Los fallecidos estadounidenses tenían entre 20 y 31 años, informó el Pentágono en un comunicado, y entre sus nombres figuran el de cuatro latinos: Johanny Rosario, Humberto Sánchez, Hunter López y David Lee Espinoza.
I mourn him and all the fallen heroes in Afghanistan. My heart goes out to the Espinoza family in this extremely difficult time. The brave never die. Mr. Espinoza is a hero.
— Rep. Henry Cuellar (@RepCuellar) August 27, 2021
Todos ellos eran niños cuando EE. UU. invadió Afganistán en 2001 para evitar que el régimen talibán siguiera dando refugio a los terroristas de Al Qaeda y dar caza a Osama Bin Laden, el “cerebro” de los atentados del 11 de septiembre de ese año y que falleció en una operación estadounidense en Pakistán en 2011.
De los 13 fallecidos, 11 pertenecían al cuerpo de marines, uno a la armada y otro al ejército.
Sus restos mortales están de camino a Estados Unidos, dijo este sábado 28 de agosto en una rueda de prensa el portavoz del Departamento de Defensa, John Kirby, quien dijo “no tener libertad” para dar más detalles de la hora exacta a la que llegarán a la base de la Fuerza Aérea de Dover (Delaware).
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Esa base es la encargada de recibir los restos mortales de los soldados estadounidenses que mueren en el extranjero desempeñando su misión.
Los restos mortales suelen llegar en un ataúd envuelto en una bandera estadounidense, el cual es transportado por miembros de las Fuerzas Armadas desde el avión hasta un carro fúnebre, en presencia de los familiares de los fallecidos.
La Casa Blanca no ha dicho aún si el presidente, Joe Bien, se desplazará a Dover para recibir los restos de los fallecidos, como sí han hechos sus antecesores en algunas ocasiones.
Preguntada sobre ello el jueves 26 de agosto en una rueda de prensa, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, se limitó a contestar: “Estoy segura de que el presidente hará todo lo que pueda para honrar el sacrificio y el servicio de las vidas que se han perdido”.
Biden ordenó el jueves 26 que los edificios públicos ondeen a media asta la bandera estadounidense.
Ese día, un supuesto combatiente del EI hizo detonar un chaleco con explosivos mientras pasaba controles de seguridad en uno de los accesos del aeropuerto de Kabul, la llamada Abbey Gate, donde miles de personas se aglomeraban con la esperanza de poder huir de los talibanes en uno de los vuelos de EE. UU.
Tras esa explosión, hubo otro ataque armado de yihadistas en la zona, según el Pentágono.
El atentado acabó con la vida de al menos 170 personas y dejó 150 heridos, indicaron a Efe en Kabul fuentes próximas a los talibanes; mientras el Pentágono informó de la muerte de 13 soldados estadounidenses y de 18 heridos.