El jueves 17 de junio, el pintoresco equipo celebró su 41 aniversario y el Día del Padre en Guatemala con un partido contra una selección de la Policía Nacional Civil (PNC), disputado en el estadio comunal de la aldea Xejuyup, unos 170 kilómetros al oeste de la Ciudad de Guatemala, específicamente en el departamento de Sololá.
No es un equipo cualquiera el Xejuyup, especialmente por su uniforme de origen maya compuesto por el tradicional “kutin”, el “coxtar” y el “pas”, es decir, la camisa, la especie de falda pesada de lana y la faja para amarrarla, respectivamente, cada uno con un significado ancestral.
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El “kutin”, de color rojo y con otros colores bordados que emulan al fuego, la tierra, el aire y el agua, representa la naturaleza que rodea a la región.
El “coxtar”, por su parte, evoca al “ajaw aq’ab’al”, es decir, la polaridad entre el amanecer y el atardecer, la luz y la oscuridad, mientras que la faja (“pas”) es el “Nawal Kan” o la energía de la Madre Tierra y la espiral que guarda el código genético; la memoria colectiva de la humanidad.
Sin la comodidad de las vestimentas modernas, los jugadores del Xejuyup prefieren su “kutin” con dorsales en numeración maya arriba y arábiga debajo, antes que una camiseta de marcas famosas. Preservar su historia es, para ellos, lo más importante.
Ahora, con la esperanza de encontrar patrocinadores para cubrir gastos de transporte y alimentación, buscan acceder a la tercera división del fútbol profesional guatemalteco.
El sueño profesional
El partido contra las fuerzas del orden finalizó con resultado agridulce este jueves, con una derrota por 4-5 pero con la alegría de haber celebrado un año más para este singular equipo de futbol k’iche’.
El capitán del Deportivo Xejuyup, Miguel Perechú, hijo del fundador del club, Antonio Perechú, dijo antes del partido que después de muchos años de formación en varias categorías y de la incorporación de jóvenes de la propia cantera, el sueño de llegar a la tercera división parece estar más cerca que nunca.
“Esperamos en Dios esa oportunidad y formar parte de una tercera división”, tanto para el equipo masculino como para el femenino, “pero tenemos que tener paciencia e ir despacio”, agregó Perechú.
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“Ya nos hablaron para tener también el equipo en la Liga Nacional (profesional), pero la economía es lo que nos hace falta y tenemos ese sueño desde hace rato. La Federación nos ha dado la oportunidad”, soslayó.
El fantasma de la migración
El equipo también tiene que hacer frente a la pérdida de algunos de sus jugadores que cambiaron el anhelo futbolístico por el sueño americano, la realidad de miles de guatemaltecos.
Según diversas fuentes, cada año alrededor de 300 mil personas deciden emigrar a Estados Unidos de manera irregular en busca de mejores condiciones de vida, alejados de la violencia y la pobreza que persiste en Guatemala.
En los últimos cinco años, desde la última visita al equipo de la indumentaria maya, cuatro futbolistas han decidido emigrar a Estados Unidos sin documentación.
“Se han ido un defensa, un portero, uno de nuestros volantes o carrileros, como decimos acá, y un delantero, todos se han emigrado”, detalló Perechú.
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El anhelo de sus compañeros, dijo, “era ayudar a su familia y estamos felices de que ya están allá. Sabemos que el transcurso del camino (para llegar a EE. UU.) es muy difícil, pero ahora, de lo que ganen ellos, les están ayudando a la familia. Nosotros estamos siempre pensando en ellos, que hagan siempre lo mejor”.
Para evitar más bajas y motivar a sus jugadores, “nos encantaría darles un incentivo”, insistió el capitán, pero tras bajar la mirada admitió que no pueden hacerlo y “cada jugador se hace su gasto”.
En la región guatemalteca donde habita el Xejuyup “el trabajo es muy bajo a veces y es por esa razón que muchas personas se han emigrado” a Estados Unidos, afirma. “No queda decirles a los jugadores que aún están acá, que sigamos trabajando en sus negocios, su estudio, ayudar en casa”, sentencia Perechú.