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A la espera de un diagnóstico
Pamela tiene 18 años, es estudiante de diversificado y en enero pasado detectó que tenía una protuberancia en uno de sus senos. En marzo, la recomendación del médico era practicarle una biopsia para analizar la masa. La pandemia y las restricciones en los servicios de salud pública retrasaron el procedimiento.
Un año después, la masa es más grande y le causa dolor; no es solo una, aparecieron más. Durante este tiempo ha vivido con la incertidumbre de sí tiene cáncer o no.
El diagnóstico de la joven se ha aplazado a causa del coronavirus, que orilló al sistema de salud a concentrar sus esfuerzos en atender los contagios de covid-19, las otras enfermedades, como el cáncer, quedaron desatendidas.
La problemática es global, en países como España se estima que una de cada cinco personas con algún tipo de cáncer no ha sido diagnosticada. En Guatemala no se tiene certeza de cuántas desconocen si sus molestias son a consecuencia de esta enfermedad no transmisible. Al cierre del 2020 no hay estadísticas al respecto, y con la pandemia, el registro se ralentizó más.
Lo cierto es que la atención a estos pacientes ha sido limitada, las cifras del Ministerio de Salud hasta julio – datos más recientes- lo evidencian. En el 2019 se notificaron 2 mil 865 casos nuevos, mientras que el año pasado la cifra reportada fue de 289. La tasa por cada 100 mil habitantes pasó de 16 a 1.6, no porque el cáncer vaya en descenso entre los guatemaltecos, sino porque el sistema de salud no los ha alcanzado.
Sin consultas externas, primera barrera
Cuando se detectó el primer caso de covid-19 en el país, en marzo pasado, las consultas externas se suspendieron y solo se recibían casos de emergencias, y a pacientes con enfermedades crónicas que ya estaban en tratamiento, pero los que buscaban atención por primera vez quedaron en el limbo, su diagnóstico se ha atrasado, como le sucedió a Pamela.
“Quizá entre un 50% y 60% de los pacientes se perdieron durante el tiempo de las restricciones. Probablemente haya más casos con cáncer que no han sido diagnosticados. Si se comparan las consultas de diciembre con las de enero y las de estos primeros días de febrero aumentó la cantidad de personas de primera consulta, lamentablemente están acudiendo cuando la enfermedad ya ha progresado”, menciona el médico Julio Noriega Díaz, oncólogo del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).
Si bien el calvario de los pacientes oncológicos durante la pandemia pasa por el difícil acceso a los servicios de Salud, también lo han sido las restricciones de movilidad que impidió a la mayoría acercarse a los hospitales, principalmente para los que residen en zonas alejadas de los cascos urbanos, la falta de transporte los frenó.
La crisis económica que acompaña al covid-19 les complicó aún más buscar esa atención, el pago del tratamiento contra el cáncer, exámenes de laboratorio y de medicamentos son elevados, y las más afectadas son las personas de escasos recursos, que vieron más limitadas sus finanzas.
Roberto Lone, por ejemplo, viven en San José Pinula. Le detectaron cáncer de piel en la nariz, en julio pasado. Acudió a un dermatólogo particular porque en la consulta externa de los hospitales públicos no veían su caso como una emergencia.
Después de costosos exámenes le confirmaron el diagnóstico. Tenía temor de acudir a un hospital público por el contagio del covid-19, pero lamentablemente ya no tenía dinero para costear el tratamiento. Acudió al Hospital San Juan de Dios en agosto, fue hasta noviembre pasado que por medio de la Asociación Reconstruyendo Vida logró que le programará la tan ansiada cirugía.
Le dieron ingreso y pasó 14 días esperando su traslado a la sala de operaciones, pero la presa de procedimientos quirúrgicos atrasados y los escasos quirófanos, impidió que lo intervinieran. En esos días, los casos de covid-19 empezaron a aumentar y le recomendaron volver hasta el 30 de diciembre para evitar que se contagiara. Desde que salió del hospital no ha recibido atención médica y el cáncer sigue avanzando.
Debido a la pandemia se han atrasado diagnósticos, tratamientos, consultas de seguimiento, y como en el caso de Roberto, cirugías.
