El gobierno estadounidense intensifica abiertamente sus esfuerzos para encontrar y deportar a las personas que entraron de forma ilegal al país en el 2014, durante una oleada de cruces de menores no acompañados y familias procedentes mayormente de Honduras, Guatemala y El Salvador. Esta iniciativa sigue a casi dos años de advertencias de que los inmigrantes que no fuesen autorizados a quedarse en Estados Unidos serían devueltos a sus países.