Aunque rige la veda para la publicación de encuestas, varias firmas prevén un cabeza a cabeza por el repunte del derechista Lasso desde la primera vuelta, celebrada el 7 de febrero, cuando alcanzó el 19.74% de los votos contra el 32.72% de Arauz. Los indecisos rondan un 15%.
Lasso y Arauz protagonizan además un choque de generaciones y estilos que se decidirá con el voto obligatorio de 13.1 millones de ecuatorianos, que acuden a las urnas a partir de las 07.00 locales (12H00 GMT) al iniciarse la jornada, que concluirá diez horas después, con un acto en el Consejo Nacional Electoral (CNE) en Quito.
Con 36 años, Arauz, un economista formado en Estados Unidos, podría convertirse en el mandatario más joven de Latinoamérica, mientras Lasso, un exbanquero de 65 años, se postula por tercera vez tras perder las elecciones en 2013 y 2017.
Arauz es reconocido por ser el delfín del exmandatario Rafael Correa (2007-2017), figura central en esta contienda, pese a que lleva cuatro años fuera de Ecuador y arrastra una condena por corrupción que tacha de persecución política.
Lasso encarna al anticorreísmo, que agrupa a la derecha tradicional, empresarios, algunos medios de comunicación y parte de los no pocos desencantados con el socialismo del siglo XXI que pregonó el exjefe de Estado.
“Si gana Arauz, va a seguir el correísmo. Si gana Lasso, de pronto vamos a parar esto del correísmo, que es una terrible situación desde hace años”, expresó a la AFP tras sufragar Judith Viteri, de 41 años y vendedora en una farmacia.
Quien venza tomará las riendas de este país de 17.4 millones de habitantes a partir del 24 de mayo, en reemplazo del impopular Lenín Moreno, quien se va del cargo acosado por las críticas sobre el manejo de la pandemia y sus consecuencias económicas.
En 2020 la dolarizada economía retrocedió un 7.8% y la deuda pública alcanzó el 63% del PIB.
“Estamos en una crisis total”, manifestó a la AFP Jhonny Changoluisa, un empleado privado de 40 años que votó en un colegio del sur de Quito, anotando “la clase media y baja está echo pedazos” por la falta de empleo.
El voto indígena
Arauz promete un gobierno “progresista” para resolver una crisis económica agravada por la pandemia con medidas como la renegociación de un acuerdo de austeridad con el FMI por 6 mil 500 millones de dólares, mientras que Lasso se decanta por promover el libre comercio.
“Esta división social, y que la campaña ha exaltado, ha significado que el voto de rechazo a Correa termine efectivamente plegando a Lasso”, sostiene Pablo Romero, analista de la Universidad Salesiana.
Los indígenas, que quedaron a las puertas del balotaje con su candidato Yaku Pérez, un anticorreísta de izquierda que alegó un supuesto robo de elecciones, aparecen como una fuerza determinante este domingo.
El partido de Pérez, el Pachakutik, no dio su apoyo a ninguno de los candidatos.
El futuro presidente no gozará de mayoría absoluta en el Congreso y tendrá que negociar con Pachakutik, el partido indígena que quedó segundo en las legislativas celebradas en febrero por detrás de la Unión por la Esperanza (Unes), el movimiento de Arauz. Creando Oportunidades (Creo), la fuerza de Lasso, tendrá una representación mínima.
“Hay crisis económica, sanitaria y de gobernanza en este momento (…) Cualquiera que gane tiene un panorama completamente dividido, bien difuso”, apunta Wendy Reyes, consultora política y catedrática de la Universidad de Washington.
El correísmo, en juego
El correísmo, que ensanchó y fortaleció el Estado e impulsó la modernización de Ecuador aunque, según sus críticos, a costa de un estilo autoritario y salpicado de corrupción, parece haber perdido su ventaja de la primera vuelta.
“El ritmo de crecimiento de campaña de Lasso tuvo una diferencia de 2 a 1 frente al crecimiento de la campaña de Arauz”, señaló a la AFP Blasco Peñaherrera, jefe de la encuestadora Market.
Otros analistas también advierten sobre un impacto del voto nulo.
“Si hay un porcentaje muy alto legitimaría protestas en el futuro y afectaría la gobernabilidad del próximo presidente”, según Oswaldo Moreno, de Consultores Políticos Independientes.
Muy activo en la primera vuelta, Correa prácticamente se esfumó en la recta final, en un intento por proteger a su pupilo de las fuerzas que lo repelen.
El exmandatario está en Bélgica desde 2017. Moreno, su exvicepresidente, lo sucedió en el cargo, apoyado en la popularidad del gobierno socialista, pero rápidamente se desmarcó de Correa y precipitó la fractura de la izquierda dominante.
“El correísmo no solamente se juega su continuidad, no es que vaya a desaparecer [si pierde], sino que los procesos judiciales van a continuar y eso va a significar que tenga cada vez menos espacios”, comentó Romero, de la Universidad Salesiana.