En el lugar recibe a adultos que durante sus últimos años precisan de un trato delicado y amoroso. Desde 2018, Fernández ha estado en contacto con ellos.
Asegura que en este tiempo ha visto partir a cerca de 20 pacientes, pero indistintamente de las circunstancias, ha logrado despedirlos más como familiares y no tanto como beneficiarios de un servicio social.
En la actualidad, Casa mis abuelos da cobijo y amor a 14 adultos mayores mediante los cuidados de Anyello Fernández y cuatro enfermeros en un domicilio ubicado en la 2ª calle 3-34 de la zona 2 de Ciudad Vieja en Sacatepéquez. La meta en el hogar consiste en dignificar los últimos años de quienes habitan ahí.
¿Y qué es lo que más ha dejado este proyecto a su fundador? “Una mayor consciencia por la vida, el amor, la paciencia y la dedicación”, responde Anyello.
Caer y levantarse
A pesar de su consciente impresión, las cosas no fueron tan sencillas para Fernández antes de Casa mis abuelos. En 2001, sufrió un accidente de tránsito que dio como resultado un daño en su cadera.
Diez años después, mientras conducía un microbús para turismo, fue interceptado y secuestrado. Se libró, pero lo que vino después fue más arduo, infiere Anyello. Durante esa época, una separación de su familia volcó su vida.
“El turismo me gusta mucho, pero en esa época trabajaba mucho porque mi objetivo eran mis hijos cuando estaban conmigo. Después de mi separación, ya no pude verlos. Con eso y lo del secuestro ya no tenía ganas de hacer nada. Estaba deprimido”, narra Fernández.
Las cosas dieron cierto giro cuando en 2015 realizó una visita a sus abuelos y se percató que estos no se encontraban bien. Los vio descuidados y “olvidados”, por lo que decidió hacerse cargo de la situación. Al principio buscó asilos pero todos resultaron inaccesibles económicamente.
Ante lo ocurrido, Anyello decidió cuidar por cuenta propia a sus abuelos. En 2016 alquiló una casa en Antigua Guatemala, donde se instaló junto a ellos para estar más cerca de sus necesidades.
En paralelo y junto a la ayuda de otras personas, también repartía desayunos y refacciones para adultos mayores.
Un hogar inesperado
Un mes luego de haberse instalado y por petición de unas amistades, Fernández recibió a un señor que padecía cáncer terminal de próstata en la casa. Para finales de ese año, cinco adultos mayores convivían en el hogar bajo los cuidados del guía turístico.
Camas, víveres, utensilios y demás objetos fueron llegando hasta el hospicio que habría propiciado sin esperar. De esa manera, se vio en la necesidad de ampliar el proyecto.
Al principio él cocinaba, limpiaba y cuidaba a los adultos mayores. En ocasiones, cuando era contactado para realizar otros recorridos de turismo, su hermana y otras personas lo ayudaban.
El proyecto se expandió tanto como la empatía y cariño de Anyello, por lo que, en 2020 arrendó en Ciudad Vieja un domicilio más amplio para instalar Casa mis abuelos.
En el espacio se reciben a personas que son llevadas por sus familiares, quienes a la vez son responsables del pago de sus medicamentos y en caso fallezcan. Por los demás, se encargan Anyello y sus asistentes.
En el hogar se solventan las necesidades básicas de alimentación y aseo, así como las emocionales de los 14 adultos mayores, quienes además suelen realizar actividades recreativas como juegos de mesa y manualidades.
Los abuelitos son, sobre todo, tomados en cuenta y apreciados, comenta Anyello.
Aunque el principal reto del espacio es que subsista económicamente, su fundador asegura que los pacientes son los que le dan vida: “Todos tienen historias, vidas y costumbres muy distintas, pero al final, demandan el mismo cariño.
Son personas que han dado mucho. Lo importante es hacerlos sentir como en casa”, establece Fernández, quien después de varios retos personales, asegura sentir que formó una nueva familia.
“Este espacio me ayudó a sanar después de las pérdidas que tuve. Los abuelitos llenaron todo eso. Ahora lo tengo todo cubierto”, asegura.
Si desea conocer más de Casa mis abuelos puede hacerlo a través del teléfono 5424-2313.