Pero es su equipo más nuevo, una carretilla para cadáveres, lo que lo está haciendo cuestionar si debería seguir siendo un agente de la ley.
“Es para que ya no tengamos que transportar los restos a mano”, explicó Carrillo, de 56 años, mientras describía la lista de migrantes muertos que han aparecido en su turno. “Solía pedir cosas normales como chalecos antibalas”, dijo. “Ahora lo que pido son más bolsas para cadáveres”.
A medida que la cantidad de migrantes que cruzan la frontera con México ha aumentado este año (en el que los encuentros alcanzaron niveles no vistos en más de dos décadas), también lo ha hecho la cantidad de cadáveres encontrados por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. Hasta julio, la Patrulla Fronteriza había encontrado 383 migrantes muertos, la cifra más alta en casi una década, y que ya supera con creces los 253 cuerpos recuperados el año fiscal anterior.
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No existe un único sistema para rastrear las muertes de los migrantes, algunos de los cuales tardan años en ser descubiertos. Además, la cifra de la Patrulla Fronteriza no incluye las docenas de cadáveres encontrados por otras agencias del orden público, como las oficinas del alguacil locales.
Por ejemplo, Carrillo ha encontrado 19 cadáveres de migrantes este año, muchos de los cuales fallecieron a causa del sofocante calor del verano, lo que ha sido un gran incremento en comparación con los dos que encontró el año pasado. Carrillo maneja estos casos, además de combatir delitos cotidianos como el abigeato y entradas forzadas a casas, con apenas 10 subcomisarios en el condado de Culberson, una extensión dispersamente poblada de terrenos montañosos, montes bajos y médanos de arena de aproximadamente tres veces y media el tamaño de Rhode Island.
Algunos líderes políticos, como el gobernador Greg Abbott, alegan que el número de personas que están haciendo el peligroso viaje de cruzar la frontera ha aumentado después de que el presidente Joe Biden atenuara la hostilidad que mostró su predecesor hacia los migrantes de América Latina.
Otros responsabilizan a las bandas de narcotraficantes y al hambre en Centroamérica o al clima extremo generado por el cambio climático. Si bien estos factores están interrelacionados, el condado de Culbertson lidia con otro elemento: el muro fronterizo.
El proyecto insignia del gobierno de Donald Trump ha obligado a algunos migrantes a cruzar la frontera en zonas excepcionalmente inhóspitas donde no hay muro, como algunos tramos remotos alrededor del condado de Culberson.
Carrillo, quien tiene 21 años en su cargo, dijo que intenta evitar todas las escaramuzas políticas en torno a la inmigración.
“Tengo un trabajo que hacer”, dijo el alguacil, que creció en El Paso, durante una entrevista realizada en su totalidad en espanglish, el idioma híbrido que predomina en gran parte de la frontera. Carrillo solía trabajar en los campos petroleros de Texas antes de la caída de los precios del petróleo en la década de 1980.
“Me dije a mí mismo que necesitaba trabajar en algo que siempre fuera necesario”, dijo, “como la aplicación de la ley o el trabajo funerario”.
Ahora que la cifra de muertos ha aumentado, Carrillo se ha percatado de que está haciendo un poco de las dos cosas.
La mayoría de los migrantes provienen de tres países centroamericanos: Guatemala, Honduras y El Salvador, aunque el alguacil también ha encontrado recientemente cuerpos de ecuatorianos y mexicanos.
A diferencia de los que solicitan asilo en otros lugares, los que realizan el viaje furtivo en esta parte del oeste de Texas son los que los oficiales del orden público a lo largo de la frontera denominan “Los Título 42”, en referencia a una política de la era de Trump que permite que las autoridades hagan deportaciones rápidas durante la pandemia del coronavirus. Si bien Biden prometió por meses que iba a eliminar el Título 42, hace poco anunció que lo preservaría debido al incremento de casos a nivel nacional por culpa de la contagiosa variante delta.
Tras ser enviados a México, muchos de los migrantes simplemente prueban otra vez su suerte, a veces en lugares remotos del desierto de Chihuahua. Más de 200 mil migrantes fueron detenidos a lo largo de la frontera en julio, un aumento del 13 por ciento con respecto al mes anterior y el segundo número más alto registrado, según cifras de la Patrulla Fronteriza. De los migrantes en custodia el mes pasado, el 27 por ciento ya habían sido detenidos con anterioridad.
