Opinión: Es ahora o nunca: Biden debe detener el adorado ducto de Putin
El martes 31 de agosto, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se reunió con su homólogo estadounidense. Es probable que hayan hablado sobre una variedad de asuntos: el estado de las relaciones con Rusia, la lucha de Ucrania contra la corrupción y los desafíos de la pandemia. Después de agradecer el continuo apoyo y ayuda de Estados Unidos al presidente Joe Biden, el líder ucraniano podría indagar con delicadeza sobre la membresía de la OTAN.
Debía ser una buena reunión. Sin embargo, habrá un inmenso elefante en la habitación: el Nord Stream 2. El adorado ducto de gas natural del presidente de Rusia, Vladimir Putin, amenaza la seguridad de Europa, y de Ucrania en especial. El momento de frenar el proyecto, ahora a punto de culminar, se está acabando: es ahora o nunca. A riesgo de estropear un encuentro agradable, Zelenski debía decirle a Biden de manera muy clara que el Nord Stream 2 debe detenerse.
En realidad, el gobierno de Biden nunca tuvo mucho tiempo para detener el proyecto. Para cuando Biden tomó juramento como presidente, se había completado más del 90 por ciento del gasoducto (las primeras partes fueron instaladas en julio de 2018). A pesar de esto, las primeras señales sugerían que el nuevo gobierno hablaba en serio en cuanto a ponerle un alto. Biden ya había declarado que el ducto era un “mal acuerdo para Europa”, mientras que el secretario de Estado Antony Blinken señaló que el gobierno estaba “determinado a hacer todo lo posible” para evitar la conclusión del proyecto. Luego la administración cambió de curso. En julio, Estados Unidos emitió un comunicado conjunto con Alemania sobre el Nord Stream 2 que, en esencia, le daba permiso a Rusia de finalizar el proyecto.
Lo anterior impactó a los demás aliados de Estados Unidos en Europa, donde muchos países se oponen al proyecto. A nivel nacional, la noticia tampoco fue bien recibida: un grupo bipartidista de legisladores, consternados por el cambio radical, intentó persuadir al gobierno para que detuviera la finalización del gasoducto. No obstante, quienes respondieron con más encono fueron Ucrania y Polonia, los dos países que tienen más que perder con el Nord Stream 2.
Los ministros de Relaciones Exteriores de esos países, quienes no estuvieron involucrados en las negociaciones entre Alemania y Estados Unidos, también emitieron su propio comunicado, en el que arguyeron que el Nord Stream 2 amenazaba la seguridad económica, nacional y política de Europa. Según los ministros, el proyecto terminado le daría a Rusia la capacidad de “desestabilizar la situación de seguridad en Europa”. Tienen un punto a su favor. Hay varias razones por las que el Nord Stream 2 sería catastrófico, no solo para Ucrania y Polonia, sino también para toda Europa.
El Nord Stream 2, el cual va desde Rusia hasta Alemania por debajo del mar Báltico, le daría a Rusia una ruta directa hacia el corazón de Europa. Esto provocaría que Europa, que en la actualidad importa más de una tercera parte de su gas natural desde Rusia, tenga una dependencia todavía mayor de ese país, pues le conferiría un monopolio energético sobre el continente. Los efectos perjudiciales son fáciles de ver: si las relaciones se estropean, Rusia podría cortar el suministro de gas a Europa, con lo cual podría dejar a millones de europeos sin acceso al hidrocarburo.
Luego, está el caso de Ucrania. El país gana US$1 mil millones anuales en cuotas de tránsito de su ducto a Polonia; si el Nord Stream 2 se terminara, el ducto ucraniano-polaco se volvería obsoleto, lo cual privaría a Ucrania —uno de los países más pobres de Europa, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional— de un ingreso significativo.
Además, la dependencia que tiene Europa del gas ruso podría envalentonar al país para interferir más en los asuntos de Ucrania sin temor a las repercusiones. Esto podría generar una escalada en el conflicto del Dombás, una incursión militar rusa de años en el este de Ucrania que ha provocado la muerte de más de 14 mil personas y el desplazamiento de casi 2 millones, o incluso un esfuerzo ruso por unir el este de Ucrania con Crimea.
Por último, se encuentran las consecuencias económicas para Polonia. En la actualidad, el país importa su gas desde el ducto ucraniano-polaco. El Nord Stream 2 le pondría fin a esa situación. En cambio, Polonia se vería forzada a comprarle gas a Alemania a precios mucho más altos. A pesar de la relativa salud económica del país, sus ciudadanos no pueden darse ese lujo.
El argumento es claro. Por razones económicas, energéticas y de seguridad nacional, debe detenerse la finalización del gasoducto. Algo importante es que este objetivo aún es posible. Las sanciones de Estados Unidos al proyecto ya lo pararon en seco una vez, pues lograron que las empresas responsables de la construcción y el tendido del ducto abandonaron el proyecto. Lo único necesario para detenerlo por completo es que el gobierno de Biden revierta su más reciente exención de sanciones adicionales en contra del Nord Stream 2. Varios miembros del Congreso y líderes europeos están a favor de esta opción. Las objeciones de Alemania, el principal beneficiario del proyecto, se pueden mitigar enfatizando las muchas ventajas a largo plazo para Europa.
Ese es el mejor escenario posible y Zelenski debería presionar con determinación para lograrlo. Sin embargo, también debería solicitar garantías adicionales en su reunión con Biden. Aunque el comunicado conjunto de Estados Unidos y Alemania ofrecía varias medidas económicas y energéticas, como invertir en la infraestructura de tecnologías verdes de Ucrania y ayudarla en su transición hacia las energías renovables, ni siquiera se acercan a los US$1 mil millones que Ucrania perdería en cuotas de tránsito anuales.
Zelenski debería exigir, tanto para su país como para Polonia, ayuda con el financiamiento y la construcción de la infraestructura necesaria para las energías alternativas. Además, debería presionar a Biden para discutir de qué manera puede Ucrania apuntalar sus defensas, reformar su ejército y disuadir las agresiones rusas con fondos, capacitación y ayuda de Estados Unidos.
La reunión del martes le brinda una excelente oportunidad a Zelenski de mejorar la relación entre los dos países. No obstante, también es una última oportunidad para detener el Nord Stream 2. Si Zelenski puede persuadir a Biden, obtendría una importante victoria para toda Europa, pues la protegería de una dependencia estratégicamente desastrosa del gas ruso.
Sin embargo, si Zelenski fracasa, la única ganadora será Rusia. Y no habrá compensación suficiente que pueda revertir eso.