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Una Navidad singular

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Con un poco de melancolía, dados los tiempos actuales, este año será una Navidad inusual, marcada por una pandemia. Obviamente será diferente, especialmente en el ámbito social; de hecho, no se programarán las grandes y habituales reuniones entre familiares y amigos. La situación es complicada porque este año que se va, ha sido el tiempo más duro para la humanidad en la época moderna. Y aunque habrá restricciones e inconvenientes, posiblemente será más auténtica y quizás podría devolverle a esta fiesta su espíritu e intención original.

' Posiblemente esta Navidad será más auténtica y quizás podría devolverle a esta fiesta su espíritu original.

Brenda Sanchinelli

¿Qué vamos a celebrar? Dicen, si el mundo está de luto, hasta hoy van más de 74.2 millones de casos de covid-19 y 1.65 millones de fallecidos a nivel global. Una vacuna anunciada, que está empezando a aplicarse en los países más desarrollados, y que ya ha presentado muchos efectos secundarios, pero que aún no se sabe con certeza cuando llegará a Guatemala y en qué condiciones. Toda esta incertidumbre nos provoca de alguna manera tristeza y ansiedad en estos días. Pero un buen enfoque para salir adelante de esta nostalgia por las fechas es replantearse que aún estamos vivos, siendo una oportunidad única de poner en práctica las lecciones aprendidas en esta pandemia. Vivir y gozar la Navidad en su auténtico sentido, posiblemente como nunca lo hicimos. Es el chance de repensarla y despojarse del ambiente materialista y superficial como solía ser el enfoque en los últimos cincuenta años.

La mayoría de la gente tiene su propia definición y conceptos de Navidad dependiendo de cómo la celebren. Sin embargo, la Navidad es mucho más que árboles súper bien decorados, luces, regalos, buena comida y cenas familiares. Para muchos representa calidez humana y familia. Pero paralelamente otros la pasan muy mal en estas fechas, según varios estudios clínicos, para algunos el período navideño es sinónimo de depresión y sensación de aislamiento. Observamos con tristeza como el mundo ha hecho de esta “conmemoración” una fiesta casi en su totalidad pagana, con un agresivo énfasis comercial y material. Nadie se queda sin su “convivio” —y ojo porque ahora no se debe—, en el cual más que recordar y celebrar el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, se centran en el consumo desmedido de comida, alcohol, tabaco y quien sabe qué otras cosas más.

El nacimiento de Jesucristo sigue siendo el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad. Y ahora más que nunca, la Navidad es un buen momento para meditar en su verdadero significado. Permítanme sugerir tres cosas que podría reflexionar y poner en práctica en este tiempo.

En primer lugar, la alegría del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo, el Hijo de Dios y el Creador. Regocijarnos de que el Rey de reyes vino a la tierra, nació en un pesebre y vivió una vida perfecta. La cual todos deberíamos de imitar. Segundo: meditar sobre Su influencia en nuestra vida. La Navidad es el momento de reevaluar nuestra existencia, pensamientos, sentimientos y acciones. Que este sea un momento de recuerdos, gratitud y perdón. Pero, ante todo, un momento de renovación para vivir según la palabra de Dios y obedecer sus mandamientos. Tercero: mantener nuestros ojos en Su segunda venida. Aunque la temporada navideña suele ser un momento de reflexión, creo que también debería ser una oportunidad para mirar hacia adelante, al futuro. Prepararnos para ese día bendito cuando Jesús regrese como lo prometió.

Aunque no se sabe exactamente la fecha del nacimiento de Cristo, lo importante es reconocer con agradecimiento, la humildad que tuvo de venir a este mundo a vivir y morir por nosotros, por el inmenso amor que le tiene a la humanidad. ¡Les deseo una Feliz Navidad y próspero año nuevo!

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