“La nueva semilla es un híbrido que se desarrolla por primera vez para este grano; es altamente resistente y aunque la planta contraiga la enfermedad, su impacto es menor y no afecta el rendimiento”, explicó Héctor Martínez Figueroa, director de Granos Básicos del Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (Icta).
En el 2018 ya se había lanzado el primer híbrido de grano blanco llamado Icta HB-17 (principalmente usado para consumo humano) y en el caso del Icta Grano de Oro, se creó para atender principalmente la demanda del sector agroindustrial, que lo utiliza para la producción de concentrados para animales y alimentos procesados como boquitas, frituras y otros.
Según Martínez, estos dos sectores agroindustriales importan más del 80% del maíz que necesitan, pues la producción nacional de ese grano solo cubre el 16% de la demanda. Por lo tanto, el Icta, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt) y el Programa Consorcios Regionales de Investigación Agropecuaria (Cria), produjeron 210 quintales de los que se entregaron 25 quintales, en agosto, a productores del norte del país.
En total, se prevé entregar el resto a unos 2 mil agricultores (en promedio, 10 libras de semilla a cada uno), lo que les alcanza para sembrar media manzana y para ello se contará con el apoyo del Ministerio de Agricultura Ganadería y Alimentación (Maga) y este identifica a quienes la recibirán.
“El plan para el 2022 es producir otros 120 quintales de semilla por parte del Icta, mientras que con el Maga se trabajarán 200 quintales más. La siguiente fase del plan es promocionarla para que los productores puedan adquirirla, pues cada libra Q8 y se está lanzando para las empresas productoras de semilla puedan venderla en Q15”, dijo Martínez.
Por tratarse de un híbrido de maíz, requiere de un manejo adecuado, así como de dos aplicaciones de fertilizantes al año y control de maleza. Por lo tanto, solamente lo siembran agricultores excedentarios y comerciales, no quienes producen para subsistencia o autoconsumo.
Detalles
El ciclo productivo de este híbrido es de alrededor de 120 días (unos 4 meses), para el área del trópico de Guatemala, a una altitud de hasta 1 mil 400 metros sobre el nivel del mar (SNM). Esto incluye regiones de gran parte del país, así como las zonas bajas de Huehuetenango, Quetzaltenango, San Marcos, Quiché y Alta Verapaz.
“De los cero a los 1 mil metros sobre el nivel del mar (msnm), tiene un mejor rendimiento y se puede aprovechar bien hasta los 1 mil 400 metros. Y ya no se recomienda en terrenos con mayor altura que esa para evitar que varíe el rendimiento”, afirmó Martínez.
Por lo general, se logra una cosecha de 100 quintales por manzana, cifra más alta que el promedio registrado a nivel nacional, que va de 30 a 34 quintales, en los últimos cinco años. Entre tanto, la semilla comercial que utilizan algunas empresas logra hasta 80 o 90 quintales por manzana, según datos del Icta.
¿Serán utilizadas?
Gustavo Rivas, presidente de Asociación Nacional de Granos Básicos (Anagrab), refirió que en el país se produce muy poco maíz amarillo y la agroindustria compra hasta 15 millones de quintales al año.
Rivas calificó como positivo que estos materiales tengan alta tolerancia a la mancha de asfalto y un alto rendimiento, pues el hongo que provoca esta enfermedad han provocado daños en extensiones que van del 50% al 100% en años anteriores.
También se espera que el Icta siga trabajando en el desarrollo de más opciones para el maíz blanco, por lo que Anagrab se comunicará con dicha institución para que les provea semilla para llevar a cabo una evaluación en campo y observar la tolerancia y rendimiento en áreas más pequeñas y más grandes que las ya examinadas, agregó el directivo.
“En la actualidad, algunos agricultores pequeños producen maíz amarillo, pero aún en poca cantidad y podrían sembrar más, pero solo si tienen mercado. De lo contrario, prefieren no producirlo. El maíz blanco se siembra porque se vende todo el tiempo en el mercado local”, explicó Rivas.