El 20 de abril el presidente Alejandro Giammattei advertía en la XXVII Cumbre Iberoamericana que se celebró en Andorra que la tercera ola de contagios en Guatemala era peor que la primera por las variantes que ha tenido el virus.
Giammattei hizo referencia a la cepa californiana, la cual, según el Laboratorio Nacional de Salud, puede causar casos comunitarios o contagios múltiples. De igual forma, dijo que se estaba a la espera de que el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) notificara a Guatemala si la cepa brasileña ya estaba presente en Guatemala.
Actualmente, existe el temor en la comunidad médica de que esta última variante pueda causar problemas respiratorios graves en pacientes jóvenes, aunque aún faltan estudios científicos que lo confirmen, comenta la infectóloga Iris Cazali.
“Esa cepa se ha asociado a problemas respiratorios en pacientes jóvenes que requieran hospitalización, incluso tratamientos en áreas criticas. Las variantes pueden llegar a ser más agresivas y pueden tener más carga viral”, afirma Cazali.
Hace un mes el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) informó que el Laboratorio Nacional de Salud implementó procesos para detectar las tres variantes del SARS-CoV-2 clasificadas por la Organización Panamericana de la Salud como “variantes de preocupación”, dentro de las cuales se encuentra la cepa brasileña, la de Reino Unido e Irlana del Norte y la de Sudáfrica.
“Las variantes de preocupación son aquellas variantes clasificadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su alto nivel de transmisibilidad y aumento de virulencia. Pueden causar disminuciones en la eficacia de vacunas y tratamientos ante el COVID-19”, informó el MSPAS.
Alicia Chang, vicepresidenta de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas (AGEI), comenta que en algunos países el personal médico ha observado que las variantes de Brasil y Reino Unido pueden provocar que pacientes jóvenes desarrollen neumonía o coágulos dentro de los pulmones.
Sin embargo, Chang comenta que estas son observaciones preliminares que se han hecho y aún falta que estudios científicos confirmen si las variantes del virus son más agresivas con los jóvenes.
“Hay síntomas de la enfermedad que son más marcadas en adultos mayores con enfermedades preexistentes, pero aparentemente estas cepas tienen la posibilidad de tener estos síntomas también en personas jóvenes. Todavía no tenemos información consistente al respecto, pero es una llamada de atención para que mantengamos las medidas de prevención. Hay muy poca gente vacunada y dentro de esta no están los jóvenes. No es el momento de bajar la guardia”, dijo Chang.
Aida Barrera, del Centro de Investigaciones de las Ciencias de la Salud (Cics) de la Facultad de Ciencias Médicas en la Universidad de San Carlos, comenta que hay varios factores que pueden provocar que los jóvenes estén más expuestos al virus y sus consecuencias.
Uno de ellos es que a nivel mundial ya se empezó a vacunar a adultos mayores, pero no así a la población joven. “Muchos adultos mayores no llegan a los hospitales porque ya están vacunados, pero hay que considerar que los jóvenes no se han vacunado”.
Además, los jóvenes son los que menos medidas de bioseguridad mantienen. Por tal razón, están más propensos a contagiarse.
Hasta el 11 de mayo, la OPS/OMS reportaba 47 países que ya habían confirmado la presencia de la cepa brasileña y había otros 13 que están bajo verificación, según el último reporte epidemiológico.
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Contagios y muertes
Los jóvenes son el grupo etario que más contagios ha reportado desde el inicio de la pandemia. Según el tablero de covid-19, en total 53 mil 698 han contraído el virus y de estos 451 han muerto.
Entre diciembre de 2020 hasta ayer, se reportaban 51 mil 177 personas entre este rango de edad positivo y 181 muertos.
Francisco Coma, viceministro de hospitales, dijo que en la tercera ola se observó un mayor incremento de pacientes jóvenes que ingresaron a los hospitales con un cuadro moderado. Su estadía en el hospital es de ocho días en promedio.
En general, presentan dificultades para respirar y bajos niveles de oxígeno, informó Coma. No obstante, el tiempo de permanencia en los centros asistenciales aún no alcanza el de adultos mayores, que puede ser de hasta 15 días.