Comunitario
|Suscriptores
Disponibilidad de agua potable se reduce en la región metropolitana
Escasez de agua es causada por falta de recargas hídricas, contaminación y sobrexplotación de depósitos subterráneos en el área metropolitana
Habitantes de ciertas zonas del área metropolitana deben lidiar con la escasez de agua entubada, especialmente en época seca o cuando el líquido que abastece a las plantas de potabilización llega altamente contaminado. (Foto Prensa Libre, Byron García)
La sobrexplotación desmedida de fuentes subterráneas de agua, falta de legislación y control para excavación de pozos, así como contaminación, carencia de plantas de tratamiento de aguas residuales, efectos del cambio climático, reducción de caudales de fuentes superficiales y aumento de densidad poblacional son los principales problemas que afectan el abastecimiento regular de agua entubada en la región metropolitana (RM), problema que se agudizará en los próximos años si no se toman medidas para contrarrestarlo y evitarlo.
Melany Ramírez, investigadora del Centro de Estudios Ambientales y Biodiversidad de Universidad del Valle de Guatemala (UVG), refiere que, en la RM, una persona usa al mes 6.65 metros cúbicos de agua, lo que equivale a 222 litros por día por persona, a escala residencial.
Edwin Castellanos, del Observatorio Económico Sostenible, de la UVG, expone que el consumo varía según el nivel socioeconómico de la familia, y oscila entre uno y dos metros cúbicos por día, por hogar; es decir, entre 200 a 400 litros por persona al día.
Según datos de la Empresa Municipal de Agua (Empagua), en enero del 2020 el consumo promedio de los hogares en la ciudad de Guatemala fue de 28 metros cúbicos, que representan 208 litros diarios por persona.
Según el artículo Agua y ciudad: análisis y perspectivas del consumo de agua en el municipio de Guatemala, de Bayron González, publicado en la revista Análisis de la realidad nacional, Ipnusac (2018), al día 2.5 millones de personas demandan en la ciudad más de 750 mil metros cúbicos de agua, de los cuales, Empagua cubre el 70%, lo cual genera desabastecimiento, principalmente, en zonas de mayor densidad poblacional y de menores recursos económicos.
En época seca, este déficit aumenta hasta un 35%, debido a la disminución de caudales de las fuentes de agua, indica González, ingeniero agrónomo en Recursos Naturales y especialista en manejo de recursos hídricos del Centro de Estudios Urbanos de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Ceur).
Estrés hídrico extremo
La RM —departamento de Guatemala— tiene un área de 2 mil 192 km cuadrados, equivalentes al 1.95 por ciento del territorio nacional. Está formada por 26 municipios, con una población de 5 millones 87 mil 902 habitantes para el 2018.
El área de mayor densidad poblacional está en Guatemala, Mixco, Villa Nueva y San Miguel Petapa. Estos municipios, así como Chinautla y San Pedro Sacatepéquez, son los que registran estrés hídrico extremo, pues los habitantes disponen de menos de 500 metros cúbicos de agua por persona al año, cuando se necesitan mil 700 metros cúbicos, según el mapa de disponibilidad hídrica del Instituto de Investigación y Proyección de Ciencia y Tecnología, el cual se puede consultar en internet.
De acuerdo con el Plan de Conservación de la Región Metropolitana de Guatemala, señala María José Iturbide, directora del Fondo para la Conservación del Agua de la Zona Metropolitana de Guatemala (Funcagua), la RM se abastece en un 50% de fuentes superficiales —el acueducto Xayá-Pixcayá es el más importante— y un 50% de un número indeterminado de pozos mecánicos —agua subterránea—. Según información de Empagua, en época seca puede llegar a ser hasta 35% de agua superficial y 65% subterránea.
Funcagua indica que la relación de recarga-extracción en algunas regiones puede llegar a ser hasta de 40.10, como, por ejemplo, la microcuenca Las Vacas, donde existe una recarga natural de 4 millones 386 mil 413 metros cúbicos al año y una extracción de 175 millones 917 mil 346 metros cúbicos al año; es decir, se extrae 40 veces más agua de la que el suelo es capaz de infiltrar de forma natural.
Sobrexplotación de acuíferos subterráneos
La extracción del agua subterránea ha aumentado en las últimas décadas y parece que seguirá en aumento, no solo por la cantidad, sino por la calidad de esta. La creciente explotación de este recurso evidencia la insuficiente legislación y control que existe al respecto.
Actualmente no existen reglamentaciones relacionadas con la extracción de agua a escala nacional, y menos en la RM, exponen González y el Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente de la Universidad Rafael Landívar (Iarna).