“No solo se acorta la calidad de vida del paciente, sino los años que pudo haber vivido sin la enfermedad, y se le condena a recibir un tratamiento de por vida”, dice Noriega Díaz, pues aquellos pacientes que estaban siendo tratados en la etapa temprana de la enfermedad, llegan ahora en un estadio intermedio o avanzado, y requieren de terapias más agresivas y prolongadas. “Se le acorta la vida al paciente al menos uno dos años”, agrega el oncólogo Julio Noriega Díaz.
Controles de seguimiento en el limbo
Los pacientes que requieren quimioterapia y radioterapia no han dejado de recibir el tratamiento, pero aquellos que ya salieron de esa etapa necesitan ser monitoreados cada cierto tiempo, y desde que se suspendió la consulta externa del Hospital San Juan de Dios no han sido evaluados por un médico.
“El cáncer puede volver y no darnos cuenta”, ese es el temor de Vilma Lázaro, presidenta de la Asociación Reconstruyendo Vida, que da apoyo a los pacientes, pero que también es uno de ellos.
Según sus cálculos, antes de la pandemia al mes llegaban unas 300 personas a control al área de oncología, pero llevan meses sin que se les programe una cita.
“Entiendo que los médicos están haciendo lo humanamente posible, pero los pacientes también tienen derecho a estar en control. No nos pueden dejar a la deriva”, dice Vilma Lázaro, presidenta de la Asociación Reconstruyendo Vidas.
Ella ve necesario la creación de un área específica dentro de los hospitales para pacientes oncológicos, con citas escalonadas para no exponerlos al contagio del covid-19, dado que la pandemia es un mal a largo plazo. Mientras que Lone ve como una alternativa que casos como el suyo se refieran a clínicas donde puedan ser tratados, y el Estado los apoye con su tratamiento.
El boom de las enfermedades crónicas
Noriega Díaz señala que no solo se trata de que los pacientes reciban quimioterapia y radioterapia -el servicio no se paralizó-, se requiere de un tratamiento integral, con la intervención de otras especialidades como cirugía, nutrición, psicología, el problema es que algunas de estas sí paralizaron por completo desde marzo y eso retrasado aún más la atención, lo que se verá reflejado en los próximos meses.
“Ahorita todos hablan de las olas de covid-19, pero lo que vamos a ver a principios del año, son las olas de las enfermedades crónicas, los pacientes que no tienen un control. Lo hemos visto con el cáncer, que todos los pacientes que no llegaron los últimos siete meses, inclusive hasta fin de año, la consulta ha aumentado entre un 20% a 25%. Será el boom de las enfermedades crónicas y no estamos preparados para eso”, sentencia el oncólogo Julio Noriega Díaz.
Amenaza alcanza a los niños
El cáncer es un padecimiento que no respeta edad, y la población infantil también lo padece. Al igual que en los adultos, la pandemia llevó a la interrupción o cancelación de tratamientos.
En la Unidad Nacional de Oncología Pediátrica (UNOP) los pacientes faltaron a sus terapias, principalmente durante los momentos de cuarentena, debido a las restricciones en el transporte, indica el doctor Federico Antillón, director médico de la institución.
En Guatemala siete de cada diez niños con cáncer logran vencer la enfermedad, pero debido a la pandemia su posibilidad de recuperación se vio afectada.
“No se dieron los tratamientos completos, y se diagnosticaron menos casos de cáncer en el 2020”, y es que la consulta externa fue menor en el período de marzo a julio, y se estima que se dejaron de atender alrededor de 70 pacientes nuevos. A partir de agosto el servicio se restableció.
En los casos atendidos en UNOP la mortalidad no aumentó durante la pandemia, sin embargo, no se desacata que niños con cáncer hayan fallecido por no tener acceso a los servicios de salud.
Los casos de covid-19 en menores de edad no son comunes, y de contagiarse los síntomas son leves; sin embargo, en los pacientes oncológicos el virus puede complicar su salud.
Desde marzo 2020 hasta finales de enero en UNOP se han detectado 224 casos con el nuevo coronavirus, la mayoría, según Antillón, han sido leves o moderados. Si el paciente es positivo y está estable el tratamiento contra el cáncer no se interrumpe.
Como parte de los protocolos que se siguen en la unidad se hace hisopado para PCR a todos los pacientes que ingresan, aunque no tengan síntomas. Los casos positivos son aislados. También se siguen las medidas de protección personal, como lavado de manos, distanciamiento físico y tamizaje a la entrada del edificio, con toma de temperatura.