Días antes de la trágica noticia, el astro argentino había sido internado para una serie de chequeos médicos a raíz de un malestar. En una tomografía se le encontró el hematoma subdural.
Fue intervenido quirúrgicamente el 3 de noviembre por la noche y la operación duró 120 minutos.
“Se pudo evacuar el hematoma de manera exitosa. Diego toleró bien la cirugía. Está despierto y está todo bien. Está controlado. Tiene un drenajecito (de sangrado). Va a seguir en observación”, dijo en su momento Leopoldo Luque, su médico y uno de los cirujanos de un sanatorio privado de Olivos, al norte de Buenos Aires.
Los médicos pronosticaban una lenta y dura recuperación. Sin embargo, su corazón no aguantó.
El miércoles por la mañana, el día de su muerte, “la Pelusa” se levantó bien, según publica el sitio Olé. Realizó una caminata corta como de costumbre y luego se acostó. Los encargados de acompañar esta rutina de recuperación eran un psicólogo, una psiquiatra y la enfermera de Swiss Medical.
Sin embargo, al medio día cuando llegó el equipo para darle su medicamento, Maradona ya no respondió.
Cuatro ambulancias llegaron al lugar ubicado en el barrio San Andrés, ubicado en Nordelta y el complejo Villa Nueva, en el límite entre Tigre y Escobar. Pese a la inmediatez con la que llegó un equipo para auxiliarlo, Maradona ya había fallecido.