Stefany, por ejemplo, tiene 25 años y es administradora de empresas. En marzo de 2019 fue condenada a seis años de cárcel por extorsión. No obstante, dos años después sigue con medida sustitutiva y a la espera de que en cualquier momento una Sala revoque la resolución del Tribunal, porque, asegura, es inocente y nunca extorsionó a nadie.
Está señalada de recibir un depósito de Q100 producto de extorsión. Stefany no concibe la idea de que por este dinero pueda estar seis años en la cárcel, tampoco que un “amigo” la haya involucrado.
En octubre de 2017 Stefany recibió una llamada desde una cárcel. Antes de que se reciban las llamadas una operadora anuncia que la comunicación se origina desde una prisión, sin embargo, ella la aceptó porque un excompañero de trabajo estaba en ese centro carcelario.
Él la llamó para pedirle de favor que recibiera en su cuenta monetaria Q100 y que se los entregara a su mamá. El depósito llegó y ella cumplió con entregarlo a la señora. “El Tribunal me declaró culpable, a pesar de que los análisis de ubicaciones y de grafotecnia no me vinculaban con el caso. Pero el juez dijo que por 50 centavos o un millón de quetzales se había intimidado a alguien, sin importar el monto del dinero”, lamentó.
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El caso de Stefany no es el único en donde una mujer cayó por su buena fe en un delito, según expone Andrea Barrios, directora del Colectivo Artesana. La organización ha conocido de cerca las historias de vida de decenas de privadas de libertad que prestaron sus cuentas bancarias como un favor a vecinos o personas conocidas, pero los favores se repitieron varias veces, sin sospechar que el dinero no provenía de supuestas remesas, sino era producto de extorsiones.
Barrios señala que existen otros casos en donde la mujer sí sospecha que están utilizando su cuenta para recibir dinero producto de extorsiones, por lo que deciden confrontar a la persona que les pidió el favor, pero a cambio reciben amenazas y entonces ya son obligadas a recibir el dinero y luego entregarlo.
Procesos
La Fiscalía del Delito de Extorsión informó que desde 2015, año en que fue inaugurada dicha unidad, han capturado a 2 mil 36 mujeres y a 4 mil 375 hombres por delitos relacionados con la extorsión.
Emma Flores, jefa de la Fiscalía, señaló que el rol de las mujeres en las extorsiones es que “prestan” su cuenta bancaria y retiran el dinero, por lo que en su mayoría por el delito que las vinculan a proceso es extorsión, en cambio, a lo hombres, que de forma regular integran una organización criminal, se les sindica de otros delitos que contempla la Ley contra la Delincuencia Organizada.
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Otra de las situaciones que han conocido en Artesana y Barrios enumera es que la Fiscalía sindica a las mujeres por cada víctima de extorsión que depositó dinero en su cuenta, por lo que algunas reclusas pueden acumular varios casos en su contra, dependiendo la cantidad de depósitos recibidos en sus cuentas bancarias.
Aunque muchos casos, también identificados por la Fiscalía, son de mujeres que fueron sorprendidas en su buena voluntad y otras personas utilizaron sus cuentas bancarias para tercerizar el pago de las extorsiones, también hay casos donde se ha identificado a mujeres que forman parte de las organizaciones criminales y con plena conciencia utilizan las cuentas.
Campañas
En los últimos años el Ministerio Público junto a otras instituciones han procurado una campaña masiva para advertirle a las personas que van a las agencias bancarias de los riesgos que tienen al prestar su cuenta bancaria. Flores señaló buscan evitar que más personas caigan en estas trampas.
Mientras que, desde el Colectivo Artesana, junto al Sistema Penitenciario, impulsan desde marzo pasado la campaña de prevención en las cárceles Mujer date cuenta si prestas tu cuenta, con el fin de alertar y concientizar a las mujeres para que no formen parte de estructuras que extorsionan.
Además, la organización trabaja en una propuesta de reforma al Código Penal para que se agregue la extorsión en los delitos que gozan de medida sustitutiva bajo características de enfoque de género y proteger a las mujeres que son obligadas a prestar sus cuentas bancarias o son, bajo engaños, convencidas de recibir dinero producto de delitos.
“Creemos que los más importante es trabajar con la prevención en los centros de privación de libertad, desde la puerta del centro, especialmente los centros de hombres, hasta adentro donde las mujeres cumplen condenas”, afirmó.
Extorsiones al acecho
El año pasado, por efectos de las restricciones de movilización por la pandemia, las extorsiones desaparecieron de las estadísticas de las autoridades, al menos entre marzo y julio, los meses con limitaciones más drásticas.
A partir de agosto y junto a la recuperación de las actividades económicas, las denuncias por extorsión volvieron a subir y alcanzar, poco a poco, los mismos niveles que en años anteriores.
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Este año, de enero hasta el 15 de abril el Ministerio Público ha recibido 2 mil 467 denuncias por extorsión.
Las autoridades coinciden que el mayor problema para controlar este delito es que estas actividades provienen de grupos identificados como “imitadores”, porque fingen integrar alguna organización criminal o pandilla para exigir dinero a personas particulares, comerciantes, domicilios, entre otros para evitar que los asesinen.
Algunas de las acciones para tratar de reducir este delito ha sido aislar en celdas unipersonales a algunos cabecillas del Barrio 18 y la Mara Salvatrucha, traslados que se hicieron el año pasado.
Además, las requisas siguen siendo una práctica habitual en las cárceles, como también el encontrar en los operativos carcelarios celulares, chips y conexiones a redes de internet, canales que los reclusos utilizan para dirigir y coordinar las extorsiones y llamadas para amenazar a sus víctimas.