PUNTO DE VISTA
Diplomacia coercitiva
Robert Gates es una de las personalidades con más influencia y prestigio en el campo de la seguridad nacional de los EE. UU. Republicano inscrito en el partido, pero fue secretario de la Defensa del 2006 al 2011, nombrado por Bush hijo y ratificado por Obama. Fue funcionario de carrera en la CIA, llegando a ser su vicedirector y director encargado con Reagan. Viceasesor de Seguridad Nacional y director de la CIA con Bush padre y, además, trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional con otros tres presidentes: Nixon, Ford y Carter.
' No sería descartable que la “diplomacia coercitiva” podría ser utilizada en el escenario geopolítico del hemisferio occidental.
Sadio Garavini di Turno
Gates, en su reciente libro Exercise of Power (Subtítulo: American Failures. Successes, and a new Path Forward in the Post–Cold War) hace un muy interesante análisis de la política exterior norteamericana a partir del final de la Guerra Fría.
Gates, analizando las intervenciones en Iraq y Afganistán, considera que el gobierno de Bush hijo se equivocó en plantearse, después del cambio de régimen, el objetivo de asumir directamente la construcción de un Estado democrático (nation-building), en dos países sumamente complejos, étnicamente divididos y culturalmente muy alejados de los valores occidentales.
Bush padre, en la primera Guerra del Golfo (1991), efectivamente evitó ese error, al costo de dejar a Saddam Hussein en el poder y creando en buena parte las condiciones para la Segunda Guerra del Golfo (2003).
Gates cree que en ambos casos debería haberse aplicado lo que él caracteriza como “diplomacia coercitiva”.
En el caso de Bush padre, después de la fulminante victoria militar, el general Norman Swartzkopf, en el mismo acto de rendición, debería haberle manifestado a los generales del ejército iraquí que seguirían los ataques aéreos contra sus unidades, sus cuarteles generales y equipos hasta que removieran a Saddam del poder o lo forzaran a rendirse personalmente para ser arrestado.
En diciembre de 1998, después de la expulsión de los inspectores de la ONU en relación a las armas de destrucción masiva, Clinton y Blair, lanzaron, en cuatro días, 650 ataques aéreos y 400 misiles cruceros contra objetivos militares.
Al anunciar el ataque, Clinton dijo: “Mientras Saddam permanezca en el poder, él amenaza el bienestar de su pueblo, la paz de la región y la seguridad del mundo. La mejor manera de terminar definitivamente esa amenaza es con un nuevo gobierno iraquí”. El objetivo era el cambio de régimen, pero después de ese ataque no hubo más acción al respecto.
Gates cree que Clinton debería haber aplicado la “diplomacia coercitiva”. Debería haber continuado con una más fuerte y prolongada ofensiva aérea contra objetivos militares y al mismo tiempo mandándole el mensaje a los generales iraquíes que los ataques seguirían hasta la destrucción del aparato militar iraquí a menos que aceptaran respetar totalmente las resoluciones de la ONU, incluyendo la inspección intrusiva o derrocaran a Saddam.
Con una similar acción de “diplomacia coercitiva”, afirma Gates, Bush hijo podría haber logrado el cambio de régimen en Iraq evitando los enormes costos financieros y políticos de la invasión del 2003 y del posterior proceso de nation-building.
Dada la influencia y prestigio de Gates entre los actuales decisores en materia de seguridad nacional, tanto republicanos como demócratas, no sería descartable que la “diplomacia coercitiva” podría ser utilizada en el escenario geopolítico del hemisferio occidental.