables han sido una característica clave de nuestro mundo moderno. La OMC, con su mecanismo de solución de diferencias, el cual era un pilar central del sistema multilateral de comercio, lograron que los acuerdos comerciales eliminaran la incertidumbre sobre la política comercial.

Algunos expertos afirman que la combinación de choques de política comercial y la pandemia parecen haber creado una tormenta perfecta y que cada uno de los eventos por sí mismo no sería suficiente para provocar un replanteamiento de las cadenas globales de valor, pero los dos factores combinados sí pueden hacerlo.

Las recientes fricciones comerciales entre las dos potencias, con restricciones a las exportaciones de suministros médicos y productos agrícolas, han creado incertidumbre sobre el futuro del libre comercio. Ya no es inconcebible que la globalización se revierta con los argumentos de seguridad nacional utilizados para justificar el proteccionismo.

Ahora, el mundo ha cambiado y nos enfrentamos a la crisis económica y sanitaria mundial más compleja del ultimo siglo. Al mismo tiempo, la pandemia ha expuesto vulnerabilidades de las cadenas globales de valor a interrupciones, así como lo que muchos pueden considerar una dependencia excesiva de China para los suministros de sus productos.

El brote del covid-19 condujo al cierre temporal de empresas, tanto locales como extranjeras de alta tecnología, altamente integradas en las cadenas globales de valor. Los eventos actuales han obligado a las empresas a rediseñar sus cadenas globales de valor.

El comercio es un componente importante, y debido a la crisis sanitaria sin precedentes generará un descenso del comercio, creando incertidumbre en torno a sus repercusiones económicas, por la aparición sorpresiva de un virus tan agresivo como el covid-19, al cual el mundo no estaba preparado para afrontar.