Vivir en un planeta sano es un derecho fundamental de todo ser humano. No podemos postergar ni un minuto más los beneficios de la democracia ambiental en América Latina y el Caribe.
Los asesinatos contra los defensores del medio ambiente se han recrudecido en los últimos dos años. Estos ataques tienen una honda resonancia para cada uno de los habitantes del mundo: si no garantizamos un medio ambiente sano ninguno de nosotros podrá gozar plenamente de los derechos humanos.