GUSTAVO ADOLFO MONTENEGRO
NOTAS DE GUSTAVO ADOLFO MONTENEGRO
Al noveno proceso de elección presidencial de la era democrática de Guatemala se le adelantaron las manifestaciones anticorrupción. A los candidatos no les hacía falta ofrecer nada que no figurara ya en las exigencias ciudadanas.
Los 30 mil guatemaltecos que manifestaron en la Plaza de la Constitución el 25 de abril se convirtieron en más de 100 mil cuatro meses después: la Guatemala que aún parecía atada a un temor heredado de los años de la represión militar se atrevió a romper el silencio y salió a las calles para gritar su repudio a la corrupción, encarnada esta vez en el caso de defraudación aduanera La Línea que obligó al presidente Otto Perez Molina a renunciar en el mes 44 de su gobierno.
No es la primera vez que se presenta un concierto de marchas en el Quinto Viernes de Cuaresma —de hecho, es el número 28—, pero sí la primera en que se busca llegar a la vista, el olfato, el tacto, el gusto, el oído y también al sentido de la fe.
Cuando tenía 5 años, una trilladora de café le amputó el pie a Rudy Ismael Andrés Cardona, aunque él no recuerda. “Era muy pequeño”, dice, pero ahí está el muñón de su pierna para recordar esa difícil realidad que le ha acompañado en la vida. Ahora tiene 18 años, pasos nuevos y una gran sonrisa, gracias a la prótesis de última generación donada por Mobility Mission, programa de Utah Valley University, con la dirección de Julie Baker.
La fauna cambia conforme la noche se hace vieja. Los minutos le carcomen la minifalda y le bordean el pantalón tallado.
Con cariño suelen decirles "pulguitas" a los niños de 4 a 6 años que con sus pequeños uniformes avanzan en fila, a veces al filo de la neblina y los fríos del bipolar enero y el loco febrero.
Con la oscuridad a cuestas, se marcha otro viernes que se parece a tantos otros hermanos que se marchan a la playa el sábado o van a estudiar o a desayunar con la familia o al mercado popular, o simplemente a pasar los canales que se van uno tras otro, numerados igual que los días.
Hay preguntas que se proyectan en la mente otra vez, como película vieja y aburrida, cuando determinadas situaciones te vuelven a sorprender precisamente en un cine.
Marcos Andrés Antil cortó café, con su madre y hermanos, como tantos niños de Santa Eulalia, Huehuetenango; sufrió junto a su familia, como muchas del Occidente, el brutal hostigamiento de los bandos en guerra durante el Conflicto Armado; emigró a los Estados Unidos al igual que tantos guatemaltecos, con el dolor por dejar la tierra natal en busca de un mejor futuro.
Le alegra la designación como Personaje del Año 2014 de Prensa Libre porque la ve como un compromiso con el futuro. "Hay que cambiar a esta generación y a las siguientes. Los guatemaltecos somos perseverantes y leales pero nos da miedo el fracaso sin siquiera intentar, y eso nos mantiene atados al pasado, un pasado que nos dejó cicatrices pero que hay que superar", dice Marcos Andrés Antil, empresario, desarrollador tecnológico, filántropo, migrante, q'anjob'al, guatemalteco, mientras disfruta un caldo de gallina: el platillo que eligió en un restaurante típico para dar sabor a la entrevista.