Castellanos advierte de que muchos pozos están bajando de nivel a velocidades alarmantes y varios ya están secos, lo que demuestra que estamos consumiendo más agua de la que el subsuelo puede recargar, debido, en gran parte, a la falta de control en la apertura y uso de pozos, por lo que es necesario controlar el número de estos y la cantidad de agua que se extrae, añade.
La apertura de nuevos pozos en el país se rige por el Código Civil de 1963, en su artículo 581, que establece: “Todo propietario puede abrir pozos dentro de sus fincas para obtener y elevar aguas subterráneas”.
“Increíblemente, rige una ley de 1963 para manejar el agua en el país, cuando la situación actual en cuanto a número de personas y cantidad y calidad de agua es completamente diferente”, dice Castellanos.
De 1950 a la fecha se han introducido 50 iniciativas de ley para regular el agua y ninguna ha prosperado, pues hay un sector poderoso que veta este tipo de legislación, señala Raúl Maas, director del Iarna.
Otro problema es que no todos los usuarios pagan el servicio de agua, y el 38% del líquido se pierde por conexiones clandestinas, robos y fugas por deterioro de las cañerías. Empagua calcula que estas pérdidas equivalen a más de Q5 millones 500 mil mensuales, según González.
Datos de Empagua arrojan que en el 2019 se contabilizaron 904 medidores anómalos o servicios fraudulentos; la mayoría en las zonas 7 (127), 12 (113), 6 (90) y 18 (66).
Las zonas que demandan mayor cantidad de agua, más de 500 metros cúbicos por usuario al mes, para uso comercial e industrial, son 1, 4, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14 y 15. Los mayores volúmenes consumidos se localizan en las áreas de población de estrato socioeconómico alto, donde es común el uso del líquido para fines suntuosos como áreas verdes, canchas y piscinas, y representa el 2% del total de usuarios domésticos, mientras que el 35% de los usuarios con consumo normal se encuentra en las colonias más densificadas y de nivel económico menor, explica González.
Para satisfacer esta necesidad, existen vendedores particulares o empresas que distribuyen en cisternas agua de dudosa calidad, sin control ni regulación, con riesgos para la salud. Estos, al no haber legislación ni regulación, tienen ganancias desmedidas, pues el metro cúbico es hasta 10 veces más caro que para un cliente de Empagua, añade.
Castellanos indica que la distribución de agua depende del funcionamiento de las plantas de tratamiento. Si alguna se detiene, por cualquier circunstancia, habrá varios sectores afectados.
Según Empagua, 80% de usuarios son abastecidos con servicio diario de agua; 15% lo tiene intermitente —un día sí y otro no—, y un 5%, cada dos días, por lo que se busca normalizar la situación.
Cambio climático
Fenómenos naturales como El Niño y La Niña se suman a los factores ambientales y antropogénicos que afectan la reducción del caudal de las fuentes superficiales y subterráneas de agua y que ha repercutido en los costos de producción para el servicio que provee Empagua en el municipio de Guatemala, comenta González.
El Iarna indica que los efectos del cambio climático están causando una disminución del 16.9 por ciento de la disponibilidad total del agua, resultado de una reducción del 10.5% en la recarga y del 18% en la contribución hacia los ríos.
Para aprovechar las aguas superficiales se debe implementar un programa de reforestación y esfuerzos de conservación y restauración de ríos, monitoreo de aguas subterráneas, establecer mecanismos de almacenamiento de agua como techos verdes, áreas verdes bien ubicadas o estanques de retención, y crear normativas que fomenten las prácticas que favorezcan la infiltración. “Todos extraen agua del subsuelo, pero nadie se preocupa por llenarlo con recargas”, dice Maas.
Luis Valladares, investigador del Ceur, propone crear embalses en el norte de Chimaltenango, donde hay áreas lluviosas y de mucha filtración de agua, y conducir o drenar ese líquido acumulado a la tubería del sistema Xayá-Pixcayá, y perforar pozos de absorción en áreas urbanas, para que en el invierno el agua de lluvia alimente los mantos freáticos.
El Iarna añade que los efectos de la expansión urbana contribuyen a acelerar el agotamiento de los mantos freáticos de la RM.
“Cuando llueve, el agua se infiltra en el suelo y penetra hasta acumularse en depósitos o acuíferos subterráneos, pero si cae sobre cemento, no se infiltra”, expuso Maas, quien añadió que en algunas zonas han observado disminución de agua en depósitos subterráneos de entre dos y seis metros anuales. Además, entre a mayor profundidad se extraiga el agua, más contaminada con niveles de arsénico se encuentra.
