Frank LaRue
NOTAS DE Frank LaRue
Al hablar de Democracia se piensa en la participación y decisión ciudadana, pues la entendemos como el sistema político en que las decisiones fundamentales se toman por la población a través de mecanismos de consulta como el voto y los espacios para ejercer la libertad de expresión y la crítica. En este sentido, vemos como negación de la democracia los regímenes autoritarios que quieren imponer sus decisiones por la fuerza, o “supuestamente” por la ley, pero una ley que ellos deciden arbitrariamente. También entendemos como amenazas a la democracia los movimientos militares golpistas o los partidos políticos fascistas y violentos que quieren imponer su voluntad por la fuerza; y lo más grave, la plaga de la corrupción que también causa tremendos estragos en los modelos democráticos y en las formas de decisión de un Estado, generando despilfarro de grandes recursos y por consiguiente el atraso en el desarrollo económico social, pero especialmente hace que los políticos corruptos sean presa de intereses privados y sectarios, o peor aún, del crimen organizado.
En Guatemala la extrema derecha y los poderes paralelos oscuros siempre encuentran formas de generar confusión alrededor de temas claros y sencillos. Recurren a ataques personales, falacias, a la tergiversación de los hechos objetivos e incluso a maniobras sucias e ilegales. Hoy, hay quienes acusan de terroristas a aquellos que piensan en políticas de beneficio social o de protección del ambiente de las comunidades rurales y califican de extremistas a los que promueven y defienden los derechos humanos, en especial a quienes hablan de igualdad de derechos entre indígenas y no indígenas, entre mujeres y hombres, o personas de diferente orientación sexual, diferente nacionalidad o de origen económico social.
Es irónico que al concluir la reunión mundial sobre gobernanza del internet en Brasil, donde se discutieron todos los temas álgidos en relación al uso de las nuevas tecnologías de comunicación para garantizar el ejercicio de la libertad de expresión en todo el mundo, y cómo proteger a los usuarios y al público en general contra las amenazas de intimidación, vengan estos de Estados autoritarios, fanáticos racistas o fundamentalistas religiosos; se hayan dado los terribles atentados terroristas en París.
Participando en la reunión del Foro de Gobernanza del Internet —convocado cada año por Naciones Unidas—, este año se realiza en Joao Pessoa, Brasil. Este se ha constituido en el espacio más importante de diálogo multisectorial de todo el mundo, buscando generar los principios y acuerdos para la gobernanza democrática del internet.
Cuando observamos el mundo de hoy es difícil entender por qué en todos los continentes hay países que se encuentran en crisis. En algunos casos se trata de movimientos que queriendo dar una explicación religiosa regresan al fundamentalismo, tratando de justificar formas de violencia irracional especialmente contra las mujeres, impensables para el siglo XXI.
Distraídos con la crisis del Estado, por la corrupción y las dos vueltas electorales, hemos perdido de vista que el mundo entero tiene múltiples manifestaciones de crisis humanitarias, pero que tal vez la peor es la desidia. Vemos cómo se da una implosión del que fuera un país fuerte en tradiciones y economía y que se descompone en un absurdo sectarismo político-religioso que se enfrentan al hundimiento con los niveles más altos de violencia, provocando la huida masiva de miles de familias que buscan proteger a sus hijos y a sus ancianos.
En Guatemala pasamos fácilmente de un espíritu crítico a un sentimiento mágico de que todo está resuelto.
Estos últimos días de lluvias extremas y de gran humedad que reflejan la desatención al fenómeno del calentamiento global, la carencia de políticas públicas sobre deforestación y el abandono del medioambiente, así como el daño generado por el crecimiento de la siembra de palma africana con la contaminación de los ríos, o de la minería de metales que destruye bosques, erosiona la tierra y deja las fuentes de agua contaminadas; volvemos a vivir la tragedia de graves desastres supuestamente naturales como lo sucedido en el Cambray II, en donde se cree que haya hasta 600 muertos de una colonia suburbana que se encuentra en el km 15 desde el centro de la Ciudad de Guatemala.
Claramente todos hemos enten- dido en Guatemala que la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos y, más allá, la reforma política del Estado es una imperiosa e impostergable prioridad si queremos recuperar la débil democracia que teníamos antes de estos cuatro años de caos y poder avanzar hacia nuevos ideales de libertades fundamentales, participación ciudadana y desarrollo integral y sustentable. Tan es así que el mismo presidente Alejandro Maldonado llamó al Congreso a aprobar la reforma a la LEPP y todos los demás sectores se pronuncian a favor. La candidata presidencial de la UNE, Sandra Torres, visitó al Congreso con el propósito de ratificar su posición llamando a la aprobación del proyecto de ley de reforma a LEPP presentado por el TSE, el cual goza de un apoyo mayoritario de los diferentes sectores de la sociedad. Sin embargo, su adversario, el señor Jimmy Morales, representante de la ultraderecha, retóricamente propone convocar a una asamblea nacional constituyente; propuesta que por cierto hiciera Manuel Baldizón y también Otto Pérez en el principio de su gobierno, con lo cual podemos entender las similitudes.