IDEAS
Nueva administración, nuevos problemas
Este miércoles inició la presidencia de Joe Biden, que promete revertir muchas de las políticas implementadas por Donald Trump en los cuatro años anteriores, especialmente en el tema de migración. Es una nueva etapa para el mundo, que nos tocará contemplar, como siempre, desde la tribuna, ya que es un juego de ligas mayores en donde poco tenemos que ver, pero que siempre tiene repercusiones para nosotros, debido a la cercana relación que tenemos con Estados Unidos, tanto por la cercanía geográfica como por la cantidad de guatemaltecos que viven allá. Los dados están echados, empieza la jugada.
' Pasará algún tiempo para que el nuevo gobierno pueda dedicarle tiempo y esfuerzo a los problemas foráneos.
Jorge Jacobs
Hay que estar claros de que la situación es tan complicada actualmente en Estados Unidos que pasará algún tiempo para que el nuevo gobierno pueda dedicarles tiempo y esfuerzo a los problemas foráneos, salvo los más apremiantes, como pueden ser el juego de fuerzas con China y la relación con sus principales aliados.
En ese contexto, al tomar posesión, el presidente Biden pronunció un discurso en el que, por un lado, prometió “enfrentar el terrorismo interno”, y por el otro utilizó de referencia al expresidente Abraham Lincoln en su promesa de ayudar a “unir a Estados Unidos y unir a nuestra nación”. Biden se dirigió directamente a los partidarios de Trump y les pidió que lo escucharan y lo dejaran ser “un presidente para todos”. Aunque el discurso de Biden incluyó esos mensajes de paz hacia los partidarios de Trump, sus acciones inmediatas tuvieron como objetivo revertir muchas de las políticas que Trump impuso desde los primeros días de su presidencia.
Habrá que ver qué tanto las palabras de Biden sobre la unidad se convierten en acciones y que no se queden simplemente del diente al labio, ya que, por otro lado, personas afines a su administración ya están hablando de que sus servicios de inteligencia van tras la “insurgencia” que habita entre los “extremistas religiosos, autoritarios, fascistas, fanáticos, racistas, nativistas e incluso libertarios” (declaraciones dadas este miércoles por John Brennan, director de la CIA de 2013 al 2017, mientras Biden fue vicepresidente). Si a ello se le suma la referencia de Biden al “terrorismo interno” en su discurso, muy probablemente vienen tiempos difíciles para quienes no piensen igual que los demócratas, lo que hace todavía más importante el debate que se dará este año sobre la libertad de expresión.
Biden inició su gestión solicitando la reincorporación al Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y deteniendo el trámite de la salida de Estados Unidos de la OMS. Además envió al Congreso su propuesta migratoria y emitió más de una docena de órdenes ejecutivas. La propuesta migratoria establece, entre otras cosas, la “regularización” de los inmigrantes indocumentados que hayan llegado a Estados Unidos antes de 2021, permitiéndoles llegar a naturalizarse en un período de ocho años.
También establecieron sus prioridades inmediatas: el covid-19, el clima, la equidad racial, la economía, la salud pública, la inmigración y restablecer el liderazgo global de Estados Unidos.
Obviamente, la administración Biden busca alejarse lo más posible de la de Trump. Los resultados los empezaremos a ver en el mediano plazo. Algunos considero que serán buenos, como, por ejemplo, que muchos de nuestros compatriotas podrán regularizar su situación allá. Pero algunas otras de las decisiones, especialmente las que tomen en temas económicos, tarde o temprano complicarán todavía más la situación para los estadounidenses y, por consiguiente, para quienes dependemos en buena medida de ese nuestro principal socio comercial.