Humberto Preti

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NOTAS DE Humberto Preti

Reiteradamente vemos que los activistas de la izquierda, desde los autollamados intelectuales, como los del Grupo Semilla, hasta los extremistas que causan daños y muertes, haciendo lobby en la comunidad internacional para convencerlos que representan la voluntad popular y a través de donaciones siguen apoyando a estos grupos sediciosos.
La cooperación internacional, la complicidad de autoridades y la impunidad con que actúan ha dado a las “milicias” triunfos como los que a continuación se describen: se ha detenido la construcción de hidroeléctricas. Se paró la explotación minera en algunas regiones y algunos que lo hacen se irán el próximo año, a pesar de que existen riquísimas vetas de minerales preciosos. El ingenio azucarero ubicado en Panzós, Alta Verapaz, está siendo desmontado para pasar la maquinaria a otros países centroamericanos donde se aprecia y se estimula la inversión.
Sabemos que el presidente electo en estos momentos se encuentra sujeto a presiones de todos lados y lógicamente entre los más activos están los tagarotes de siempre. Viejos políticos, mañosos que quieren colarse, y por supuesto los grupos de izquierda que no hay modo que den una; sin embargo, cual raíces rastreras, han ido penetrando en los gobiernos, tanto de civiles como de militares. El presidente Morales no debe pretender gobernar con los que el derrotó, pues es a esos los que el pueblo no quiere y su inclusión en el gobierno sacaría de nuevo a la gente a la Plaza Central. Por ejemplo, los grupos de izquierda ya han propuesto candidatos, aduciendo que el gobierno debe ser pluralista y no sería raro que prometieran sumarse a políticas desarrollistas, pero eso no será así, serían alacranes dentro de la camisa y aquí quiero citar a un mexicano connotado, Premio Nobel de Literatura, el insigne Octavio Paz, quien asevera: “Si existe un sector reaccionario en América Latina, es la izquierda. Esta gente no tiene memoria. No he escuchado ninguno de ellos decir que se equivocó. El marxismo se ha convertido en un vicio intelectual, es la superstición del siglo”.
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), publicada por el Instituto Nacional de Estadística, revela el aumento de la pobreza en los últimos años. Ahora tenemos casi el sesenta por ciento con niveles de pobreza; y de ellos, veintitrés por ciento en niveles de pobreza extrema. Esta aumentó en 8.1%.
En días pasados un militante de uno de los partidos de izquierda se ufanaba de la fuerza que tiene ahora la izquierda en América Latina, porque ahora gobiernan en Venezuela, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Perú, Brasil, Chile, Bolivia, y hasta el 10 de diciembre dejarán de hacerlo en Argentina.
Estamos a pocas semanas del cambio de autoridades y debemos pensar que los cambios serán para mejorar, y los dos flagelos que más nos preocupan son la impunidad y la delincuencia. El nuevo gobernante debe tomar decisiones firmes y no debe dejarse influenciar por todos aquellos que enarbolan banderas de Derechos Humanos, de trasnochadas ideologías, de oenegeros que se proclaman adalides del progreso. Todos ellos, sin duda, cuestionarán cualquier nombramiento, principalmente si es de militares o empresarios; estarán ya preparando sus listados para asaltar las dependencias del Estado, según su conveniencia.
En 1996 fui invitado por el Reino de Noruega a visitar la bella y ordenada Ciudad de Oslo. Allí me recibieron con los honores que el protocolo les obligaba, en mi calidad de Presidente de la cúpula empresarial en aquellos años. No quiero entrar en detalles de las acusaciones que las ONG que apoyaban a la guerrilla me hicieron. Mi pecado era estar denunciando el Impuesto de Guerra, que ellos estaba convencidos de que era voluntario; allí les demostré cómo voluntariamente por la espalda fue asesinado un finquero en la bocacosta, sorprendidos por el engaño de que habían sido objeto; se convencieron de la mentira de los comandantes. Aceptando las pruebas irrefutables y calmados los ánimo, seguimos en una charla casi unilateral, y quiero resaltar lo que me aseguraron se les daría al firmar la paz a los subversivos, varios millones de dólares anuales, para tener un balance, contrapeso a los partidos que según ellos financiaba la oligarquía. El interlocutor fue el presidente del Comité Nobel, quien fue quien decidió otorgar el Premio Nobel de la Paz a una guatemalteca, que por cierto fracasó en las urnas, ante la sorpresa de los nórdicos, que por cierto dejan Guatemala retirando su misión diplomática, pero hay que resaltar que no es la embajada la que financia, son las ONG como Diakonea y OXFAM, que de plano seguirán recibiendo plata, que por ley esos gobiernos tienen que aportar.
No cabe duda de que los políticos y los burócratas no han aprendido la lección que dio la ciudadanía con sus acciones rechazando la corrupción, como tampoco han aprendido la otra lección, ya que algún día serán investigados por sus acciones, tarde o temprano. Algunos ya estarán secándose las manos y limpiándose el sudor de la frente, diciendo: —¡Uuuufff, me salve!—.
Cuando los militares capitán Yon Sosa y el teniente de Infantería, Luis Augusto Turcios Lima, formaron cada uno su movimiento subversivo, MR 13 y FAR, respectivamente, presentándolos como la única opción ante la falta de oportunidad que tenían los partidos de oposición a los regímenes militares, el resultado fue una guerra de guerrillas que durante 36 años agobió al país, deteniendo el desarrollo, destruyendo infraestructura, secuestrando empresarios y funcionarios públicos, asesinado indiscriminadamente a civiles y militares.
Esta semana tuvimos la oportunidad de oír a dos analistas discutir sobre el tema de la seguridad social, básicamente del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), institución que para muchos es la mejor conquista del gobierno de la revolución; probablemente lo fue, pero la realidad es que como todo en la vida debe evolucionar y el IGSS se ha quedado en la época de los años 50, y como antes no existía no podemos decir que retrocedió.