Deporte Nacional

No se cumplió el sueño de bronce, pero el pueblo de Kevin Cordón siempre mantuvo La Unión

Aplausos. Todo eran aplausos y sonrisas. La gente se puso en pie, levantaron los carteles con fotos del « zurdo de oro » que, en esta ocasión, no logró ser de bronce, pero que para su gente, la de América Latina, de Guatemala, de Zacapa, de La Unión, es todo un campeón.

Los padres de Kevin Cordón, Dora y Roberto, recibieron a vecinos y amigos en su casa para observar el juego por la medalla olímpica. Hubo aplausos, mariachis y mucha alegría por el zurdo de oro. Foto Prensa Libre: Elmer Vargas y AFP.

Los padres de Kevin Cordón, Dora y Roberto, recibieron a vecinos y amigos en su casa para observar el juego por la medalla olímpica. Hubo aplausos, mariachis y mucha alegría por el zurdo de oro. Foto Prensa Libre: Elmer Vargas y AFP.

Sonreían, quizás no en tono de fiesta, pero sí de orgullo. Kevin Cordón Buezo quedó cuarto lugar en bádminton en los Juegos Olímpicos. Sin público en Tokio, pero con toda la porra en casa.

A las 4 de la mañana aún es de noche, en realidad. En el imaginario colectivo guatemalteco, Zacapa es la zona desértica del país, pero La Unión, rompe el molde, ya en el corredor ecológico del bosque nuboso.

A las 3 :30 llovía con fuerza. Media hora después, aún bajo el agua, familiares y vecinos llegaron en romería a la residencia Cordón Buezo. Con ellos, un conjunto de mariachi. Entonaron « Las mañanitas » aunque no era cumpleaños de nadie.

Mejor, Kevin, dos veces oro panamericano (2011 y 2015) estaba a unas horas de, quizás, hacerse con la segunda presea olímpica para Guatemala.

Salió Eddy, siete años menor que Kevin. También practicó bádminton en su juventud, ahora está al pendiente de sus padres, que se asoman por la puerta para besar y abrazar, uno a uno, a los visitantes.

« Si no sale ¿Qué se va a hacer ? ». La sonrisa no la pierde don Cuco. Se va la comitiva con una única certeza: ni él ni su esposa verán el partido. Los nervios se los impiden. El resto del pueblo sí, en la cancha central. Pantalla gigante, sillas de plástico, cantan el himno nacional y canciones típicas de Zacapa.

En primera fila, sus primas y tías. La foto de Kevin en la camiseta y el nerviosismo en los ojos. Entre las manos, crucifijos y cadenas. En los labios, encomiendas. Al frente, el partido. A veces se cortaba. Son los gajes de las transmisiones en línea.

Cuando ocurría, el cambio era inmediato: de la pantalla gigante a la pantalla minúscula de los móviles. Lo importante era no perder el hilo. 21-11 acabó la primera manga, tal y como el segundo set de las semifinales contra el danés Viktor Axelsen, hoy medalla de oro.

En la segunda parte, más de lo mismo. De a poco se fue alejando Anthony Sinisuka en el marcador. Cada vez era más evidente que el bronce viajaría a Indonesia. En La Unión lo sabían, pero aún en la derrota hacían honor al nombre del pueblo.

No sonó silbato ninguno, porque no es un deporte de temporizador sino de marcador. Vigésimo primer punto del asiático, por 13 de Kevin. Terminó y, entonces, aplausos. Todo eran aplausos y sonrisas. La gente se puso en pie, levantaron los carteles con fotos del hijo del pueblo.

Perdió, pero como el cuarto mejor del mundo. Diploma olímpico. Solo dos jugadores pudieron derrotarlo: Sinisuka, que ganó el bronce, y Axelsen, medalla de oro.

De regreso a la casa, los padres hinchados de emoción. Luego de un año de pandemia, de la muerte de su hijo Marvin (muy cercano a Kevin), de una serie de lesiones que tuvo en vilo al zurdo, después de todo eso, el primer americano en llegar a las semis olímpicas de bádminton era fue su vástago.

« Si no sale », decía don Cuco. No salió la victoria, pero sí un gran triunfo. « ¿Qué se va a hacer ? », continuaba. « Quiero preguntarle cómo está, y abrazarle » dice doña Dora, y un detalle más: « todavía queda Fernández. Tengo fe en Charles Fernández ».

Después de que Kevin ganara su partido de cuartos, los Cordón Buezo vibraron con la final de los 100 metros mariposa de Luis Carlos Martínez. Después de obtener el diploma, a pensar en el pentatlón moderno. Porque son atletas guatemaltecos, y todos ellos representan la unión.

Aún en la derrota.