IMAGEN ES PERCEPCIÓN

Desde ya exijamos al mejor, y no al menos peor

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Es frecuente escuchar la informidad de la mayoría de los ciudadanos con el gobierno de turno. Esto no es nuevo, y si no le gusta el presidente actual, seguramente el que viene le gustará menos. Por esta razón, para las próximas elecciones generales del 2023, no podemos permitirnos repetir la misma nefasta historia de cada proceso electoral, donde lamentablemente se elige un presidente que no solo viene a destruir nuestra nación, sino a hacerse multimillonario a costillas de un pueblo apaleado y cansado de lo mismo.

' Aun estamos a tiempo para que surjan nuevos rostros en la política nacional y tener verdadero líder como presidente.

Brenda Sanchinelli

El problema es la indiferencia de la ciudadanía, que hasta hoy ha sido incapaz de exigir cambios estructurales que serían la única solución para ver una luz al final del túnel y terminar con esta vorágine de presidentes ineptos y buenos para nada, entre otras cosas. Para colmo de males en este país, se realizarán simultáneamente las elecciones legislativas, las municipales y las del Parlamento Centroamericano. Lo que no permite poner la atención debida a cada proceso particularmente.

El problema de nuestro sistema es que cada cuatro años se facilita que llegue un gobierno peor que el anterior, por varias razones, pero quizá la más importante es un voto de castigo para evitar que llegue un personaje al que se cataloga “nefasto”, pero al votar por el otro resulta un verdadero desastre también, y al final no se sabe quién hubiera resultado peor, si la enfermedad o la medicina.

Hasta el día de hoy, la oferta política sigue siendo la misma de siempre, no se vislumbra ningún personaje que realmente valga la pena. Lo que se ve venir es un desfile de personajes oscuros, los mismos de siempre, cuyo resultado inevitablemente será que se repita la misma historia de cada cuatro años, solo que corregida y aumentada.

Es lamentable que habiendo en este país personas capaces, honradas e inteligentes no se pueda tener líderes de altura. Esa opción de “tener que elegir al menos malo” es ya inadmisible, tener que escoger entre propuestas políticas mediocres, con financiamientos oscuros, personas ya conocidas por su falta de integridad moral y con trayectoria de corruptela. Personas que en unas elecciones de Canadá, por ejemplo, ni siquiera podrían optar a ser candidatos.

No cabe duda de que las leyes electorales que tenemos protegen esta podredumbre y premian a los políticos al salir del poder, al punto que tienen derecho de ser diputados del Parlacén o del Congreso sin problema. O simplemente se retiran a disfrutar de los millones que han logrado hacer en su gestión.

Uno de los grandes problemas de este país es la ignorancia y la indiferencia del pueblo. Por eso, a las personas que han formado parte del gobierno no les interesa invertir en educación, para que el grueso de la población siga siendo ignorante, mejor que sigan sin entender el idioma español. Entre menos entiendan lo que pasa a su alrededor, mejor, así les regalan una gorra o una lámina y ya.

Ya no se debe permitir ceder espacios políticos a los mismos de siempre, personas sin escrúpulos y dinosaurios de la política guatemalteca. Personas que en el fondo son fracasadas y se dedican a la política, no por amor a Guatemala, sino porque no saben trabajar honestamente.

Es lógico que los ciudadanos honorables, inteligentes y capaces tengan temor de participar en la vida política nacional, por el gran descrédito de este gremio y el desgaste que podría causar a una persona de prestigio si incursiona.

Es necesario y sano que aparezcan rostros nuevos, desde ya, con ideas frescas y renovadoras. Profesionales limpios, valientes y que tengan una vida personal y empresarial exitosa, para acabar con el monopolio de politiqueros corruptos perpetuados en el poder de este país.

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