La reforma de varios aspectos del Estado se percibe imperativa pero, en las actuales circunstancias, imposible.

Es importante analizar críticamente la racionalidad de los posicionamientos de los candidatos; es ese el papel de los medios.

Las instituciones del Estado no deben formar parte del aparato productivo, pero son indispensables para su funcionamiento.

Hay mentalidades que arraigan en la opinión del ciudadano medio; pero no necesariamente por eso son válidas.

Las instituciones vertebrales no pueden darse por sentado; es indispensable examinar su funcionamiento e invertir en ellas.

Los derechos de propiedad privada no son ni deben entenderse como obstáculos para desarrollar infraestructuras públicas.

A más posibilidades de ejercer poderes arbitrarios o discrecionales, más incentivos para manipular procesos democráticos.

El ejercicio de las funciones judiciales independientes presupone ciertas condiciones que, ahora, no existen.

El sentido de “injusticia” en el ser humano se activa al ver que se le ha tratado de modo diferente al precedente establecido.

Un riesgo de llevar la política electoral a la justicia es que los tribunales entretengan formalismos y ritualismos sin sustancia.