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“Después de la pandemia de covid-19 viene una pandemia de salud mental”
Los casos de abuso en contra de la niñez y de las mujeres, las desapariciones y asesinatos, han elevado las alertas entre la población; campañas como #TengoMiedo se han divulgado en las calles y en las redes sociales para demandar seguridad, protección y justicia a las autoridades, y romper con el ciclo de la violencia.
En las últimas semanas los actos de violencia contra la niñez se han incrementado, la sociedad demanda protección por parte de las autoridades. (Foto Prensa Libre: EFE)
De acuerdo con la doctora Mirna Santos, presidenta de la Asociación de Psiquiátrica de Guatemala, esto es producto del deterioro de la sociedad, en donde los valores y el respeto a la vida se han ido perdiendo. Ella explica desde su campo de estudio el comportamiento de los agresores, cómo ayudar a las víctimas y el camino que se debe tomar para cambiar este escenario de violencia que se ensaña con los más vulnerables.
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La violencia que se vive actualmente en el país ¿cómo retrata a la sociedad guatemalteca?
Lo primero que vemos es la deficiencia en los patrones de crianza y la deformación en la personalidad de los seres humanos, por lo menos en nuestra sociedad. Va más allá de no tener suficientes valores, pues no se tiene la conciencia humana de agredir, violentar o quitar la vida de otra persona.
¿Esta violencia siempre ha estado allí, oculta, o realmente se ha incrementado?
Siempre ha estado, pero no en la dimensión que se ha presentado últimamente, sin embargo, hay subregistro de casos. Ahora con las redes sociales hay más acceso a las denuncias, por el ejemplo, el caso de la niña de 9 años de San Marcos -fue acosada por un hombre que la siguió en su vehículo-.
La ley no funciona adecuadamente, siempre hay vías para esquivarla, pero el movimiento que hubo en redes sociales fue el que ayudó a que la ley tomara cartas en el asunto.
¿A qué se debe este aumento de la violencia?
Son muchos factores, pero si lo vemos desde el punto de vista individual, en los agresores se da mucho los trastornos de personalidad sociopática. Quizá antes se veían más casos de violencia en trastornos psicóticos, en los que la voluntad del paciente no es causar daño sino defenderse, ahora la mayoría de los casos se dan con la finalidad de hacer daño, de lastimar, hay trastornos de personalidad sociopático, pero también está la asociación al uso de sustancias -estimulantes o estupefacientes-, adicciones sexuales, a las redes sociales, a la tecnología.
Si bien la tecnología ayuda a los casos se denuncien, mal utilizada da la facilidad, a las personas que padecen este tipo de trastornos, a tener acceso a situaciones que alimentan los trastornos, como los sociópatas con tendencias sexuales y el acceso a la pornografía, a los juegos violentos.
¿Quiénes actúan de esta manera tienen trastornos de personalidad?
Generalmente tienen trastornos de personalidad bien marcados, alguien con una personalidad entre límites normales puede tener rasgos de cualquier cosa, pero es funcional, tiene conciencia, puede no solo discernir entre el bien y el mal, sino tratar de hacer lo correcto, lo bueno. Mientras que un trastorno de personalidad sociopática, por ejemplo, que es más común en estos casos, aunque tiene conciencia de discernir entre el bien y el mal, les es más atractivo, les causa más emociones, el causar daño.
¿El que tengan estos trastornos justifica que agradan a otras personas?
No lo justifica. Acá ya interviene la parte forense, la médica legal. No es lo mismo agredir por un cuadro psicótico que hacerlo por un trastorno de personalidad, en el primero, aunque no es justificable, tan poco es judicialmente castigado, porque están bajo un cuadro psicótico, están alucinando, tienen ideas delirantes. Mientras que el sociópata dice, esto es malo, esto le hace daño a esta persona, pero a mí me satisface verla sufrir.
Aunque son trastornos psiquiátricos, legalmente son vistos de diferente manera.
Allí es donde entra el peritaje psiquiátrico, para determinar cuál es el cuadro de la persona.
Son determinantes, aunque hay personas que buscan este peritaje porque dicen: “si tengo un trastorno, entonces no hay sentencia”. Al tener un trastorno de personalidad, sí hay sentencia, porque tiene discernimiento entre el bien y el mal, lo que pasa es que le atrae el mal. Ahora si tiene un trastorno psicótico, lo que dictan son medidas de seguridad, es una persona que lo hizo por un cuadro psicótico, no fue su voluntad. No tiene porque ir a la cárcel, pero tampoco puede quedar libre, las medidas son hospitalización y atención psiquiátrica.
¿Pueden las personas manipular estos diagnósticos para evitar ir a prisión?
Sí, existen intentos de manipularlos, pero cuando se trata de una evaluación médico legal, forense, tiene que realizarse una evaluación psiquiátrica formal y va asociada a pruebas psicométricas, y otras que apoyan el diagnóstico. Es común ver que la gente quiera manipular las pruebas, pero no es tan fácil hacerlo.
¿Qué factores, desde el campo de la psiquiatría, pueden abonar para que las personas se ensañen con víctimas indefensas, como los niños y las niñas, casos que últimamente han sucedido?
Una persona con un trastorno de personalidad sociopática, su juicio es normal, entonces, es capaz de medir el peligro, y como son personas que les atrae hacer daño a los demás, van a buscar personas que no los ataquen, ni que se defiendan, sino que al final terminan sumisas y con sufrimiento, porque eso es lo que les atrae, como en el caso de las violaciones.