Las tarifas establecidas por los servicios en general no cubren ni siquiera los gastos de operación y mantenimiento, lo que ha dado como resultado el desabastecimiento en varios sectores, así como el deterioro de la infraestructura existente, explicó González.
La razones por las cuales algunas zonas tienen servicio más estable que otras son varias, según Funcagua, entre estas la alta contaminación de los ríos, que puede obligar a las plantas a salir de funcionamiento, pues no se alcanzan los niveles de potabilidad requeridos.
Contaminación
En el río Las Vacas se descarga el 62% de aguas residuales de la ciudad de Guatemala, y el 38% va al río Villalobos, otro gran receptor de todas las descargas del municipio y de la RM. Debido al grado de contaminación, esas aguas no son aptas para ningún uso, advirtió González.
Castellanos calcula que cada vecino en el municipio de Guatemala ensucia al menos la mitad del agua que usa al día, unos cien litros, por lo que en ese lugar se producen unos cien mil metros cúbicos de agua servida diariamente, la gran mayoría de la cual va a parar a ríos y lagos. Toda esa agua puede ser tratada, siempre y cuando haya plantas adecuadas y con buen mantenimiento.
Muchos de los mantos acuíferos se están contaminando, por falta de sistemas adecuados de saneamiento y de tratamiento de las aguas residuales urbanas, provenientes, principalmente, de la industria, agricultura y hogares, lo cual limita las posibilidades de tratarlas para que lleguen a niveles suficientes de potabilidad.
Según datos del Water Risk Atlas, del World Resources Institute, que se puede consultar en internet, todo el territorio de Guatemala tiene una tasa alta de riesgo de escasez de agua —de 90 a 100%—, por carecer de plantas de tratamiento de aguas servidas, y extremadamente alta —100%—, por falta de mejoras en saneamiento. Según el Censo del 2018, solo el 44.9% de los hogares del país están conectados a drenajes. Álex Guerra, director del Instituto Privado de Investigación sobre Cambio Climático (ICC), indicó que en el 77% de hogares el agua entubada no es potable.
“No hay datos concretos, pero se estima que solo se trata el 5% de las aguas residuales del país, y la ciudad de Guatemala no es la excepción. Ensuciamos el agua al usarla en nuestras casas y la tiramos sucia a los ríos y lagos, contaminando aguas superficiales. Esta contaminación es una de las principales causas de la escasez de agua que vivimos en el país. La ciudad de Guatemala tiene un reservorio de agua natural increíble en el Lago de Amatitlán, pero no se puede usar porque la mayoría de aguas servidas del sur de la metrópoli entran al lago sin ningún tratamiento”, refirió Castellanos.
Existe el acuerdo gubernativo 236-2006 —Reglamento de las descargas y reuso de aguas residuales de la disposición de lodos, acuerdo—, que exige que todos los entes emisores de aguas residuales se encarguen de tratarlas en plantas. Esta directriz ha sido pospuesta por las municipalidades múltiples veces, porque argumentan que no tienen fondos, expusieron los expertos consultados. Pero si no planifican, la misma situación seguirá a perpetuidad, advirtió Castellanos.
“Desafortunadamente, como el agua sucia no se ve, ni la gente ni los políticos le ponen la atención que se merece”, lamentó.
Valladares indicó que industrias como las de textiles desechan restos químicos hacia los ríos que hacen que se tornen de varios colores, por lo que deberían tener su planta de tratamiento. Añadió que en el norte de la metrópoli hay más contaminación de agua. También opina que se debe hacer un tratamiento adecuado de desechos orgánicos e inorgánicos, para evitar que sus sustancias contaminantes sean absorbidas por la tierra, de donde pueden llegar a las fuentes de agua subterráneas.
“Calculamos que si se tratara el agua de lluvia y se condujera por cauces naturales, podría alcanzar para abastecer a la RM. Debería haber un equipo gubernamental o municipal que esté planificando qué vamos a hacer cuando a causa del cambio climático deje de llover”, señaló Maas.
Guerra dijo que se pronostican cambios en los niveles de lluvia, según estudios de varias instituciones en Guatemala, en un promedio de -9% para el 2030 y de -12% para el 2050. “El almacenamiento de agua, superficial y subterráneo es un elemento clave del manejo del agua que aportará a la seguridad hídrica y a la adaptación al cambio climático, que puede ser natural, aumentado y artificial”, afirmó.
Según Maas, para que el sistema de distribución de agua de la RM sea eficiente, todos deberíamos tener cantidad y calidad suficiente del líquido las 24 horas del día, los 365 días del año, y asegurada durante los próximos 20 años.