“La adhesión voluntaria a un programa de vacunación debe tener en cuenta el riesgo de que cualquier negativa del interesado pueda constituir un riesgo para él, para los demás y para el entorno laboral”, precisa en una nota la Comisión Pontificia del Estado de la Ciudad del Vaticano para aclarar el contenido del decreto firmado el pasado 8 de febrero por su presidente, el cardenal Giuseppe Bertello.
Por ello, “la seguridad de la comunidad puede prever, para quienes se nieguen a la vacunación por falta de motivos de salud, la adopción de medidas que por un lado minimicen el peligro en cuestión y por otro permitan buscar soluciones alternativas para la realización de la obra por parte del interesado”.
“La disposición se refiere a todas las medidas adecuadas destinadas a prevenir, controlar y contrastar situaciones excepcionales de emergencia de salud pública, y están ampliamente indicadas todas las herramientas para una respuesta adecuada y proporcional al riesgo para la salud”, se explica en la nota.
El decreto, añade la Comisión, “fue emitido para dar una respuesta normativa urgente a la necesidad primordial de salvaguardar y garantizar la salud y el bienestar de la comunidad trabajadora, ciudadanos y vecinos del Estado de la Ciudad de el Vaticano”.
El decreto firmado por el cardenal Giuseppe Bertello se puede consultar en la página oficial con medidas para afrontar la emergencia de sanidad pública.
Entre ellas se encuentran las normales de distancia social y también la de vacunar a sus empleados. Por ello el Vaticano comenzó inmediatamente una campaña de vacunas entre sus cerca 800 residentes y sus más de tres mil empleados y sus familias.
En el decreto se explica que habrá sanciones económicas a quienes no cumplan estas medidas, como la de la vacunación, y si se persiste se podrá llegar “a terminar la relación laboral” para quienes no tengan “comprobadas razones de salud”.
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Las sanciones previstas en el artículo 6 se refieren a una ley del Vaticano de 2011, que ya preveía para los empleados del Vaticano que no se sometan a “exámenes médicos oficiales” “responsabilidad y consecuencias” “hasta la terminación de la relación laboral”.
Tanto el papa Francisco, de 84 años, como el pontífice emérito Benedicto XVI, de 93 años, han recibido la segunda dosis de la vacuna contra el coronavirus y están inmunizados.
La dirección Sanitaria y de Higiene de la Ciudad del Vaticano reservó cerca de 10 mil vacunas de compañía farmacéutica Pfizer para su campaña de vacunación, que comenzó el pasado 13 de enero.
El papa Francisco ya había adelantado que se vacunaría en una entrevista realizada antes de recibir la primera dosis.
“Creo que éticamente todo el mundo tiene que vacunarse. Es una opción ética porque concierne a tu vida, pero también a la de los demás”, destacó entonces Francisco