Las muertes de migrantes, una espantosa realidad que lleva décadas, están aumentando en varios tramos de la frontera.
En Arizona, se encontraron los restos de 127 migrantes en el primer semestre de este año, un incremento en comparación con los 96 en el mismo periodo de 2020, según Humane Borders, una organización de derechos humanos que documenta este tipo de muertes mediante la utilización de datos de la oficina del médico forense del condado de Pima en Tucson.
En el Valle del Río Grande, en el sur de Texas, se encontraron 69 cuerpos de migrantes entre octubre y julio, en comparación con 57 durante el mismo periodo el año anterior, según cifras de la Patrulla Fronteriza. El sector de Del Río de la agencia en Texas tuvo un incremento aun mayor, de 34 cadáveres a 71.
En la parte de la frontera en la que trabaja Carrillo, algunos fallecen de insolación o deshidratación tras ser abandonados por los contrabandistas que guían a grupos de personas que cruzan la frontera.
Sin embargo, el alguacil explicó que hay muchas formas de morir en el desierto.
En un caso a finales de julio, Carrillo recibió una llamada alrededor de las 3 de la mañana. Una migrante de Ecuador había muerto tras ser arrollada por un tráiler cuando intentaba cruzar la Interestatal 10 cerca de la cabecera del condado de Van Horn.
Solo se recuperaron dientes y algunas pocas partes del cuerpo, dijo, mientras revisaba las fotografías del horrendo accidente. “No quedó más nada”, agregó.
En otro caso macabro, Carrillo fue llamado a una zona con un tanque de agua vacío en un rancho ganadero, donde encontró a un migrante que se había ahorcado en un árbol de mezquite.
“Caminó todo esto solo para encontrar el tanque vacío”, dijo el alguacil. “¿Qué estaría pasando por su mente ya en ese punto?”.
Ese tipo de preguntas parecían atormentar a Carrillo mientras miraba fijamente la pila de sobres manila sobre su escritorio. Cada sobre, dijo, incluía detalles de algún migrante que había muerto en su condado este año.
El condado de Culberson, como otros condados de los alrededores de Texas, no puede costear su propio médico forense. Por ende, el Departamento del Alguacil lleva los cuerpos a El Paso, a unos 257 kilómetros al oeste, donde los funcionarios cobran alrededor de US$3 mil 500 por cada autopsia.
Al mismo tiempo, la cárcel de Carrillo está tan repleta de contrabandistas que ha tenido que empezar a rechazar a los que les entregan las patrullas estatales o el personal de la Guardia Nacional que son parte de la iniciativa de represión migratoria de Abbott.
“Cuando alguien aparece con un criminal, no lo acepto”, dijo Carrillo. “Ya no tenemos camas disponibles”.
Rechazar criminales no es lo que Carrillo tenía en mente cuando se incorporó al trabajo policial. Carrillo proyecta una imagen de hacer cumplir la ley y el orden, reforzada por algunas fotografías en su repisa en las que aparece junto a republicanos de Texas como Abbott y Rick Perry, el exsecretario de Energía y exgobernador.
El alguacil dijo que sabía que su objetivo de lograr que los contrabandistas pagaran por sus acciones seguía fuera de su alcance. Mientras tanto, espera proporcionarles a las familias de los migrantes fallecidos algún tipo de cierre.
Muchos de los restos no están identificados, por lo que publica detalles de algunos casos en su página personal de Facebook. Personas de toda América Latina lo contactan, desesperadas por obtener información sobre sus seres queridos.
En uno de los casos, una mujer en California le preguntó si se había encontrado con el cuerpo de su hermano, que tenía un tatuaje de un búho en la pierna y a menudo usaba una gorra de los Medias Blancas de Chicago. Con esa información, el alguacil pudo confirmar que los restos de un migrante encontrado en junio eran los de un hombre de 28 años proveniente del estado mexicano de Veracruz y el hermano de la mujer.
“Pudimos devolver el cuerpo a la familia”, dijo el alguacil. “Al menos pudimos hacer eso por ellos”.