Frank LaRue
NOTAS DE Frank LaRue
A menudo se nos olvida que la Democracia, además de ser un sistema político de amplia participación en el que las decisiones las toman la mayoría y donde los organismos del Estado funcionan con niveles de representatividad de la población de todo el país, también es un sistema político que busca garantizar la justicia y la equidad en todos los temas del quehacer nacional, incluyendo precisamente el de la participación y representatividad.
El Congreso de la República sigue siendo una caja de sorpresas, pues constantemente se toman decisiones contrarias al sentir de la población que se supone representan. Cuando se ha tratado el tema de la reforma política o, más recientemente, cuando se planteó la reforma a la Ley Orgánica del Organismo Legislativo, se ha insistido en que el pueblo de Guatemala ve como algo ilógico e irracional que los diputados electos como parte del listado de un partido polític, que supuestamente tienen planteamientos bien definidos, con mucha facilidad se cambian de bancada, trasladándose a otro partido, sin importar cuál es su ideología o su plataforma programática. Esto demuestra que estos traslados se dan como resultado de intereses personales o prebendas económicas, y no como un planteamiento serio de quienes ostentan la representación de la soberanía.
Nos encontramos frente a otro tema decisivo, y es el de la reforma a la LEPP. Esta ley es fundamental para la democratización del país y para todas las demás reformas del Estado que se puedan plantear, pues es la que debe regir en el actuar y la conducta de los partidos políticos, de sus dirigentes y del sistema político en general, para garantizar que la voluntad de la población se haga efectiva.
La comunicación es un elemento fundamental del conocimiento, pues nos traslada información, el conocimiento nos hace libres y la ignorancia nos esclaviza, nos somete y niega nuestra libertad de pensamiento. Esto no quiere decir que quien sabe más es más libre, sino que la libertad se manifiesta en el ejercicio mismo de buscar y recibir información, así como de expresar ideas y opiniones. Es por ello que todo esto constituye parte integral de la libertad de expresión y de acceso al conocimiento.
En Guatemala, a los 20 años de la firma de la paz todavía padecemos problemas fundamentales, y es que nunca fuimos efectivos en el fortalecimiento del Estado, de la justicia y la democracia.
En Guatemala, la sociedad civil sintió su fuerza al plantear desde el año recién pasado su indignación por la corrupción gubernamental y su demanda porque esto concluyera. Logró por primera vez en mucho tiempo movilizarse en forma masiva y constante por varios meses, y con un amplio espectro de representatividad en los sectores de la sociedad, hasta llegar a la caída del gobierno, encontrándose hoy la ex vicepresidenta y el expresidente en prisión. La demanda por transparencia ha permanecido vigente e incluso trascendió al cambio de gobierno, pues hoy, ante un nuevo período de gobierno central, la exigencia de honradez y probidad y la denuncia contra la corrupción se mantienen vigentes.
La semana pasada observamos la toma de posesión del nuevo Congreso, del nuevo gobierno y de las municipalidades; a continuación, algunas reflexiones: Sobre el discurso del presidente Jimmy Morales, a sabiendas de que su alocución fue bien recibida por una amplia mayoría de la opinión pública nacional, existen algunos elementos que me parece nos deben llamar a la reflexión y no pueden pasarse por alto.
Se han dado muchos comentarios sobre si discutir relaciones de Derechos Humanos del pasado o si demandar justicia para las víctimas es un elemento de polarización en la sociedad. Nunca he entendido este argumento; es inaceptable, puesto que en una sociedad democrática, la libertad de expresión implica un diálogo e incluso un debate respetuoso, pero abierto; con cortesía, pero con franqueza sobre lo que cada quien piensa tanto de la convergencia de ideas como de las diferencias, divergencias de ideas y valores entre los mismos. El propósito del diálogo abierto es que de la discusión se puedan encontrar puntos comunes o soluciones. La intransigencia y la polarización innecesaria no surgen de quienes hacen los planteamientos, sino más bien de quienes rechazan el diálogo y pretenden negar sistemáticamente los hechos y excusar lo inexcusable o esconderlo.
Los acontecimientos de esta semana van marcando claramente los desafíos con los que llega al poder el nuevo gobierno. Guatemala es un país en el que se han acumulado tensiones, problemas sin resolver y situaciones que incluso se deterioran en el presente.
En esta época de adviento, en que esperamos la Navidad como una celebración de la Vida, debemos reflexionar ¿qué tipo de vida tiene el pueblo de Guatemala? Qué es lo que engrandece su dignidad en su calidad de seres humanos. Con esta reflexión confronto la cotidianidad de la Vida de las y los guatemaltecos y me cae el balde de agua fría al revisar los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) del 2014. Este resultado no solo demuestra los niveles trágicos de pobreza en que vive la mayoría de la población, sino cómo se ha deteriorado en los últimos ocho años.