Ahorita está muy de moda el término de la castración química para los abusadores sexuales, pero, lo que satisface al violador o al sociópata no es el tener una relación sexual, sino ver el sufrimiento del otro y sentir poder sobre los demás, ejercer miedo, por eso eligen grupos vulnerables, mujeres y niños.
Desde este punto de vista, ¿la castración química no vendría a ser la solución para frenar las violaciones?
No del todo, de pronto puede ayudar a reducir las violaciones como tal, pero no la violencia, e incluso ni el abuso sexual, como el de la niña de 9 años de San Marcos, en el que el abuso fue exponerse, y eso no lo resuelve, porque esta persona se satisface únicamente con que lo vean y atemorizar. La castración química resuelve una pequeña parte del problema, pero no el problema mental en sí.
¿Afecta el confinamiento, la crisis generada por la pandemia, para que el problema de la violencia -de todo tipo- se haya agudizado en el país?
Sí, es una parte, pero son varios factores lo que han contribuido. Se ha hablado que la pandemia posterior a la del covid-19 será una pandemia de salud mental, creo que no tuvimos que espera mucho para ver ese resultado y ya se está dando, la cantidad de pacientes psiquiátricos que ha salido a relucir en esta época es enorme, entre ansiedades, depresiones, trastornos psicóticos.
Cada persona al verse emocionalmente afectada puede desarrollar algo para lo que ya estaba predispuesta a padecer, por ejemplo, trastornos bipolares, y los trastornos de personalidad.
Por la pandemia también aumentó el consumo de alcohol y de sustancias ilícitas, sobre todo marihuana y cocaína.
Debido a esta ola de violencia, tanto niñas como mujeres demandan a las autoridades seguridad, porque sienten miedo ¿en dónde hay que enfocarse para poner fin a este temor?
Es complicado, porque es un miedo real y va más allá de lo individual. Se tienen ciertas sugerencias para las madres, como que las niñas salgan acompañadas, crear distracciones que no sean redes sociales dentro de la casa, volver a costumbres de antes, como jugar trastecitos, muñecas. Pero también hay que ocuparse de los varones.
La violencia se está manifestando más con las niñas, pero no significa que no se dé hacia los niños. Por cultura es socialmente aceptable el apoyar a una mujer que haya sido abusada sexualmente, mientras que en un hombre es mal visto, no se denuncian los abusos sexuales contra los niños, pero el temor está allí, tanto para las niñas como para los niños.
Ahora ¿qué hacer? Quien tiene que hacerse cargo de esto, porque la constitución así lo dice, es el Estado, de brindarnos seguridad, áreas donde nuestros niños puedan salir y distraerse sin temor, pero esto no existe; está en el papel, pero no en la vida real. Las mismas autoridades que deben proteger a toda la población, no lo hacen.
¿Qué acciones se deben tomar?
Hay que hacer conciencia en los padres, tomar medidas educativas, tanto a nivel de las escuelas como de las instituciones, comenzar con hacer conciencia a las autoridades o los órganos de justicia sobre toda la parte emocional que se ve afectada en los niños como en los adultos a largo plazo después de una agresión.
Los abogados, incluso, los mismos médicos forenses, no tienen ninguna preparación psicológica, a nivel de salud mental, para tener el tacto de cómo tratar a una víctima.
Una razón por la que no se denuncia, sobre todo las violaciones y agresiones físicas, es por la sobrevictimización. La víctima para dar lugar a que se ha justicia tiene que revivir dos, tres o hasta cinco veces el acontecimiento, porque si no lo revive, si no va al lugar de los hechos, si no dice las palabras exactas que le dijeron, si no da detalles, entonces, no le puede tomar la denuncia.
Lo que sucede es que todas las medidas que se puedan tomar darán sus frutos a largo plazo, entre un período de cinco a 10 años. Sí comenzamos a trabajar un programa de concientización hoy, se verán cambios en 5 años y el programa estará funcionando en 10 años, el problema es que los períodos de gobierno tardan cuatro años, entonces, a nadie le interesa comenzar un programa en el que no se vean los resultados antes de entregar su período de gobierno.
¿Pero esto también pasa por la poca inversión en salud mental?
Es menos del 1% lo que se tiene asignado dentro presupuesto de Salud, que es bajo. Hay cinco programas básicos a nivel de área de salud, pero el principal porcentaje va para materno- infantil, porque nacen niños todo el tiempo, se ve la producción, mientras que un 1% es para el paciente psiquiátrico, que en su mayoría no vuelve a ser tan productivo como antes, entonces, no les interesa.
En Guatemala solo tenemos un hospital psiquiátrico para atender a una población de 18 millones, porque lo menos hay pacientes que necesitarían estar tiempo prolongado o dar una estancia como de vivienda. Los pacientes que tienen acceso a tratamiento privado están bien, pero la mayoría no tiene acceso porque es un tratamiento costoso.
Si el Sistema de Salud no tienen para atender la atención a tercer nivel, mucho menos van a invertir en el primer nivel, que sería el preventivo. Y ayudaría mucho a trabajar en el preventivo para reducir a largo plazo situaciones como las que estamos viviendo, por eso no le interesa a nadie.