“Para crear este nuevo emblema de la perfumería de Hermès, he tenido que recurrir a otras vías menos previsibles y alejarme de las notas amaderadas convencionales. Cuando asisto a un desfile de Véronique, siempre me impresiona el poder sentir las texturas, e incluso la trama del tejido, a través de los ojos”, expresa la creadora del nuevo perfume H24.
Nagel es una auténtica virtuosa de los volúmenes y ha textualizado su materia prima a tal punto de dar la inquietante impresión de poder tocarla con los dedos. Todo inició con una nota aromática y vegetal, que se apropió de ella sin caer en la reinteración, eso debido a su carácter intuitivo y su implacable espíritu investigador, eligió la salvia esclarea, con matices de heno y hierba cortada y un fondo ambarino ligeramente animal muy intuitivo.
“Esta variedad resulta más envolvente y sensual que la salvia officinalis de matices medicinales y alcanforados” indica Nagel. Una salvia esclarea, mezcla de esencia y absoluto, que se niega a actuar como mero figurante; con su personalidad dominante, se hace patente de principio a fin.
Representa la columna vertebral vegetal que dibuja en el perfume una silueta esbelta que se extiende hacia el cielo. Un sueño vegetal comienza a materializarse: “Tenía en mente una naturaleza urbana, la imagen acelerada de un brote pequeño y frágil que rompe el hormigón para encontrar su lugar. La expresión de ese movimiento, de esa fuerza vital, me emociona enormemente”.
Dado que el deseo es vegetal, ¿por qué no incorporar esta vez una flor? Pero no una cualquiera, sino una enigmática, cautivadora y asonante. Una flor que, en realidad, no lo parezca. El absoluto del narciso, la fiera vegetal que desprecia la fragilidad, es una de esas almas indomables que han de tratarse con cuidado. No obstante, tiene todo lo que hay que tener para encantar a los hombres: además de poseer un característico perfil verde, crujiente y dinámico, exhala recuerdos nocturnos de tabaco. “Lo he suavizado, sin despojarlo de su carácter vivo y eléctrico, al destilarlo junto con otro material”, afirma divertida. ¿Cuál? El sueño se reserva su parte de misterio.
Como terreno de juego, Christine Nagel cuenta con la inventiva y, asimismo, cultiva de buen grado un gusto por la hibridación audaz entre la naturaleza y la innovación. Esta inclinación la ha empujado a interesarse por las biotecnologías que permiten producir nuevas moléculas a partir de reacciones enzimáticas naturales y ecorresponsables. “Me gusta recurrir a materias primas naturales muy clásicas y trabajarlas con tecnologías que les aporten nuevos acabados y texturas”. Este narciso estilizado y desconcertante, con su exquisita amargura en filigrana, aporta elegancia al perfume y, además, la pátina de lo clásico.
La tercera pieza de este rompecabezas de simetría perfecta es la esencia de palisandro —que nada tiene que ver con la rosa, a pesar de su nombre en francés (bois de rose)—, extraída de un árbol silvestre sudamericano. Esta materia singular posee el don de enloquecer a los más fanáticos según la mitología que la precede. “La he seleccionado por su frescor vegetal simple y natural. Hemos tenido la suerte de encontrarla en Perú, de la mano de los productores que la maison acompaña en su iniciativa ecorresponsable. Una iniciativa que consiste en explotar y replantar la especie de forma sostenible y respetuosa con el medioambiente”.
La partitura se remata con una molécula futurista: el esclareno. Este cuerpo fragante, al principio verde y terroso, desarrolla enseguida su sensual aroma de hierro candente. Confiere a la composición su vibración metálica, un máximo de voluptuosidad y establece el vínculo con el mundo del prêt-à-porter masculino de Hermès, al evocar el aroma embriagador de sus talleres.
Magia milimetrada en una fórmula que pretende ser corta e incisiva. El tejido resulta meticuloso y carece de costuras visibles. Cada uno de sus ingredientes ha sido trabajado con sumo cuidado y existe por sí mismo. Esta sencillez formal ofrece espacio suficiente en la composición para dejar que penetre la luz. De ahí surge esa impresión inédita y paradójica de la pureza sensual.
Una nota aromática alternativa, una madera que no huele como tal, una molécula impresionista. La fragancia cultiva uno a uno todos sus elementos singulares. H24 es un perfume vivo, sensual y luminoso, con una gran riqueza en su aspereza. Una huella reinventada, con el toque justo de informalidad, que enciende el encanto del hombre sin poner trabas a su libertad.
Para custodiarlo, se impuso un frasco desafiante, una auténtica proeza de la cristalería de formas esenciales. Este objeto de líneas aerodinámicas, diseñado por Philippe Mouquet, encarna el ímpetu y la energía del hombre contemporáneo. La forma de este frasco recargable semeja haber sido transformada por la presión de una mano invisible. El estuche de papel 100 % reciclado y reciclable hace referencia a la composición: gris mineral, adornado con una franja verde lima que define y, al mismo tiempo, se abre a una nueva dimensión, más allá de las líneas.