Economía

Las gráficas que muestran el deterioro en las condiciones laborales de la mujer guatemalteca

Estudio elaborado por Asies revela que en cinco años la situación de las trabajadoras guatemaltecas continúa siendo desfavorable.

La población ocupada femenina aumentó levemente más que la población en edad de trabajar, y esto redundó en un deterioro de sus condiciones. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

La población ocupada femenina aumentó levemente más que la población en edad de trabajar, y esto redundó en un deterioro de sus condiciones. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

El aumento de la población ocupada femenina evidenció una tendencia a ubicarse en actividades de menor remuneración, bajo deficientes condiciones de trabajo y falta de seguridad social sumado a los efectos de la pandemia del covid-19. Además, una mayor proporción de mujeres trabaja más de 48 horas semanales y creció el subempleo de las mujeres frente a los hombres.

El análisis anterior forma parte de un estudio elaborado por Asíes llamado: Mujeres Trabajadoras de Guatemala, y es la tercera serie del proyecto Promoviendo el trabajo decente para todos, que contó con el apoyo de la Unión Europea.

Para la investigación se analizaron los datos obtenidos de las bases de datos de la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos de 2019 (ENEI 2-2019), de noviembre de 2019 y la segunda ENEI de 2014, finalizada.

Julio Prado Sánchez, investigador de Asíes y autor del estudio compartió que las brechas salariales se han acentuado, con un ingreso promedio de Q2 mil 252 para las mujeres ocupadas, hay una brecha de un 8 por ciento respecto al promedio nacional y de 12 por ciento respecto a los hombres.

Por categoría ocupacional, la mayor brecha se observa en empleador agrícola tanto por género como nacional, con brechas importantes en las categorías de jornalero y cuenta propia agrícola y no agrícola, y de empleado privado.

La brecha observada en las empleadas de casa particular entre hombres y mujeres es la segunda más alta, pero la brecha a nivel nacional indica que los hombres en esa actividad tienen muy poca participación.

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Segmentos

El ingreso por número de canastas básicas muestra tendencia al alza en el rango de una canasta básica o menos, eso significa que 8 de cada 10 pueden adquirir una canasta básica o menos —que tiene un costo de Q2 mil 991.70 a abril del presente año—, y solo 2 de cada 10 pueden comprar de una a dos Canasta Básica Alimentaria.

En ese sentido, Mónica Garzaro Scott, coordinadora Nacional de CNV International, opinó que la mujer indígena se encuentra en las peores condiciones laborales.

Por ejemplo, el mayor ingreso mensual de las mujeres en 2019 lo registró laborando en una empresa grande —Q3 mil 642.55—, en donde también por etnia las no indígenas mostraron el mayor ingreso —Q3 mil 766.93—.

“El salario mínimo vigente es insuficiente para adquirir una canasta básica completa, incluso, como se observó en el estudio no se cumple con ese salario mínimo, especialmente a la mujer indígena; y menos alcanza para una canasta básica vital que según datos del Instituto Nacional de Estadística tiene un costo de Q6 mil 907.64 a abril pasado”, expresó Garzaro.

Para Mireya Palmieri, socióloga, las conclusiones del estudio son contundentes y evidencian el deterioro de las condiciones laborales de las mujeres, debido que el aumento del trabajo femenino se concentra en actividades de baja remuneración y capacidad y eso incide directamente en la pobreza y por consiguiente las mujeres trabajadoras no pueden elevar su calidad de vida.

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Libertad sindical

Los datos del estudio de Asíes sobre Mujeres Trabajadoras de Guatemala denotan la dificultad para ejercer el derecho de asociación y la libertad sindical, observándose crecimiento únicamente en los empleados del gobierno, con una significativa reducción en el sector privado y especialmente en las trabajadoras indígenas.

Los asalariados afiliados a sindicatos mostraron tendencia al alza; en valores absolutos crecieron al doble en nuevos miembros, debido en mayoría al aporte del sector público; el sector privado proporcionalmente se redujo en una décima parte respecto a 2014.

De las mujeres sindicalizadas, dos terceras partes se concentraron en lo urbano, compartiendo el metropolitano y rural la diferencia casi a partes iguales, con ligera ventaja del rural. En la categoría de empleados privados la proporción de afiliadas indígenas se redujo casi a la tercera parte entre ambos años.

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